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El pueblo de España exige “¡democracia real, ya!”.

Por Amy Goodman.

Luego del anuncio realizado el miércoles por el Presidente de España sobre los profundos recortes y las medidas de austeridad que aplicará para poder asegurar los fondos de la Unión Europea para rescatar a los bancos españoles que están al borde de la quiebra, el pueblo de España salió a las calles una vez más para exigir lo que denominan “¡democracia real ya!”. La medida tiene lugar una semana después de que el gobierno anunciara el lanzamiento de una investigación penal contra el ex presidente ejecutivo del cuarto banco más grande de España, Bankia, Rodrigo Rato. Rato es lo que se dice un pez gordo: antes de dirigir Bankia fue director del Fondo Monetario Internacional. Lo que los medios no mencionan es que esta investigación oficial del gobierno fue iniciada por la acción popular.
Al movimiento de indignados en España (el equivalente al movimiento Occupy estadounidense) se lo llama 15-M, por el día en que comenzó: el 15 de mayo de 2011. Conocí a uno de sus integrantes la semana pasada en Madrid, el día en que se anunció la investigación de Rato. El activista me sonrió y dijo: “Por fin está sucediendo. Tal vez uno de estos tipos pague por sus actos. Porque nosotros, los ciudadanos, tenemos la impresión de que a ninguno de estos peces gordos jamás les sucederá nada. Hacen lo que quieren, roban, mienten y no pasa nada. Pero ahora, hoy, quizá suceda algo y me pone muy contento”.
El activista, Stephane Grueso, es un realizador cinematográfico que está haciendo un documental acerca del movimiento 15 de Mayo. Es un profesional talentoso, sin embargo, al igual que el 25 por ciento de la población española, está desempleado: “No nos gustaba lo que veíamos, hacia donde nos dirigíamos. Sentimos que estábamos perdiendo nuestra democracia, que estábamos perdiendo nuestro país y nuestro modo de vida. Entonces diferentes personas nos unimos con intereses diferentes bajo una misma consigna: queremos ‘¡democracia real, ya!’, igual que su programa. Y nos unimos y salimos a la calle, pero no teníamos demandas concretas ni acciones concretas. Se trataba simplemente de unirse y ver lo que sucedía y de hecho sucedió que nos quedamos protestando en las calles. Cincuenta personas decidimos pasar la noche en la Puerta del Sol, en esta plaza, y luego la policía trató de sacarnos. Pero regresamos. Y luego esto comenzó a multiplicarse en otras ciudades de España. En tres o cuatro días éramos decenas de miles de personas en decenas de ciudades españolas, acampando en medio de la ciudad, un tanto similar a lo que sucedió en la Plaza Tahrir en Egipto”.
La ocupación de la Puerta del Sol y de otras plazas en toda España continuó. Sin embargo, como sucedió con los campamentos del movimiento Occupy Wall Street en todo Estados Unidos, finalmente fueron desmantelados. A pesar de ello continuaron organizándose a través de grupos de trabajo y asambleas de vecinos centrados en diferentes temas. Uno de los grupos de trabajo del 15-M decidió demandar a Rodrigo Rato y reclutó a abogados que trabajaron en forma honoraria e identificaron a más de 50 demandantes, personas que se sintieron personalmente defraudadas por Bankia. Si bien los abogados trabajan en forma honoraria, una demanda tan grande es costosa, de modo que el movimiento, que tiene amplia difusión en las redes sociales, recurrió a la llamada “microfinanciación colectiva”: solicitaron pequeñas donaciones a la masa de seguidores del movimiento. En menos de un día recaudaron 25.000 dólares. La demanda fue presentada en junio de este año.
Olmo Gálvez es otro líder del movimiento 15-M que conocí en Madrid. Gálvez, un joven empresario con experiencia en varios países del mundo, fue uno de los “indignados” que apareció en la revista Time cuando la publicación eligió a “El manifestante” como personaje del año 2011. El supuesto fraude de Bankia cometido por Rato implicó la venta de “acciones preferenciales” de Bankia a pequeños ahorristas, denominados inversores minoristas, debido a que los inversores sofisticados no las estaban comprando. Gálvez explicó lo sucedido: “Estaban vendiendo esas acciones a personas que, en algunos casos, no sabían leer, algunos tenían dificultades para entender el producto y muchos eran ancianos. Fue un gran escándalo que no apareció en los medios”. Algunas de las personas que invirtieron en esta trampa creada por Bankia tuvieron que firmar el contrato con sus huellas dactilares porque no podían leer ni escribir y mucho menos comprender en qué estaban metiendo sus ahorros.
Esta semana, miles de mineros marcharon hacia Madrid. Algunos caminaron 380 kilómetros desde Asturias, en la costa norte de España. Según informó el periódico electrónico ElDiario.es, cuando los mineros llegaron a Madrid el martes por la noche coreando “somos el 99 por ciento”, fueron recibidos como héroes. El miércoles por la mañana, el Presidente Mariano Rajoy, del derechista Partido Popular, realizó su más reciente anuncio sobre las medidas de austeridad: el aumento del impuesto al consumo, una disminución del sueldo de los empleados públicos y la reducción del período de cobertura del seguro de desempleo a seis meses.
Mientras Rajoy realizaba su anuncio en el Parlamento, los mineros estaban en la calle junto a miles de ciudadanos que se sumaron, todos para exigir que se ponga fin a los recortes impulsados por el gobierno. Los manifestantes se enfrentaron a la policía antidisturbios, que les lanzó balines de acero recubiertos de goma y gases lacrimógenos. Algunos manifestantes regresaron con petardos y otros proyectiles y en medio del tumulto que siguió, al menos 76 personas resultaron heridas y ocho fueron arrestadas.
Stephane Grueso resume el movimiento de la siguiente manera: “Decimos que esta es una revolución popular. Nosotros somos el pueblo. No somos un partido. No somos un sindicato. No somos una asociación. No somos ‘indignados’. No estamos enojados. Somos el pueblo. Estamos en todas partes. Aquí, en Madrid, cada fin de semana hay 104 asambleas de vecinos. En cada una de las asambleas hay de cinco a quince personas que se reúnen para hablar de política a gran escala, de lograr la paz en el mundo, pero también de política a pequeña escala: qué problemas enfrentamos en nuestro vecindario. Esto sucede cada semana y esto es el 15-M. Estamos conectados y trabajamos juntos en España y con otros países. Estamos logrando cosas, no nos hemos detenido. No somos tan visibles ahora pero seguimos trabajando y volveremos a salir a las calles”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2012 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Una vez más, debemos reivindicar el sufragio universal

Por Amy Goodman

A medida que se intensifica la campaña electoral, un creciente número de estados intenta limitar la cantidad de personas que pueden votar. El porcentaje de personas con derecho al voto y que de hecho participan en las elecciones en Estados Unidos es, de por sí, vergonzosamente bajo. Florida, un estado disputado por ambos partidos, se prepara para la Convención Nacional Republicana: cinco días de pompa promocionada como una celebración de la democracia. Mientras organizan su fiesta, el gobernador republicano de Florida, Rick Scott, junto con su secretario de Estado, Ken Detzner, están eliminando sistemáticamente a personas del padrón electoral a través de bases de datos desactualizadas del propio estado, que contienen información errónea.
Muchos votantes de Florida recibieron hace poco una carta que decía que fueron eliminados del padrón electoral y que les queda poco tiempo para demostrar que son ciudadanos en regla. Han surgido cientos de casos de personas que, a pesar de tener ciudadanía estadounidense desde hace mucho tiempo, han sido eliminadas del padrón. Según la filial de Florida de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), “de las personas que han sido obligadas a demostrar su ciudadanía, un 61% es de origen hispano, cuando en realidad tan solo un 14% de los votantes registrados en Florida son hispanos”, lo que sugiere que hay un intento de eliminar a los latinos, que tienden a votar por los demócratas. Algo similar ocurrió en el año 2000, cuando la entonces Secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, eliminó sistemáticamente a afroestadounidenses del padrón electoral. El Departamento de Justicia le ordenó a Detzner que detuviera la purga de votantes. Sin embargo, tanto Detzner como el gobernador Scott prometieron continuar. El Departamento de Justicia, al igual que la ACLU y otros grupos, demandó al estado de Florida ante un tribunal federal.
Para el congresista de Georgia John Lewis, los intentos de limitar el acceso al voto no solo son burocráticos. “Es increíble, es inconcebible que a esta altura de nuestra historia, cuarenta y siete años después de que se aprobara la Ley de Derecho al Voto, estemos tratando de retroceder. Creo que se trata de un ataque sistemático y deliberado por parte de muchos de estos estados. No solo en Florida, no solo en los estados del sur, sino que en todo el país le están impidiendo a la gente la participación. Creo que es un intento de hacer trampa en esta elección incluso antes de que suceda. Para complicar aún más las cosas, para hacer aún más difícil que los ciudadanos de la tercera edad, que nuestros estudiantes, que las minorías, que los discapacitados puedan participar en un proceso democrático. Me da ganas de llorar. Después de que la gente dio su vida, luego de que muchas personas fueron golpeadas, heridas y asesinadas por ayudar a registrar a personas para que pudieran votar. Jamás olvidaré a los tres luchadores por los derechos civiles que fueron asesinados en el estado de Mississippi en la noche del 21 de junio de 1964”, declaró. El congresista Lewis se refería a James Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner, que fueron asesinados mientras registraban a afroestadounidenses para votar.
En 1961, Lewis, que tenía tan solo 21 años, era uno de los líderes de las denominadas “Freedom Rides”, que verificaban que las nuevas leyes federales que prohibían la segregación se cumplieran en todos los estados. Lewis, al igual que muchos otros, fue golpeado brutalmente cuando sus autobuses cruzaron las fronteras estatales hacia el sur profundo. Pero eso no lo detuvo. Se sentó en los mostradores segregados de las cafeterías, se unió al Comité Coordinador Estudiantil No Violento, del que pronto se convertiría en presidente. Me contó acerca de un momento clave en su vida y en la historia del país, la marcha por el Puente Edmund Pettus:
“El 7 de marzo de 1965, algunos de nosotros intentamos marchar desde Selma a Montgomery, Alabama, para demostrarle al país que la gente quería votar. Un joven afroestadounidense había sido asesinado de un disparo unos días antes en un condado vecino denominado Condado de Perry, en el cinturón negro de Alabama, el condado de donde son originarios Martin Luther King Jr., Juanita Abernathy y Andrew Young. Y su asesinato nos impulsó a tomar la decisión de marchar. En Selma, Alabama, en 1965, tan solo un 2,1% de la población negra en edad de votar figuraba en los registros de votación. El único lugar donde uno podía intentar registrarse era en un tribunal, donde había que pasar un denominado examen de ‘alfabetización’. Y le decían a la gente una y otra vez que no podrían aprobar el examen. Una vez le pidieron a un hombre que contara la cantidad de burbujas que hay en una barra de jabón. En otra oportunidad se le pidió a un hombre que contara la cantidad de frijoles que había en un frasco. Hubo abogados, médicos, maestros, amas de casa, catedráticos afroestadounidenses que no aprobaron el llamado ‘examen de alfabetización’”.
Lewis recordó que cuando él y muchos otros intentaron cruzar el puente Pettus, en Selma, al inicio de su marcha de 80 quilómetros hacia Montgomery: “Llegamos a la cima del puente y vimos una multitud de policías del estado de Alabama con sus uniformes azules y continuamos marchando, llegamos a acercarnos lo suficiente como para escucharlos. Y un oficial se identificó, dijo: ‘Soy el Mayor John Cloud de la policía estatal de Alabama. Esta marcha es ilegal y no permitiremos que continúe. Les doy tres minutos para dispersarse y regresar a sus iglesias’. Uno de los jóvenes que marchaba junto a mí, que lideraba la marcha, un hombre llamado José Williams, que trabajaba con Martin Luther King Jr., replicó: ‘Mayor, denos un momento para arrodillarnos y rezar’. Y el mayor dijo: ‘Oficiales: al ataque’. Vimos que se ponían las mascarillas anti-gas y luego se acercaron a nosotros y nos golpearon con sus cachiporras y sus látigos y nos aplastaron con sus caballos. Un oficial de la policía estatal me golpeó en la cabeza con su porra y sufrí una conmoción cerebral en el puente. No sentía mis piernas. Sentí que iba a morir, creí ver la muerte”.
Cuando le pregunté a Lewis qué fue lo que lo impulsó a seguir adelante a pesar de tanta violencia, me dijo: “Mi madre, mi padre, mis abuelos, mis tíos, la gente que me rodeaba nunca había podido votar. Había trabajado en todo el sur. En el estado de Mississippi la población negra en edad de votar ascendía a 450.000 personas y tan solo alrededor de 16.000 estaban registradas para votar. En aquella época no teníamos opción. Creo que nos persiguió lo que llamo el ‘espíritu de la historia’ y no podíamos darle la espalda”. El sufragio universal, el derecho al voto, nunca está a salvo, seguro. Nunca está completo. En este período electoral el dinero de unos pocos tendrá una gran influencia. Mientras tanto, los votos de muchos son eliminados y sus voces son silenciadas.
A menos que la gente luche para ampliar la participación en las elecciones, y no solamente para evitar la eliminación de votantes del padrón electoral, nuestra democracia correrá grave peligro.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2012 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

WikiLeaks vs. Stratfor: Persigamos la verdad y no a quienes la revelan

Por Amy Goodman

WikiLeaks, el sitio web de divulgación de información clasificada, publicó nuevamente una gran cantidad de documentos, esta vez de una empresa de inteligencia privada conocida como Stratfor. La fuente de la filtración fue el grupo de hackers “Anonymous”, que afirmó haber obtenido más de 5 millones de correos electrónicos de los servidores de Stratfor. Anonymous obtuvo el material el 24 de diciembre de 2011 y se lo proporcionó a WikiLeaks, que a su vez trabajó junto a 25 organizaciones de medios de todo el mundo para analizar los correos electrónicos y publicarlos.

Entre los correos electrónicos filtrados se encuentra un mensaje de una oración que sugiere que el gobierno estadounidense emitió un auto de procesamiento confidencial contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, mediante un gran jurado secreto. Además de mostrar a Stratfor como una empresa de inteligencia privada que realiza actividades ilícitas, que tiene estrechos vínculos con organismos de inteligencia de Estados Unidos y que brinda información tanto a empresas como a las Fuerzas Armadas estadounidenses, los correos electrónicos confirman la creciente convicción de que el gobierno de Obama, lejos de alejarse del secretismo de la era Bush/Cheney, está obsesionado con ocultar cierta información al público y se opone fuertemente a la transparencia.

Viajé a Londres el 4 de julio del año pasado para entrevistar a Assange. Cuando le pregunté acerca de la investigación del gran jurado, respondió: “No puede considerarse un jurado. Es una especie de tribunal medieval. Son entre 19 y 23 personas que juran mantener el secreto y no pueden consultar el asunto con nadie más. No hay juez ni abogado defensor pero hay cuatro fiscales. Es por eso que la gente que conoce bien el modo de proceder de un gran jurado en Estados Unidos afirma que éste acusaría a cualquiera que el fiscal considere pertinente”.

Cuando estaba por regresar de Londres, el periódico The Guardian publicó más información acerca del escándalo de escuchas telefónicas de la empresa News Corp. de Rubert Murdoch, que provocó el cierre de su periódico sensacionalista News of the World, el periódico dominical británico de mayor tirada en el Reino Unido. La coincidencia es pertinente ya que News of the World informaba acerca de todo menos de lo que proclamaba su nombre: las verdaderas noticias del mundo. Se centraba, en cambio, en detalles morbosos acerca de la vida privada de las celebridades, crímenes sensacionalistas y fotografías de mujeres semi desnudas. Gracias a este y a sus otros emprendimientos, Murdoch amasó una fortuna personal de 7.600 millones de dólares.

Tanto Murdoch como Assange nacieron en Australia, aunque Murdoch renunció a su nacionalidad australiana para obtener la ciudadanía estadounidense y así poder comprar más licencias de difusión de radio y televisión en Estados Unidos. Pero a diferencia de Murdoch, Assange ha protagonizado uno de los actos más valientes de la historia de las publicaciones al fundar wikileaks.org, un sitio web que permite a las personas entregar documentos en forma segura mediante la utilización de Internet de un modo que hace que sea casi imposible rastrear al informante. Assange y sus compañeros de WikiLeaks han publicado millones de documentos filtrados, los más importantes acerca de las guerras y ocupaciones de Estados Unidos en Irak y Afganistán, y miles de cables diplomáticos, verdaderas “noticias del mundo”. La fundación Sydney Peace le otorgó una medalla de oro a Assange por su “valentía excepcional y su defensa de los derechos humanos”. En cambio, el gobierno de Estados Unidos lo persiguió, posiblemente en virtud de la Ley de Espionaje. Murdoch es venerado como un pionero del mundo de las noticias, mientras que los expertos de los medios de televisión por cable de los que Murdoch es propietario piden abiertamente la muerte de Assange.

Los correos electrónicos de Stratfor se irán publicando de a poco, junto con el contexto brindado por los socios mediáticos de WikiLeaks. Los documentos ya revelan conexiones cercanas y potencialmente ilícitas entre empleados de Stratfor y funcionarios policiales y de inteligencia. La revista Rolling Stone informó que el Departamento de Seguridad Nacional vigiló las protestas de Occupy Wall Street a nivel nacional y que el Departamento de Seguridad Pública de Texas tiene un agente encubierto en Occupy Austin que reveló información a empleados de Stratfor. Stratfor es también contratada por empresas multinacionales para conseguir supuesta “información” acerca de sus críticos. Algunas de las empresas que han contratado los servicios de Stratfor son Dow Chemical, Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon y Coca-Cola.

Fred Burton, vicepresidente de inteligencia de Stratfor y ex director de contrainteligencia del cuerpo diplomático del Departamento de Estado de Estados Unidos, escribió en un correo electrónico: “No publicar. Tenemos un auto de procesamiento secreto contra Assange. Por favor, proteger”. Burton y otros empleados de Stratfor han mostrado un profundo interés en WikiLeaks a partir de 2010 y en sus correos se expresa una fuerte aversión hacia Assange en particular. Burton escribió: “Assange va a ser una linda novia en prisión. Revienten al terrorista. Va a comer alimento para mascotas toda su vida”. Otro empleado de Stratfor quería que a Assange se lo sometiera a tortura mediante la técnica del submarino.

Michael Ratner, asesor legal de Assange y WikiLeaks me dijo: “El gobierno de Obama ha perseguido a seis personas en virtud de la Ley de Espionaje, seis casos diferentes, el número más elevado desde que la ley entró en vigor en 1917. Entonces somos testigos de un esfuerzo del gobierno de Obama, a pesar de que afirmen lo contrario, de que quiere un gobierno cerrado y que está dispuesto a perseguir a los periodistas. Pueden discutir todo lo que quieran sobre violaciones técnicas a la ley, pero finalmente lo que sucede es que Estados Unidos quiere ocultar la verdad”.

1917 también fue el año en que el Senador estadounidense Hiram Johnson pronunció una frase célebre: “La primera víctima de la guerra es la verdad”. La Casa Blanca realizará una cena de gala esta semana en homenaje a los veteranos de la guerra de Irak. Bradley Manning es un veterano de la Guerra de Irak que no fue invitado. Está siendo juzgado por un consejo de guerra y podría ser condenado a cadena perpetua o a pena de muerte por supuestamente haber entregado miles de documentos militares y diplomáticos a WikiLeaks que revelaban información acerca de las víctimas de la guerra. El presidente Obama honraría más al país si también homenajeara a Assange y a Manning.

Debemos perseguir la verdad, no a quienes la revelan.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2012 Amy Goodman

Occupy Wall Street y el nuevo mundo feliz

Por Amy Goodman

Apenas pasada la 1 de la madrugada del martes recibimos la noticia de que la policía de la ciudad de Nueva York estaba haciendo una redada en el campamento de Occupy Wall Street. Fuimos rápidamente con el equipo de noticias de Democracy Now! hasta Zuccotti Park, ahora bautizado Plaza de la Libertad. Cientos de policías antidisturbios ya habían rodeado el área. Mientras la policía destrozaba las carpas, trabajadores de limpieza de la ciudad lanzaban las pertenencias de los manifestantes a los camiones de basura. Más allá de las barricadas, en el centro del parque, entre 200 y 300 personas se tomaban de los brazos formando una cadena humana y se negaban a ceder el espacio que habían ocupado durante casi dos meses. Fueron esposados y arrestados uno a uno.

Los pocos miembros de la prensa que logramos atravesar las barreras policiales fuimos enviados al área asignada a los periodistas, al otro lado de la calle frente al Zuccotti Park. Cuando nuestras cámaras comenzaron a grabar, estacionaron dos autobuses delante para impedirnos ver lo que sucedía del otro lado. Mis compañeros y yo logramos pasar entre los autobuses e ingresar al parque tras atravesar una montaña de carpas desarmadas, toldos y sobres de dormir. La policía casi logra impedir que los medios vean la destrucción.

Entre una pila de cosas amontonadas vimos una biblioteca destrozada. Ya dentro del parque encontré un libro en el suelo. Tenía inscripta la sigla “OWSL” de Occupy Wall Street Library, también conocida como la Biblioteca del Pueblo, una de las principales instituciones que había surgido de la dinámica democrática del movimiento. Según los últimos datos de los que se tenía registro, la biblioteca contaba con un total de 5.000 libros recibidos a través de donaciones. El que encontré entre los escombros de la democracia que estaba siendo arrojada a la basura fue “Nueva visita a un mundo feliz”, de Aldous Huxley.

A medida que avanzaba la noche aumentaba la ironía de haber hallado el libro de Huxley. Lo escribió en 1958, casi 30 años después de su famosa novela distópica “Un mundo feliz”. La obra original describía una sociedad del futuro donde la gente estaba estratificada entre pudientes y desposeídos. A los habitantes del “mundo feliz” se les proporcionaba placer, distracción, publicidad y drogas intoxicantes para volverlos complacientes: un mundo de perfecto consumismo donde las clases bajas hacían todo el trabajo para la élite.

“Nueva visita a un mundo feliz” fue el ensayo de Huxley en respuesta a la velocidad en que observó que la sociedad moderna se dirigía hacia ese futuro desolador. Haberme topado con ese libro no podía ser más pertinente: el campamento, que había sido motivado en gran medida por la oposición a la supremacía del comercio y la globalización, estaba siendo destruido.

Huxley escribió en su libro: “La Gran Empresa, hecha posible por el avance de la tecnología y la consiguiente ruina de la Pequeña Empresa, suele ser gobernada por el Estado, es decir, por un reducido grupo de jefes de partido y los soldados, policías y funcionarios públicos que cumplen sus órdenes. Una democracia capitalista, como la de los Estados Unidos, suele ser gobernada por lo que el profesor C. Wright Mills ha llamado la Élite del Poder”. Y continúa: “Esta Élite del Poder procura directamente ocupación en sus fábricas, oficinas y comercios a varios millones de los trabajadores del país, domina a muchos millones más prestándoles dinero para la compra de lo que ella produce y, como dueña de los medios de comunicación en masa, influye en el pensar, el sentir y el obrar de virtualmente todo el mundo”.

Uno de los trabajadores voluntarios de la Biblioteca del Pueblo, Stephen Boyer, estaba allí cuando allanaron el parque. Tras evitar ser arrestado y brindar primeros auxilios a sus compañeros, escribió: “Destruyeron todo lo que trajimos al parque. Nuestra hermosa biblioteca fue destruida. Nuestra colección de 5.000 libros desapareció. Nuestra carpa, que fue una donación, también fue destruida al igual que todo el esfuerzo que hicimos para levantarla”.

Poco después, la oficina del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, publicó una foto de una mesa con algunos libros y afirmó que los libros fueron bien conservados. Mientras tanto, la Biblioteca del Pueblo escribía el siguiente mensaje en tweeter: “Estamos contentos de ver que algunos libros están en buen estado. Ahora bien, ¿dónde están el resto de los libros y nuestra carpa y nuestras cajas?”. La carpa había sido donada a la biblioteca por la ganadora del Premio Nacional del Libro y leyenda del rock Patti Smith.

Muchos otros sitios de protesta del movimiento Occupy en otras ciudades fueron allanados recientemente. La alcaldesa de Oakland, Jean Quan, confesó a la BBC que había participado en una conferencia telefónica junto a los alcaldes de otras 18 ciudades para hablar de la situación. Otro informe de prensa observó que el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional habían asesorado a las autoridades de las ciudades.

Un juez del estado de Nueva York falló el martes a favor del desalojo y dictaminó que los manifestantes no pueden regresar al Parque Zuccotti ni con sus sobres de dormir ni con sus carpas. Tras el fallo, un abogado constitucionalista me envió un mensaje de texto que decía: “Solo recuerda: el movimiento está en las calles. Los tribunales siempre son el último recurso”. O como canta Patti Smith: “El pueblo tiene el poder”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur

La globalización de la disidencia, de la “Primavera árabe” a la ocupación en Wall Street

Por Amy Goodman

Soplan vientos de cambio en todo el mundo. Qué provocará ese cambio y cuando sucederá es algo imposible de predecir.

El pasado 18 de enero, en Egipto, una valiente joven dio un paso peligroso. Asmaa Mahfouz, de 25 años de edad, integraba el Movimiento 6 de abril junto a otros miles de jóvenes que participaban en debates en Internet acerca del futuro de su país. El movimiento se creó en 2008 para expresar la solidaridad de los jóvenes con los trabajadores de la ciudad industrial egipcia de Mahalla. Más adelante, en diciembre de 2010, el joven tunecino Mohamed Bouazizi se inmoló para protestar contra el sentimiento de desesperanza de su generación. Su muerte provocó el levantamiento en Túnez que derrocó al dictador que estuvo en el poder durante años, Zine el-Abidine Ben Ali.

Protestas similares se extendieron a Egipto, donde al menos cuatro hombres intentaron inmolarse. Uno de ellos, Ahmed Hashem el-Sayed, de Alejandría, falleció. Asmaa Mahfouz, indignada ante lo sucedido, publicó un video en Internet en el que miraba directamente a la cámara. Tenía la cabeza cubierta, pero mostraba su rostro. Se identificó con nombre y apellido y convocó a la gente a que se sumara a una congregación en la Plaza Tahrir el 25 de enero. En el video declaró: “Filmo este video para darles un simple mensaje: Vamos a marchar hacia la Plaza Tahrir el 25 de enero. Si aún nos queda honor y queremos vivir con dignidad en esta tierra, tenemos que marchar el 25 de enero. Iremos allí a exigir nuestros derechos humanos fundamentales. Ni siquiera hablamos de derechos políticos. Simplemente queremos que se respeten nuestros derechos humanos y nada más. Todo este gobierno es corrupto. El presidente es corrupto, las fuerzas de seguridad son corruptas. Estas personas que se inmolaron no tenían miedo de morir sino que temían a las fuerzas de seguridad. ¿No es increíble?”

Nueve meses más tarde, Asmaa Mahfouz se encontraba dando un discurso en el campamento de ‘Ocupemos Wall Street’ en Nueva York. El lunes por la noche, parada en las escalinatas frente a la multitud, no ocultaba su gran sonrisa mientras miraba el mar de rostros. Cuando terminó de hablar le pregunté de dónde sacaba la fuerza. Me respondió en inglés, con su humildad característica: “Cuando vi que un millón de personas se acercó a la Plaza Tahrir no podía creerlo. Y ahora creo que no tengo miedo, no soy más valiente que otros. Vi a mis compañeros egipcios enfrentarse a la policía cuando trataron de echarnos; ellos murieron por todos nosotros. Así que ellos son los verdaderos valientes y fuertes. Vi gente morir delante de mí porque querían protegerme y proteger a los demás. Ellos fueron los más valientes”.

Le pregunté cómo se sentía de estar en Estados Unidos, un país que había apoyado durante tanto tiempo al régimen de Mubarak en Egipto. Respondió: “Si bien le dieron dinero, poder y apoyo al régimen de Mubarak, nuestro pueblo, el pueblo egipcio, pudo vencer todo eso, pudo contra el poder estadounidense. El poder lo tiene el pueblo y no las balas ni las bombas ni el dinero estadounidense, nada de eso. El poder es de la gente. Por eso estoy aquí, para solidarizarme y apoyar a los manifestantes del movimiento Ocupemos Wall Street, para decirles ‘el poder es de la gente’, y ‘sigan así que finalmente vencerán’”.

La revolución egipcia ha tenido consecuencias para Asmaa. En el pasado mes de agosto fue arrestada por las Fuerzas Armadas egipcias. Mientras mi colega Sharif Abdel Kouddous informaba desde El Cairo, Asmaa publicó dos polémicos mensajes en tweeter que provocaron su arresto por parte del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el gobierno militar que ha estado al frente de Egipto desde el derrocamiento de Mubarak.

Su arresto provocó reacciones a nivel mundial. Grupos tan disímiles como la Hermandad Musulmana y Amnistía Internacional lo condenaron. Fue puesta en libertad pero, como Sharif advirtió en el momento, Asmaa fue tan solo una de los 12.000 civiles arrestados desde que comenzó la revolución egipcia.

El mismo tipo de arrestos están sucediendo ahora en Estados Unidos, en muchas de las protestas que tienen lugar en todo el país. Mientras Asmaa se preparaba para regresar a Egipto, cientos de policías antidisturbios arremetían contra el campamento de Occupy Oakland, donde dispararon balas de goma y lanzaron gases lacrimógenos. La Universidad de Nuevo México está amenazando con desalojar el campamento que se montó en su predio y que fue denominado “(Un)occupy Albuquerque” (Desocupar Albuquerque) para enfatizar que se trata de territorio indígena ocupado.

Asmaa Mahfouz es actualmente candidata al Parlamento egipcio y quizá algún día, afirma, lance su candidatura a la presidencia. Cuando le pregunté que le diría al Presidente Barack Obama, quien pronunció su discurso dirigido al mundo musulmán desde El Cairo, respondió: “Usted le prometió a la gente que sería el cambio y que ‘sí, podemos’. Entonces estamos aquí, y desde la ocupación en Wall Street le decimos lo mismo: ‘sí, podemos’. Podemos lograr la libertad; podemos obtener nuestra libertad incluso de usted”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

El 99 por ciento que ocupó Wall Street

Por Amy Goodman

Si 2.000 activistas del movimiento conservador Tea party se manifestaran en Wall Street, probablemente habría la misma cantidad de periodistas cubriendo el acontecimiento. 2.000 personas de hecho ocuparon Wall Street el sábado. No llevaban pancartas del Tea party ni la bandera de Gadsden con la serpiente en espiral y la amenaza ‘No te metas conmigo’. Pero su mensaje era claro: “Somos el 99 por ciento de la población que ya no tolerará la codicia ni la corrupción del 1 por ciento restante”, dijeron. Allí estaban, la mayoría de ellos jóvenes, protestando contra la especulación prácticamente no regulada y descontrolada de Wall Street, que provocó la crisis financiera mundial.
Uno de los multi-millonarios más conocidos de Nueva York, el alcalde Michael Bloomberg, comentó acerca del momento en que vivimos: “Muchos jóvenes que salen de la universidad no encuentran trabajo. Eso es lo que sucedió en El Cairo, es lo que sucedió en Madrid. No queremos ese tipo de disturbios aquí”. ¿Disturbios? ¿De eso realmente se trataron la Primavera Árabe y las protestas en Europa?
Quizá para desilusión del Alcalde Bloomberg, lo que sucedió en Egipto y en Europa es justamente lo que inspiró a muchas personas a ocupar Wall Street. En un reciente comunicado, la coalición de organizaciones que se están manifestando en Wall Street dijo: “El sábado realizamos una asamblea general de dos mil personas. El lunes a las 8 de la noche aún estábamos ocupando la plaza, a pesar de la constante presencia policial. Estamos construyendo el mundo que queremos, en base a la necesidad humana y a la sustentabilidad, en lugar de a la codicia de las empresas”.
Hablando del Tea party, el gobernador de Texas, Rick Perry, viene provocando altercados en forma permanente durante los debates presidenciales republicanos con su declaración de que el venerado sistema de seguridad social de Estados Unidos es “una estafa de tipo Ponzi”. Charles Ponzi se dedicó a estafar a miles de personas en 1920 mediante la promesa fraudulenta de que recibirían grandes ganancias a partir de inversiones. Una típica estafa Ponzi consiste en tomar el dinero de una serie de inversores y pagarles con el dinero de nuevos inversores, en lugar de pagarles a partir de ganancias reales. El sistema de seguridad social de Estados Unidos es de hecho solvente: tiene un fondo fiduciario de más de 2,6 billones de dólares. La verdadera estafa que amenaza al pueblo estadounidense es la insaciable codicia de los bancos de Wall Street.
Entrevisté a uno de los organizadores de la protesta “Ocupemos Wall Street”. David Graeber es profesor en Goldsmiths, Universidad de Londres, y es autor de varios libros. Su obra más reciente es: “Deuda: Los primeros 5.000 años”. Graeber señala que, en medio de la crisis financiera de 2008, se renegociaron deudas enormes entre bancos. Sin embargo muy pocas hipotecas recibieron el mismo trato. Graeber dice: “Las deudas entre los muy ricos o entre gobiernos siempre pueden ser renegociadas y, de hecho, siempre ha sido así en la historia mundial. No están grabadas en piedra. En términos generales, cuando los pobres tienen deudas con los ricos, de pronto las deudas se convierten en una obligación sagrada, más importante que ninguna otra cosa y la idea de renegociarlas se vuelve impensable”.
El Presidente Barack Obama recientemente propuso un plan de creación de empleo y mayores esfuerzos para reducir el déficit. Una de las propuestas es el llamado “impuesto a los millonarios”, que cuenta con el apoyo del multi-millonario y partidario de Obama, Warren Buffet. Los republicanos denominaron al impuesto “guerra de clases”.
Graeber comenta: “Durante los últimos 30 años hemos visto a los más ricos de nuestra sociedad librar una guerra política contra todos los demás y esta es la jugada más reciente de esa guerra, una medida que es totalmente disfuncional desde el punto de vista político y económico. Y este es el motivo por el cual los jóvenes simplemente han abandonado cualquier idea de recurrir a los políticos. Todos sabemos lo que sucederá. Los impuestos propuestos son una especie de simulación de gesto populista, que todos saben que será desechado. En realidad, lo que probablemente suceda es que habrá más recortes a los servicios sociales”.
Afuera, en la fría mañana del martes, los manifestantes iniciaron su cuarto día de protestas con una marcha en medio de una fuerte presencia policial e hicieron sonar la campana de apertura de “la bolsa del pueblo” a las 9.30 de la mañana, exactamente a la misma hora que suena la campana de la Bolsa de Nueva York. Mientras los banqueros permanecen seguros dentro de sus bancos rescatados, afuera, la policía arresta a manifestantes. En un mundo justo, con una economía justa, cabría preguntarse, ¿quién debería estar pasando frío afuera? ¿Quién debería ser arrestado?

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

La guerra, la deuda y el presidente

Por Amy Goodman

“El Congreso acaba de aprobar un acuerdo para reducir el déficit y evitar un default que hubiera devastado nuestra economía. Fue un debate largo y acalorado. Y quiero agradecer al pueblo estadounidense por presionar a sus funcionarios electos para que dejaran a un lado la política y trabajaran juntos por el bien del país”.

El Presidente Barack Obama elogió el acuerdo sobre la deuda el martes con las siguientes palabras: “No podemos equilibrar el presupuesto sobre las espaldas de las mismas personas que han soportado la mayor carga de esta recesión”. Sin embargo eso es precisamente lo que él y su círculo de asesores de Wall Street han hecho.

Alexander Hamilton escribió en 1790 que en los asuntos de las naciones “los préstamos en épocas de peligro público, especialmente en tiempos de una guerra externa, son un recurso indispensable”. Fue su primer informe realizado como secretario del Tesoro al nuevo Congreso de Estados Unidos. El país había pedido préstamos para luchar la Guerra de la Independencia, y Hamilton propuso un sistema de deuda pública para pagar dichos préstamos.

La historia de la deuda nacional estadounidense está inexorablemente vinculada a sus muchas guerras. La resolución de esta semana de la llamada crisis del techo de la deuda no es la excepción. El sumiso Congreso no solo acordó financiar las guerras del Presidente George W. Bush en Irak y Afganistán a través sucesivas partidas para “gastos de emergencia”, sino que también aceptó hacerlo con dinero prestado, aumentando sin objeciones el tope de endeudamiento en 10 ocasiones desde 2001.

¿Cómo le fue al Pentágono en la actual batalla presupuestaria? Parece que le fue bien. Pero a no confundirse con los soldados y los veteranos de guerra que han peleado en esas guerras.

“Este año se cumplen 50 años del discurso de [Dwight] Eisenhower sobre el complejo industrial-militar. Habló de la necesidad de una economía equilibrada, para una población próspera. Básicamente, está a la izquierda de Barack Obama con respecto a estos temas”, dijo William Hartung del Centro de Política Internacional a Democracy Now! mientras el Senado estaba reunido para votar el proyecto de ley sobre el tope de la deuda. Se refería, claro está, al difunto general devenido presidente republicano de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower.

Michael Hudson, presidente del Instituto para el Estudio de Tendencias Económicas de Largo Plazo, explicó la relación entre el tope de endeudamiento y la guerra desde una perspectiva histórica:

“[El tope] fue impuesto en 1917 durante la Primera Guerra Mundial, y la idea era impedir que el Presidente Wilson destinara aún más soldados y dinero estadounidense a la guerra. En todos los países europeos —en Inglaterra, en Francia— se introdujo el control parlamentario del presupuesto para impedir que reyes o gobernantes ambiciosos iniciaran guerras. De manera que la finalidad era limitar la capacidad de un gobierno de endeudarse para ir a la guerra, debido a que era el único motivo por el cual los gobiernos se endeudaban”.

La Ley de Control Presupuestario de 2011 dispone recortes drásticos en la red de seguridad social de Estados Unidos. El Congreso designará un comité de 12 miembros, denominado “Super Congreso”, con igual cantidad de miembros republicanos y demócratas, que debe determinar recortes por 1,2 billones de dólares para el Día de Acción de Gracias. Si el comité no logra cumplir esa meta, habrá amplios recortes obligatorios y generalizados. Los servicios sociales serían recortados, pero también se recortaría el presupuesto del Pentágono.

O tal vez no. El Comité Negro del Congreso y el Comité Progresista del Congreso se opusieron al proyecto de ley. El Presidente del Comité Negro del Congreso, Emanuel Cleaver, lo denominó “un sándwich satánico con baño de azúcar”. Para los años de ejercicio 2012 y 2013, el financiamiento discrecional aprobado se divide en dos categorías: las “vinculadas a la seguridad” y las “no vinculadas a seguridad”. Las categorías “no vinculadas a seguridad”, como los programas de alimentación, vivienda, los programas de asistencia de salud Medicare y Medicaid (la base de cualquier seguridad nacional verdadera), probablemente sean recortados. Pero el presupuesto de “seguridad” también se verá afectado, lo cual según los demócratas podría ser un incentivo para que los republicanos cooperen con el proceso.

La categoría de organismos y programas vinculados a seguridad incluye al “Departamento de Defensa, el Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento de Asuntos de los Veteranos, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, los servicios de inteligencia y asuntos internacionales”. Esto establece una dinámica en la que los halcones tratarán de recortar lo más posible el presupuesto de los cuerpos diplomáticos del Departamento de Estado y la ayuda extranjera para favorecer a sus patrocinadores del Pentágono y de la industria armamentista.

Bill Hartung habla del poder de los contratistas militares: “No querían que pareciera que tenían intereses especiales, pero trabajaron desde adentro. Y tenían al Presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, de su lado. Tenían a Buck McKeon, el director del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, cuyo mayor donante es Lockeed Martin, que obtuvo grandes instalaciones militares en su distrito. Tenían gente como Randy Forbes, cuyo distrito está cerca del complejo de astilleros Newsport News Shipbuilding, donde se construyen submarinos de ataque y portaaviones. Utilizaron su influencia para tener gente dentro, para tener a sus aliados en la Cámara Baja, para promover su agenda”.

El acuerdo sobre el tope de deuda del Presidente Obama es ampliamente considerado como una derrota histórica para los progresistas y un ataque exitoso contra los logros del New Deal y de la Gran Sociedad del siglo pasado. La Congresista demócrata de Maryland, Donna Edwards, que comparte con la mitad de los diputados demócratas el haber votado en contra del presidente, resumió en Tweeter su decepción: “Nada de los multimillonarios; muchos vacíos impositivos para las corporaciones; ¿Solamente el sacrificio de las clases más bajas? ¿Sacrificio compartido? ¿Equilibrio? Parece broma.”

La congresista Edwards explica, “Solo creo que sienta un mal antecedente para el futuro, ya sea que el recorte que comenzará a regir este año sea de 20.000 millones o de un billón de dólares. El marco que indica que podemos recortar el gasto del gobierno casi a cero y no aumentar los ingresos es realmente un mal acuerdo para el pueblo estadounidense. Claramente, represento al distrito progresista, pero también creo que es la voz del pueblo estadounidense que está diciendo ‘No estamos de acuerdo con que el dos por ciento de las personas que tienen mayores ingresos se salga con la suya, mientras el 98 por ciento restante tenemos que soportar toda la carga del gobierno’. Y no solo eso, sino que los factores que contribuyen a nuestra deuda a largo plazo son esas exenciones impositivas para los ricos, la factura de una receta del Presidente Bush que nunca se pagó y las guerras en Irak y Afganistán, y luego agregan a eso una crisis financiera que fue provocada por la irresponsabilidad del sector financiero. El pueblo estadounidense, gente pobre y de clase media, está diciendo ‘Un momento. Nosotros no hicimos nada de esto. No nos hemos beneficiado con nada de esto. Y no deberíamos tener que pagar por esto’.”

El grupo independiente Proyecto de Supervisión del Gobierno (POGO, por sus siglas en inglés) dice acerca del “Super Congreso” que “la creación del comité no incluye muchos requisitos de transparencia”. ¿Quién será el guardián? Mientras se acercan las elecciones de 2012, que prometen ser las más caras de la historia, es esperable que la propuesta de reducción de déficit del comité, que vence en el Día de Acción de Gracias y que está sujeta a votación directa, no de muchos motivos para dar gracias.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español. Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

El suicidio de soldados y la política de condolencias del presidente Barack Obama

Por Amy Goodman

El Presidente Barak Obama anunció recientemente que será revertida la política de larga data por la que se negaban cartas de condolencia del presidente a las familias de soldados que se hubieran suicidado. Los familiares de soldados muertos en combate reciben cartas del presidente. Sin embargo, el silencio oficial ha significado durante mucho tiempo el estigma de los que se quitan la vida. Esta medida significa un cambio de postura que se esperaba desde hacía mucho tiempo respecto al reconocimiento de la epidemia de suicidios de soldados y veteranos de guerra en este país, así como de la cantidad de heridas ocultas que deja la guerra.

La negación de cartas de condolencia en los casos de suicidio cobró relevancia a nivel nacional cuando Gregg y Jannett Keesling hablaron acerca del suicidio de su hijo Chancellor Keesling. Chance Keesling se integró al ejército en el año 2003. Luego de prestar servicio activamente en Irak, fue transferido a las Fuerzas de Reserva del Ejército y llamado nuevamente para prestar servicio en Irak en el año 2009. Los años de guerra habían dejado sus huellas en el joven de veinticinco años de edad. Como me dijo su padre, Gregg: “Fue entrenado para la reconstrucción de Irak. Era un ingeniero de combate entrenado. Operaba equipos grandes y amaba dirigir esos grandes equipos. Sin embargo, al final, fue entrenado nuevamente como artillero táctico para sentarse sobre un todoterreno militar, un Humvee. Y todo esto, porque en realidad allá no se estaba haciendo mucha reconstrucción.”

Cuando Chance Keesling regresó a su hogar, intentó acceder a un tratamiento psiquiátrico a través del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Guerra. Su matrimonio había fracasado y sabía que necesitaba sanar. Rechazó la oferta del Ejército de recibir un pago extra de veintisiete mil dólares para servir nuevamente en Irak. Finalmente, fue de todos modos enviado a Irak. Dos meses después de ser desplegado nuevamente, Chance llevó su revólver a una letrina y se disparó. En el informe que emitió, el Pentágono consideró su muerte como “un incidente no vinculado al combate”. Cinco meses después de su muerte y sumando a la herida el agravio, el Departamento de Asuntos de los Veteranos envió una carta a Chance, la cual fue recibida por sus padres, solicitándole completar su “Reajuste post despliegue.”

Kevin y Joyce Lucey entienden bien de qué se trata todo esto. Su hijo Jeffrey formó parte de la invasión a Irak en el año 2003. Luego de regresar a su hogar en Massachusetts, presentó síntomas de trastorno de estrés postraumático. A él y a su familia les fue casi imposible acceder a los servicios que necesitaban recibir a través del Departamento de Asuntos de los Veteranos. Jeffrey decidió automedicarse: se volcó al alcohol. Se vestía con ropas de camuflaje y caminaba por el barrio con su arma en la mano. Destruyó el automóvil de la familia. Una noche, tras cumplir veintitrés años, Jeffrey se acurrucó en el regazo de su padre, afligido. Kevin, su padre, recordó lo sucedido: “Esa noche me pidió si podía sentarse en mi regazo. Lo acuné durante tres cuartos de hora y luego se fue a su cuarto. Al día siguiente, el 22 de junio, lo tuve nuevamente en mi regazo mientras cortaba la soga que lo sujetaba a una viga.” Jeffrey Lucey se colgó en el sótano de la casa familiar. Sobre su cama yacían las chapas de identificación que había quitado a los soldados iraquíes a los que dijo haber matado.

Dado que Jeffrey era técnicamente un veterano y no estaba en servicio, su suicidio es uno más entre los miles que se sospecha que ocurren. Con frustración, Kevin Lucey resumió: “La cifra formal de suicidios que escuchamos nos parece tremendamente baja con respecto a la real. Debido a que, como decías, el suicidio de Jeff se encuentra entre los que no figuran en los cálculos, entre los que no son conocidos, los que no son reconocidos; es que en este momento ponemos el tema sobre la mesa ante la opinión pública, ya que sentimos, al igual que la familia Keesling, que es una situación que necesita ser discutida. Aunque hayan pasado los años, nuestro hijo murió en 2004, pero casi todos los años se anuncia la creación de una comisión presidencial de investigación. ¿Qué tan seguido es necesario investigar una epidemia de suicidios?”

No existe un sistema para llevar registro de los suicidios de los veteranos. Algunos estudios epidemiológicos llevados a cabo por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, así como otros estudios, sugieren que la tasa de suicidios en veteranos de guerra es siete u ocho veces mayor que en la población en general. Un informe del año 2005 y restringido a dieciséis estados estableció que los suicidios de veteranos de guerra representaban el veinte por ciento del total, un hallazgo extraordinario, considerando que los veteranos representan menos del uno por ciento de la población. Actualmente se cree que el trastorno de estrés postraumático afecta al treinta por ciento de los casi dos millones de soldados en actividad y veteranos de las guerras de Irak y Afganistán. La tasa de desempleo de veteranos de guerra de sexo masculino supera actualmente el veintidós por ciento.

Pensemos en una base: Fort Hood, Texas. El Mayor Nidal Hasan se enfrenta a la pena de muerte por presuntamente haber asesinado a trece personas en noviembre del año 2009 en el marco de un horrendo ataque sumamente difundido por los medios masivos de comunicación. Mucho menos conocida es la epidemia de suicidios que hay en esa base. Veintidós personas se quitaron la vida en ese lugar, tomando en cuenta sólo el año 2010.

Ni la familia Lucey, ni la familia Keesling recibirán una carta de condolencia del presidente a pesar del cambio respecto a esa política. La familia Keesling no la recibirá porque la medida no es retroactiva. La familia Lucey no la recibiría aunque lo fuera, ya que sólo se aplica a los suicidios cometidos por soldados en actividad desplegados en zonas de combate activo.

Quienes padecen trastorno de estrés postraumático pueden abandonar el campo de batalla. Lamentablemente, el campo de batalla nunca los abandona a ellos. Algunos ven en el suicidio su única salida. Ellos también son bajas de guerra.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Rápida y Furiosa: La guerra contra las drogas impulsada por Estados Unidos se cobra más vidas

Por Amy Goodman

Las muertes violentas de Brian Terry y Juan Francisco Sicilia, con apenas meses de diferencia, en la cada vez más peligrosa frontera entre México y Estados Unidos, provocaron el inicio de una revisión tardía de la llamada “Guerra contra las drogas” y un cuestionamiento del modo en el que el gobierno de Estados Unidos está, en definitiva, empeorando el problema.

La noche del 14 de diciembre de 2010, el agente Brian Terry se encontraba en el desierto de Arizona, patrullando como parte de la Unidad Táctica del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (BORTAC, por sus siglas en inglés), una fuerza policial altamente entrenada y armada, descrita como la fuerza paramilitar de élite de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Esa noche el grupo participó en un tiroteo, en el que Terry murió. A pesar de que su muerte podría haberse convertido tan solo en otro acto violento asociado con el tráfico de drogas en la frontera, un detalle provocó que diera lugar a un fuerte enfrentamiento entre el gobierno de Obama y el Congreso de Estados Unidos: las armas halladas en la escena del crimen, fusiles AK-47, fueron probablemente vendidas a delincuentes mexicanos en el marco de una operación encubierta de la Agencia Estadounidense de Control del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés).

Conocido con el nombre de “Operación Rápido y Furioso”, el programa secreto tenía como finalidad rastrear armas vendidas en Estados Unidos a supuestos intermediarios, personas que compran armas a nombre de otros. La operación de la ATF permitió que las armerías vendieran gran cantidad de armas a intermediarios que la ATF sospechaba compraban para cárteles de drogas mexicanos. En lugar de arrestar al intermediario, considerado por la ATF como un criminal relativamente menor, rastreaban las armas que ingresaban a México permitiría a la ATF arrestar a los cabecillas de los cárteles criminales. Al menos, ese era el plan.

Según el informe del Centro para la Integridad Pública, en el marco del programa “Rápido y Furioso” se vendieron al menos 1.756 armas. Alrededor de 300 fueron vendidas antes de que comenzara la operación. De esas más de 2.000 armas, tan solo 800 fueron recuperadas. Dos de las armas recuperadas fueron halladas en la escena del asesinato de Terry, en una región conocida como Peck Canyon, en la parte estadounidense de la frontera entre Nogales, México, y Tucson, Arizona.

El agente especial John Dodson de la ATF fue uno de los tantos agentes de campo que le dijo a sus superiores que la operación encubierta era imprudente. Sus preocupaciones no fueron atendidas y la operación continuó. Luego del asesinato de Terry, Dodson denunció la operación en primer lugar al Departamento de Justicia, luego al Senador republicano Charles Grassley. Grassley le pidió explicaciones al Fiscal General Eric Holder y ahora el Comité de Supervisión y Reforma del Gobierno de la Cámara de Representantes —presidido por el representante republicano Darrell Issa— está llevando a cabo una serie de audiencias sobre el caso.

Al sur de la frontera, Juan Sicilia y otros seis jóvenes fueron brutalmente asesinados en marzo de este año, apenas otras siete víctimas inocentes de la arrasadora violencia que está padeciendo México y que ya se ha cobrado las vidas de 35.000 personas desde diciembre de 2006, cuando el Presidente mexicano Felipe Calderón comenzó su ofensiva contra los cárteles de droga. Javier Sicilia, el padre de Sicilia, es un reconocido poeta e intelectual mexicano. Poco después del asesinato de su hijo, Sicilia escribió su último poema, dedicado a él. Ahora está comprometido con la lucha contra la violencia y el derramamiento de sangre en su país. Encabezó una manifestación en mayo desde Cuernavaca, su ciudad natal, hasta la famosa plaza del Zócalo en Ciudad de México, en la que participaron 200.000 personas. El fin de semana pasado, encabezó otra marcha hacia la frontera, y luego hasta El Paso, Texas.

Sicilia está en contra de los cárteles, por supuesto. Pero también culpa a Calderón y a Estados Unidos. Pide que se ponga fin a la “Iniciativa Mérida”, a través de la cual Estados Unidos proporciona armas y entrenamiento a las fuerzas militares mexicanas para la lucha contra el narcotráfico. Sicilia también pide la legalización de las drogas, una petición en la que es acompañado sorprendentemente por el ex presidente mexicano conservador, Vicente Fox y cada vez más por el propio Calderón.

El Presidente Calderón viajará a Estados Unidos esta semana. Recientemente cuestionó a la industria armamentista estadounidense por lucrar con la venta de armas que terminan en México. También criticó el levantamiento de la prohibición de las armas de asalto en Estados Unidos, lo que provocó un gran aumento de la violencia con armas en México.

Un nuevo informe publicado por tres senadores demócratas de Estados Unidos establece que aproximadamente el 70 por ciento de las armas incautadas en México entre 2009 y 2010 provinieron de Estados Unidos. De las casi 30.000 armas incautadas en México durante ese período, más de 20.000 provinieron de Estados Unidos.

Si algo debería ser rápido y furioso en Estados Unidos es el impulso de políticas sensatas y prudentes sobre control de armas y drogas. Quizá cuando eso suceda, Javier Sicilia vuelva a escribir poesía.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Una perfecta tormenta de estupidez

Por Amy Goodman.

“El cielo alborotado revela el dolor que siente.”

Estos versos fueron escritos por Henry Wadsworth Longfellow en su poema “Copos de Nieve”, publicado en 1863 junto a su célebre poema épico “La cabalagata de Paul Revere”. Gran parte del parloteo informativo de esta semana se centró en el desafortunado comentario de Sarah Palin acerca de la historia de la famosa cabalgata de Revere en abril de 1775. Revere estaba en una misión clandestina de medianoche para alertar a los revolucionarios estadounidenses sobre un inminente ataque británico. La versión incorrecta de Palin indica que Revere, montado a caballo, hizo sonar una campana y disparó un arma como advertencia para que los británicos se retiraran.

También es lamentable que los medios hayan gastado horas y horas en habar de la noticia de una serie de indiscreciones sexuales en Internet del congresista de Nueva York Anthony Weiner. Para aumentar el sensacionalismo–y entre comerciales de las industrias de petróleo, gas, carbón y energía nuclear-, se ve una noticia tras otra acerca de eventos climáticos extremos. Aquí reside el verdadero escándalo: ¿Por qué los meteorólogos de la televisión no acompañan cada noticia acerca de “condiciones climáticas extremas” con las palabras “cambio climático”? Necesitamos un Paul Revere de nuestro tiempo, ecologista, que advierta a la población sobre esta inminente amenaza.

Quién mejor para cumplir esa función que Bill McKibben, que ha hablado y escrito sobre el cambio climático y ha impulsado una organización a nivel mundial para combatirlo desde hace más de dos décadas. Le pregunté recientemente acerca de la vinculación entre las condiciones climáticas extremas y el cambio climático:

“Lo que sucede es que estamos haciendo de la Tierra un lugar más dinámico y violento. Eso es en esencia de lo que se trata el calentamiento global. Hemos retenido más energía solar dentro esta delgada capa atmosférica, y eso ahora se está expresando de diferentes maneras. No tenemos la certeza de que cierto tornado en particular haya sido provocado por el cambio climático. Siempre ha habido tornados. Pero sí sabemos que somos testigos de grandes niveles de actividad de tormentas eléctricas, inundaciones, sequías, de todas las cosas de las que los climatólogos nos vienen advirtiendo”.

McKibben, fundador de 350.org, una organización de base de acción por el clima, critica la cobertura que hacen los medios de los desastres climáticos: “Usted vio las fotos de Queensland en Australia, porque en Queensland, Australia hay mucha población blanca y cámaras de televisión. Pero no se han visto fotos similares de Sri Lanka, de Vietnam, de Filipinas, del noroeste de Río en Brasil, ahora tampoco de Colombia, lugares que han sufrido grandes inundaciones similares”.

Cuando McKibben habla de la Tierra como un “lugar más dinámico y violento”, se está refiriendo al clima. Pero el cambio climático podría provocar cada vez más violencia política real. Esta semana tuvo lugar en Oslo la Conferencia Nansen sobre Cambio Climático y Desplazamiento, en la que expertos de diferentes países se reunieron para trabajar sobre el creciente problema de los refugiados climáticos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, advirtió de dos amenazas: los desastres de evolución lenta, como las sequías y la desertificación, que llegan a “un punto de inflexión en el que las vidas y el sustento de las personas se ven seriamente amenazados hasta tal punto que no tienen otra opción que abandonar sus hogares” y “los desastres naturales que desarraigan a grandes cantidades de personas en cuestión de horas”.

Una de las principales preocupaciones es que a esos millones o quizá miles de millones de personas, que son o serán desplazadas, se les negará un refugio seguro. Como Naomi Klein, una verdadera Paula Revere, advirtió recientemente: “El cambio climático es la mayor crisis de todas, y mi temor es que si no somos cuidadosos, si no planteamos una visión positiva de cómo el cambio climático puede hacer que nuestras economías y nuestro mundo sean más justos, habitables, limpios y equitativos, entonces esta crisis será explotada para militarizar nuestras sociedades, para crear continentes fortificados”.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ha advertido también que la mayoría de los refugiados climáticos serán desplazados en sus propios países. Y no hace falta ir a Pakistán para ver pruebas de ello. Esta semana en Estados Unidos, la gente se vio obligada a huir de tornados en el oeste de Massachusetts, de inundaciones en Iowa y Colorado, e incendios forestales en Arizona. En Washington, D.C. y Texas los niveles históricos de calor están amenazando la vida de la gente, cuando aún no han llegado los meses más calurosos del verano.

No muy lejos de Oslo, en Bonn, Alemania, más de 3.000 delegados de 180 países se encuentran reunidos para definir un plan de trabajo de cara a la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU, que se realizará en Durban, Sudáfrica en diciembre. En el discurso que pronunció en el encuentro, Tove Ryding, de Greenpeace dijo: “De lo que estamos hablando aquí es de hecho de millones de puestos de trabajo ecológicos, de transformar a nuestras sociedades a sistemas de energía seguros, estables y basados en energía renovable y eficiencia energética”.

Esa iniciativa, dejar de depender de los combustibles fósiles y de la energía nuclear para volcarse a la energía renovable, está siendo apoyada cada vez por más países, especialmente tras el desastre de Fukushima. Japón acaba de confirmar la fusión de los núcleos de tres de los reactores nucleares de Fukushima.

Suiza y Alemania anunciaron que eliminarán progresivamente la energía nuclear. China, Alemania y Japón, tres de las cinco economías más importantes del mundo, están adelantándose a invertir en la investigación y utilización de fuentes de energía renovables.

El irrisorio financiamiento del gobierno de Obama para investigación en energía renovable es opacado por las decenas de miles de millones de dólares en subsidios a las industrias del petróleo, el carbón y la energía nuclear.

El clima mundial está cambiando, y los seres humanos son la principal causa. Nosotros, en Estados Unidos, el mayor contaminador histórico del mundo, ¿haremos caso a las advertencias de nuestros Reveres ambientales, o el cielo alborotado, como escribió Longellow, revelará cada vez más el dolor que siente?

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Esperanza y resistencia en Honduras

Por Amy Goodman

Mientras en Estados Unidos se conmemoraba el Día de los Caídos con un fin de semana largo, el pueblo hondureño vivía un acontecimiento histórico: el regreso del Presidente Manuel Zelaya, 23 meses después de su exilio forzado a punta de pistola en el primer golpe de Estado en Centro América en 25 años. Si bien Zelaya ya no es presidente, su regreso pacífico es una gran victoria para el movimiento de resistencia al golpe. A pesar de esto, el gobierno instaurado tras el golpe de Estado, bajo el mando del Presidente Porfirio “Pepe” Lobo, es cada vez más represivo, lo que suscitó que esta semana 87 miembros del Congreso estadounidense enviaran una carta a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, para exigir la suspensión de la ayuda a las fuerzas armadas y a la policía hondureñas.

Fui la única periodista estadounidense en el vuelo que llevó a Zelaya de regreso a Honduras. Allí le pregunté cómo se sentía acerca de su inminente regreso. “Lleno de optimismo, de fe, de esperanza. Todavía el diálogo y la acción política es posible ante las armas. No a la violencia. No a golpes militares. Golpes de Estado nunca jamás”.

Cuando el Presidente Zelaya aterrizó en Honduras, se arrodilló y besó el suelo. Fue recibido por decenas de miles de personas que lo ovacionaron mientras flameaban la bandera negra y roja del movimiento surgido tras el golpe, el Frente Nacional de Resistencia Popular, “la resistencia”, que ahora lidera Zelaya. Su primera parada: una concentración multitudinaria frente al monumento en memoria del joven Isis Obed Murillo, de 19 años de edad, que fue asesinado una semana después del golpe de 2009 cuando Zelaya intentó por primera vez regresar al país. Murillo se encontraba entre las decenas de miles de personas que esperaban el regreso de Zelaya en el aeropuerto. Los militares bloquearon la pista de aterrizaje y dispersaron a la multitud disparando balas de plomo, que mataron al adolescente.

Desde entonces, la violencia y la impunidad han sido moneda corriente. Campesinos, periodistas, estudiantes, maestros y cualquier otra persona en Honduras que se atreva a disentir se expone a intimidación, arresto y asesinato. Al menos 12 periodistas fueron asesinados allí desde el golpe, según el Comité para la Protección de los Periodistas. Muchos campesinos fueron asesinados. Esta semana, estudiantes de secundaria que protestaban contra el despido de maestros y la privatización de la educación fueron atacados violentamente por la policía a balazos y con gases lacrimógenos.

En el discurso que pronunció en el acto de bienvenida, el Presidente Zelaya dijo: “La presencia de ustedes esta tarde demuestra el apoyo de la comunidad internacional, que no se derramó la sangre en vano porque estamos en pie de lucha, manteniendo nuestras posiciones. Resistencia pacífica, compañeros, resistencia es hoy el grito de victoria del retorno a Honduras de todos los derechos y las garantías de la democracia hondureña”.

El actual gobierno de Honduras aceptó permitir el regreso de Zelaya para lograr la readmisión del país en la Organización de Estados Americanos en un intento de despojarse de la condición de paria que se ganó en América Latina debido al golpe.

Paria en América Latina, pero no en Estados Unidos. A pesar de que el Presidente Barack Obama incialmente calificó el derrocamiento de Zelaya como un “golpe”, el gobierno estadounidense pronto abandonó el uso del término. Pero no hay otra palabra que describa lo ocurrido. El domingo hablé con Zelaya en su casa, donde me contó lo sucedido.

Eran alrededor de las 5 de la madrugada del 28 de junio de 2009, cuando soldados hondureños encapuchados irrumpieron en su casa luego de haberle disparado a la puerta trasera.

“Me amenazaron que iban a disparar. Y yo les dije: ‘Si tiene orden de disparar, dispare. Pero sepa que le está disparando al Presidente de la República y usted es un subalterno’. Y ellos no dispararon sino que solo me sometieron a que los acompañara al vehículo, así, en ropa de cama. Aterrizamos en la base militar norteamericana de Palmerola. Ahí se reabasteció de combustible. Hubieron movimientos afuera, yo no sé con quién hablaron. Como quince o veinte minutos estuvimos ahí. Y después a Costa Rica. Lo demás es público.”.

En última instancia, lo más importante para Honduras no es el regreso de Zelaya, sino el regreso de la democracia. Zelaya estaba logrando apoyo popular para políticas como un aumento del 60% del salario mínimo, un plan para asumir el control de la base aérea estadounidense Palmerola con el objetivo de utilizarla como aeropuerto civil en lugar del peligroso Aeropuerto Internacional Toncontin, planes de distribuir tierra a campesinos y unirse al ALBA, el bloque cooperativo regional creado para disminuir el dominio económico de Estados Unidos. El día en que fue derrocado, Zelaya iba a realizar una consulta popular no vinculante para preguntarle a la población si quería llevar a cabo una asamblea nacional constituyente para evaluar posibles reformas a la Constitución. Ese, explica Zelaya, fue el motivo por el cual fue derrocado.

La Secretaria de Estado Clinton y su íntimo amigo Lanny Davis, que lleva adelante un poderoso lobby a favor del régimen golpista, ejercieron una fuerte presión a favor de la legitimación del actual gobierno de Lobo, a pesar de un cable interno del propio Departamento de Estado que comanda Clinton titulado “Asunto ineludible: El caso del golpe en Honduras”. El cable fue recientemente publicado por WikiLeaks y en él se afirma que el golpe fue claramente ilegal.

Cuando me dirigía al aeropuerto para tomar mi vuelo de regreso luego de este fin de semana histórico en Honduras, me topé con un grupo de maestros que llevaban un mes haciendo huelga de hambre frente al Congreso hondureño. Ellos, al igual que una amplia red de grupos de la sociedad civil hondureña, al tiempo que celebran el regreso de su presidente derrocado, tienen claras sus exigencias–que cuentan ahora además con el apoyo de 87 miembros del Congreso estadounidense: que se ponga fin a la violencia y a la represión en Honduras.

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Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Cumplir con la misión: Traer a los soldados de regreso a casa

Por Amy Goodman
Democracy Now en Español.

Un 1º de mayo, el presidente de Estados Unidos se dirigió al país y anunció una victoria militar. El 1º de mayo del año 2003, el Presidente George W. Bush vestido con un ajustado traje de piloto de guerra ingresó con aire resuelto a la cubierta del portaaviones USS Lincoln. Bajo una pancarta que decía “Misión Cumplida,” Bush declaró: “Compatriotas estadounidenses, las principales operaciones de combate en Irak han finalizado. En la guerra de Irak, Estados Unidos y nuestros aliados hemos triunfado.”
Eso sucedió ocho años antes del día en que el Presidente Barak Obama, sin traje de piloto y sin paso decidido y arrogante, diera el sorpresivo anuncio de que Osama bin Laden había sido asesinado durante una misión militar estadounidense (en un barrio residencial de una ciudad de Pakistán, no de Afganistán, cabe remarcar): “Esta noche puedo informar al pueblo estadounidense y al mundo que Estados Unidos llevó a cabo una operación que dio muerte a Osama bin Laden, líder de Al Qaeda y terrorista responsable del asesinato de miles de hombres, mujeres y niños inocentes.”
La guerra de Estados Unidos en Afganistán se ha transformado en la más larga en la historia de Estados Unidos. Los noticieros informan sumariamente que “El Talibán dio inicio a su ofensiva de primavera” como si fuera el lanzamiento de la línea de primavera de una marca de ropa. El hecho es que esta primavera viene dando señales de que va a ser la más violenta de la guerra, o como me dijo el valiente periodista Anand Gopal desde Kabul el martes: “Cada año fue más violento que el año anterior, por lo que sólo se trata de la continuación de esa tendencia. Sospecho que lo mismo se podrá decir del próximo verano. Muy probablemente sea el verano más violento desde 2001.”
Regresemos a aquel fatídico año. Poco después de los ataques del 11 de septiembre, el Congreso aprobó dar autorización al Presidente Bush para iniciar la guerra. La resolución fue aprobada en el Senado con 98 votos a favor y ninguno en contra, luego fue aprobada en la cámara baja con 420 votos a favor y 1 en contra. Ese único voto contra la invasión a Afganistán fue emitido por la Congresista de California Barbara Lee. El discurso de oposición a la Resolución Conjunta del Congreso n° 64 que dio en la cámara aquel 14 de septiembre debería ser de lectura obligatoria:
“Me pongo de pie hoy con el corazón apesadumbrado, lleno de tristeza por las familias y los seres queridos que fueron asesinados y heridos en Nueva York, Virginia y Pennsylvania. Solo los más tontos o los más despiadados no comprenderían el dolor que ha paralizado al pueblo estadounidense y a millones de personas en todo el mundo. El 11 de septiembre cambió al mundo. Ahora nos acechan nuestros miedos más profundos. Sin embargo, estoy convencida de que la acción militar no evitará otros actos de terrorismo internacional contra Estados Unidos. Esta resolución será aprobada aunque sabemos que el presidente puede declarar una guerra incluso sin ella. Sin embargo, por más difícil que sea esta votación, algunos de nosotros debemos exhortar a la moderación. Nuestro país está de luto. Algunos de nosotros debemos decir: retrocedamos un momento, hagamos una pausa, tan sólo por un minuto, y pensemos bien en las repercusiones de nuestras acciones de hoy, para que esto no se salga de control. Dudé muchísimo acerca de esta votación, pero hoy logré hacerle frente con sensatez. Durante el profundamente doloroso y aún así muy bello servicio en memoria de las víctimas comprendí que debía oponerme a esta resolución. Como dijo muy elocuentemente un miembro del clero: ‘En nuestras acciones, no permitas que nos convirtamos en el mal que deploramos.’”
Diez años después de su valiente discurso, la Congresista Lee, cuya postura contraria a la guerra se está convirtiendo cada vez más en la norma, pretende la revocación de esa resolución de guerra.
“Esa resolución fue un cheque en blanco, Amy. Al leer la resolución se observa que no estaba orientada a Al Qaeda ni a país alguno. Decía que el presidente está autorizado a usar la fuerza contra cualquier país, organización o individuo que considere responsable o vinculado a los ataques del 11/9. Era un cheque en blanco que autorizaba a usar la fuerza. No era una declaración de guerra, y sin embargo desde ese momento hemos llevado adelante la guerra más larga de la historia estadounidense hasta el momento, diez años, y aún no hay definido un plazo para su finalización.”
La Congresista Lee reconoce que Obama “se comprometió a comenzar una retirada significativa de tropas en julio”. Pero, ¿qué significado tiene la retirada de soldados en una guerra cuando permanecen en el terreno una gran cantidad de contratistas militares? En este preciso momento, los cien mil contratistas (a quienes muchos llaman “mercenarios”) superan en número a los soldados estadounidenses desplegados en Afganistán.
Gopal afirma que: “Estados Unidos es en realidad una fuerza fundamental de inestabilidad en Afganistán. Esto se da en dos sentidos. Estados Unidos y sus aliados se alían con actores locales como caudillos, comandantes y funcionarios del gobierno que se han convertido en una verdadera pesadilla para los afganos, en especial en el campo. Por otra parte están las acciones militares, redadas nocturnas, irrupciones en los hogares de la población, ataques aéreos, de eso se trata la vida cotidiana bajo la ocupación.”
El realizador de cine Robert Greenwald se asoció a veteranos del ejército contrarios a la guerra para producir el documental “Repensar Afganistán”, una serie de varias películas sobre la guerra que se encuentra disponible en rethinkafghanistan.com. En respuesta a la muerte de bin Laden, lanzaron una nueva petición para presionar al gobierno a que traiga de regreso a los soldados. Lee apoya esta petición: “No exagero al afirmar lo importante que es para nuestra democracia. Todas las encuestas demuestran que actualmente más de un 65 o 70 por ciento de la población está cansada de la guerra y entiende que es necesario poner a nuestros jóvenes hombres y mujeres, fuera de peligro. Se han comportado valientemente y bien. Han hecho todo lo que les hemos pedido. Ya es tiempo de traerlos de regreso a casa.”
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Un derramamiento de sangre respaldado por Estados Unidos mancha la “primavera árabe” en Bahrein

Por Amy Goodman

Tres días después de la renuncia de Hosni Mubarak a su larga dictadura en Egipto, el pueblo de Bahrein, pequeño estado del Golfo, se lanzó masivamente a las calles en Manama, capital del país, y se congregó en la Plaza de la Perla, su versión de la plaza egipcia de Tahrir. Bahrein ha sido gobernado por la misma familia, la dinastía de Khalifa, desde la década de 1780, hace más de doscientos veinte años. Con las manifestaciones, los bahreiníes no reclamaban el fin de la monarquía, sino una mayor representación en su gobierno.
A un mes del levantamiento, Arabia Saudita envió fuerzas militares y policiales a través del puente de más de 25 km que une el territorio continental saudí a la isla de Bahrein. Desde ese momento, se reprime cada vez con más fuerza y violencia a los manifestantes, la prensa y las organizaciones de derechos humanos.
Una valiente joven activista bahreiní a favor de la democracia, Zainab al-Khawaja, ha visto la brutalidad de cerca. Para su horror, fue testigo de cómo su padre, Abdulhadi al-Khawaja, un destacado activista por los derechos humanos, fue golpeado y arrestado. Desde Manama, así describió lo sucedido:
«Fuerzas de seguridad atacaron mi casa. Llegaron sin previo aviso. Derribaron la puerta del edificio, derribaron la puerta de nuestro apartamento y directamente atacaron a mi padre, sin explicar los motivos de su arresto ni darle oportunidad de hablar. Arrastraron a mi padre por las escaleras y lo golpearon frente a mí. Lo golpearon hasta que quedó inconsciente. Lo último que le oí decir fue que no podía respirar. Cuando traté de intervenir, cuando intenté decirles ‘Por favor, dejen de pegarle. Irá con ustedes voluntariamente. No necesitan golpearlo así.’ Básicamente me dijeron que cerrara la boca, me tomaron y me arrastraron escaleras arriba hasta el apartamento. Cuando volví a salir, el único rastro que había de mi padre era su sangre en la escalera.»
La organización de derechos humanos Human Rights Watch ha reclamado la inmediata liberación de Al-Khawaja. El esposo y el cuñado de Zainab también fueron arrestados. Zainab publica en Tweeter como «angryarabiya» y en protesta por las detenciones, inició una huelga de hambre a base de líquidos únicamente. También escribió una carta al Presidente Barack Obama en la que dice: «Si algo le pasa a mi padre, a mi esposo, a mi tío, a mi cuñado o a mí, lo declaro a usted tan responsable como al régimen de Al Khalifa. Su apoyo a esta monarquía hace que su gobierno sea cómplice de sus crímenes. Todavía albergo la esperanza de que usted se de cuenta de que la libertad y los derechos humanos significan lo mismo para una persona bahreiní que para una persona estadounidense.»
En el discurso de condena al gobierno de Gadafi, Obama justificó los recientes ataques militares a Libia con estas palabras: «Asesinaron a personas inocentes. Atacaron hospitales y ambulancias. Arrestaron, violaron y asesinaron a periodistas.» Ahora sucede lo mismo en Bahrein pero Obama no tiene nada para decir.
Al igual que en los levantamientos de Egipto y Túnez, el sentir es nacionalista y no religioso. El país es en un 70% chiíta pero gobernado por una minoría sunita. Sin embargo, una de las principales consignas presentes en las protestas ha sido «Ni chiíta, ni sunita, bahreiní.» Esto desacredita el argumento que esgrime el gobierno bahreiní acerca de que el actual régimen es la mejor defensa contra la creciente influencia de Irán, un país chiíta, en el rico en petróleo Golfo Pérsico. Súmese a esto el papel estratégico de Bahrein: es allí donde se encuentra la base de la 5ta flota naval estadounidense a cargo de proteger los «intereses estadounidenses» como el Estrecho de Ormuz y el Canal de Suez, y de brindar apoyo en la guerra de Irak y Afganistán. ¿No se encuentra también entre los intereses estadounidenses apoyar la democracia y no a los déspotas?
Nabeel Rajab es el presidente del Centro por los Derechos Humanos de Bahrein, organización que fue dirigida por el recientemente secuestrado Abdulhadi al-Khawaja. Rajab podría enfrentar un juicio militar por publicar la fotografía de un manifestante que murió mientras permanecía detenido. Rajab me dijo: «Cientos de personas están presas y son torturadas por ejercer su libertad de expresión. Y todo por venganza, porque un día, hace un mes, casi la mitad de la población de Bahrein se volcó a las calles a exigir democracia y respeto por los derechos humanos.»
Rajab observó que la democracia en Bahrein podría implicar la lucha por la democracia en las vecinas dictaduras del Golfo Pérsico, especialmente en Arabia Saudita. Es por eso que la mayoría de los gobiernos regionales tienen interés en que se ponga fin a las protestas. Arabia Saudita está bien posicionada para la tarea ya que es reciente beneficiaria del mayor acuerdo de venta de armas en la historia de Estados Unidos. A pesar de las amenazas, Rajab fue firme: «Mientras respire, mientras viva, voy a seguir haciendo. Creo en el cambio. Creo en la democracia. Creo en los derechos humanos. Estoy dispuesto a dar mi vida. Estoy dispuesto a dar lo que sea para alcanzar esta meta.»
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

El regreso de Aristide a Haití: la travesía de una larga noche que se hizo día

Por Amy Goodman

En la madrugada del 17 de marzo, el ex presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide abordó un pequeño avión junto con su familia en Johannesburgo. A la mañana siguiente llegó a Haití. Habían pasado más de siete años desde que fue secuestrado de su casa en Haití tras un golpe de Estado que contó con el apoyo de Estados Unidos. En 2010, Haití fue azotado por un terrible terremoto que dejó un saldo de más de 300.000 muertos y un millón y medio de personas sin hogar. Una epidemia de cólera llevada al país por las fuerzas de ocupación de la misión de Naciones Unidas podría haber contagiado a casi 800.000 personas. La mayoría de la población vive con menos de un dolar diario. Ahora Aristide, por lejos la figura más popular de Haití en la actualidad y el primer presidente electo democráticamente de la primera república negra del mundo, regresó a su país.

“Bon Retou Titid” (“Buen retorno, Titid”, la forma afectuosa para referirse a Aristide) decían los carteles y coreaba la gente en Puerto Príncipe, mientras miles se congregaron para acompañar a Aristide desde el aeropuerto Toussaint L’Ouverture hasta su casa. L’Ouverture encabezó el levantamiento esclavo que fundó Haití en 1804. Tuve la oportunidad de viajar junto con Aristide, su esposa, Mildred, y sus dos hijas desde Johannesburgo a Haití en el pequeño avión proporcionado por el gobierno de Sudáfrica. Fue mi segundo vuelo junto a ellos. En marzo de 2004, la familia Aristide intentó regresar del exilio forzoso en la República Centroafricana, pero nunca logró regresar a Haití. El entonces Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, y otros funcionarios estadounidenses advirtieron a Aristide que se mantuviera lejos del Hemisferio Occidental. La familia Aristide no hizo caso a dicha presión, e hizo una parada en Jamaica antes de viajar a Sudáfrica, donde permaneció hasta el fin de semana pasado.

Justo antes de las elecciones de este domingo en Haití, el Presidente René Preval le dio a Aristide el pasaporte diplomático que le había prometido hacía mucho tiempo. Dos meses antes, el 19 de enero, el entonces portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, P.J. Crowley, escribió en Tweeter, en referencia a Aristide: “Hoy Haití necesita mirar hacia el futuro, no al pasado”. Mildred Aristide se sintió indignada por este comentario. Cuando la entrevisté en el avión, minutos antes de su regreso a Haití, dijo que Estados Unidos había dicho eso desde que obligaron a su esposo a salir del país en 2004: “Cuando estábamos en la República Centroafricana, alguien nos dio un libro sobre Barthélemy Boganda, el fundador de la República Centroafricana y el precursor de su independencia, porque en última instancia murió antes de que la República Centroafricana lograra su independencia de Francia. Y había una oración en el libro que me dejó paralizada. Se cuestionaba a Boganda por continuar siendo crítico de las relaciones entre la Francia colonial y la República Centroafricana, y le decían ‘Estás hablando del pasado’. A lo que Boganda replicó: ‘Dejaría de hablar del pasado, si no estuviera tan presente’”.

Mark Toner, el nuevo portavoz del Departamento de Estado, dijo la semana pasada: “El ex Presidente Aristide eligió permanecer fuera de Haití por siete años. Que regrese esta semana solamente podría ser considerado como una decisión consciente de tener un impacto en las elecciones de Haití.”

Jean-Bertrand Aristide no eligió irse ni permanecer fuera de Haití, y el gobierno de Obama lo sabe. El 29 de febrero de 2004, Luis Moreno, el número 2 de la Embajada de Estados Unidos en Haití, fue a la casa de la familia Aristide y los llevó por la fuerza al aeropuerto. Frantz Gabriel era el guardaespaldas personal de Aristide en 2004. Lo conocí cuando estuve con la familia Aristide en la República Centroafricana, y lo volví a ver el viernes cuando la familia Aristide regresó a Haití. Recordó: “El presidente no se fue voluntariamente, porque todos los que vinieron a acompañar al presidente hasta el aeropuerto eran militares. Yo estuve en las fuerzas armadas de Estados Unidos y se cuál es el aspecto de un oficial de infantería, y también sé cuál es el aspecto de un oficial de las fuerzas especiales. Lo que me llamó la atención fue que cuando abordamos el avión, todos se cambiaron el uniforme y se pusieron vestimenta civil. Y en ese momento supe que se trataba de una operación especial”.

Estados Unidos continúo impidiendo el regreso del Presidente Aristide durante los siguientes siete años. Precisamente la semana pasada el Presidente Barack Obama llamó al Presidente sudafricano Jacob Zuma para expresar su “profunda preocupación” ante el posible regreso de Aristide, y presionó a Zuma para que impidiera que viajara. Zuma tiene el mérito de haber ignorado la advertencia. Cables diplomáticos estadounidenses publicados por WikiLeaks revelan que durante muchos años hubo maniobras consensuadas para impedir el regreso de Aristide a Haití, entre ellas el castigo diplomático a cualquier país que ayudara a Aristide, e incluso la amenaza de bloquear el ingreso de Sudáfrica en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Luego de aterrizar en Puerto Príncipe, Aristide no perdió el tiempo. Se dirigió al pueblo haitiano desde el aeropuerto. Sus palabras tocaron un punto fundamental de las elecciones que acaban de llevarse a cabo en ese país: que su partido político, el partido más popular de Haití, Fanmi Lavalas, está proscrito, fue excluido de las elecciones. Aristide dijo: “El problema es la exclusión, y la solución es la inclusión. La exclusión de Fanmi Lavalas es la exclusión de la mayoría. La exclusión de la mayoría significa que están excluyendo exactamente a la rama sobre la cual todo estamos sentados. El problema es la exclusión. La solución es incluir a todos los haitianos sin discrmininación, porque todos somos personas”. Al reencontrarse con el país que no había visto durante siete años, el Presidente Aristide expresó: “Haití, Haití, cuánto más lejos estoy de tí, más me cuesta respirar. Haití, te quiero y siempre te querré. Siempre”.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Cuando las empresas eligen a los déspotas antes que la democracia

Por Amy Goodman

«La gente llevaba un cartel que decía ‘Para: Estados Unidos. De: El pueblo egipcio. Dejen de apoyar a Mubarak. ¡Se terminó!'» decía el tweeter de mi valiente colega y productor en jefe de Democracy Now! Sharif Abdel Kouddous, desde las calles de El Cairo.

Más de dos millones de personas se manifestaron el martes en todo Egipto; la mayoría de ellas inundaron la plaza Tahrir de El Cairo. Tahrir, que significa “liberación” en árabe, se convirtió en el epicentro de lo que parece ser una revolución en gran medida pacífica, espontánea y sin líderes en el país más poblado de Medio Oriente. Este increíble levantamiento que desafió el toque de queda militar, fue conducido por los jóvenes, que constituyen la mayor parte de los 80 millones de habitantes del país. Twitter y Facebook y los mensajes de texto de teléfonos celulares ayudaron a esta nueva generación a vincularse y organizarse, a pesar de vivir desde hace tres décadas en una dictadura apoyada por Estados Unidos. En respuesta, el régimen de Mubarak, con la ayuda de empresas estadounidenses y europeas, cortó el acceso a Internet y restringió el servicio de telefonía celular, dejando a Egipto en la oscuridad digital. A pesar de los cortes, como me dijo el activista mediático y profesor de comunicaciones C.W. Anderson con respecto a si lo que estaba ocurriendo en Medio Oriente era una especie de revolución de Twitter: “no es la tecnología, sino la gente la que hace la revolución”.

La gente en las calles exige democracia y autodeterminación. Sharif viajó a Egipto el viernes por la noche, a un terreno incierto. Las odiadas fuerzas de seguridad del Ministerio del Interior y la policía de camisas negras leales al Presidente Hosni Mubarak estaban reprimiendo y matando gente, arrestando periodistas y rompiendo y confiscando cámaras.

El sábado por la mañana, Sharif se dirigió a la plaza Tahrir. A pesar del bloqueo a Internet y los mensajes de texto, Sharif, talentoso periodista y genio de la tecnología, pronto halló la manera de publicar mensajes en Tweeter desde Tahrir: “Qué escena asombrosa: están pasando tres tanques cargados de gente que grita ‘¡Fuera Hosni Mubarak!’”.

Egipto ha sido el segundo gran receptor de ayuda externa de Estados Unidos durante décadas, después de Israel (sin contar los fondos gastados en las guerras y ocupaciones de Irak y Afganistán). El régimen de Mubarak ha recibido alrededor de 2 mil millones de dólares al año desde que asumió el poder, en su inmensa mayoría para las fuerzas armadas.

¿A dónde fue a parar ese dinero? En general a empresas estadounidenses. Le pedí a William Hartung de la fundación New America Foundation, que explicara esto:

«Es una forma de bienestar empresarial para empresas como Lockheed Martin y General Dynamics, porque el dinero va a Egipto y luego vuelve para aviones F-16, para tanques M-1, para motores de aeronaves, para todo tipo de misiles, para pistolas, latas de gases lacrimógenos de una empresa llamada Combined Systems International, cuyo nombre figura al costado de las latas halladas en las calles de Egipto».

Hartung acaba de publicar un libro, Los profetas de la guerra: Lockheed Martin y la creación del complejo militar industrial. Continuó diciendo: “Lockheed Martin ha encabezado acuerdos de 3.800 millones de dólares en estos últimos diez años; General Dynamics de 2.500 millones para tanques; Boeing de 1.700 millones para misiles y helicópteros y Raytheon para todo tipo de misiles para las fuerzas armadas. Entonces, básicamente este es un elemento fundamental destinado a mantener el régimen, pero gran parte del dinero se recicla. Los contribuyentes podrían simplemente darle el dinero directamente a Lockheed Martin o General Dynamics”.

De manera similar, la “llave general” para bloquear Internet y los teléfonos celulares en Egipto fue activada con la colaboración de las empresas. La empresa Vodafone (el gigante mundial en telefonía celular propietaria del 45 por ciento de las acciones de Verizon Wireless en Estados Unidos) con sede en el Reino Unido, intentó justificarse en un comunicado de prensa: “Nos quedó claro que Vodafone no tenía opciones legales ni prácticas, sino que debía satisfacer las exigencias de las autoridades”.

Narus, una subsidiaria de Boeing Corp., vendió equipamiento a Egipto para permitir “una inspección profunda de paquete” (DPI, por sus siglas en inglés), según Tim Karr del grupo de política de medios Free Press. Karr dijo que la tecnología de Narus “permite a las empresas egipcias de telecomunicaciones ver los mensajes de texto de los teléfonos celulares e identificar el tipo de voces disidentes que existen. También brinda herramientas tecnológicas para ubicar dichas voces geográficamente y rastrearlas”.

Mubarak prometió no presentarse como candidato a la reelección en septiembre. Pero el pueblo de Egipto le exige que se vaya ahora. ¿Cómo duró 30 años? Quizá eso se pueda explicar mejor en relación con una advertencia de un general del ejército de Estados Unidos hace 50 años, el Presidente Dwight D. Eisenhower que dijo “Debemos tratar de evitar que el complejo militar-industrial adquiera influencia injustificada, ya sea buscada o no”.

Ese complejo mortal no solo es un peligro para la democracia a nivel nacional, sino también cuando apoya a déspotas en el extranjero.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 650 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Darrell Issa, aléjese de las corporaciones


Por Amy Goodman

¿Se acuerdan de “freedom fries” o “papas fritas de la libertad”? Ese es el nombre que los representantes republicanos, la última vez que tuvieron la mayoría, le dieron a las papas fritas (que en inglés se llaman “French fries”), luego de que Francia se negara a apoyar la invasión a Irak. Parecería que el cambio de nombre a las papas fritas es lo único que en materia de regulación alimentaria están dispuestos a apoyar algunos miembros del Congreso.

La nueva mayoría republicana amenaza con impulsar una avalancha de investigaciones. El congresista republicano por California Darrell Issa es el nuevo presidente del Comité de Control y Reforma del Gobierno. Issa ha estado diciendo vía Tweeter cuáles son los temas que tiene intenciones de investigar. Esta es una de sus publicaciones más recientes en Tweeter: “Lista de investigaciones de control iniciales y continuas: las filtraciones de WikiLeaks, la seguridad alimentaria y de medicamentos estadounidenses y la eficacia de los retiros de productos del mercado por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés)…”

El momento que escogió para anunciar que controlará la seguridad alimentaria fue impecablemente oportuno, justo un día antes de que el Presidente Obama promulgara, según estaba previsto, la Ley de Modernización de Seguridad Alimentaria de la FDA, uno de los últimos proyectos de ley aprobados por la cámara baja antes de que el Congreso iniciara el receso a fines de diciembre. La nueva ley otorga a la Administración de Alimentos y Medicamentos autoridad para ordenar el retiro de productos del mercado, entre otras facultades orientadas a proteger a los estadounidenses de enfermedades transmitidas por los alimentos. Aunque no lo crean, hasta ahora, la FDA sólo podía recomendar un retiro del mercado, pero no ordenarlo.

Esta nueva ley no llegará a tiempo, sin embargo, para ayudar a Shirley Mae Almer que murió el 21 de diciembre de 2008 tras haber contraído salmonella al ingerir crema de maní contaminada. Almer y al menos otras ocho personas murieron a causa de la enfermedad que contrajeron por consumir la crema de maní King Nut y otros productos hechos con el maní contaminado de Peanut Corporation of America. Almer falleció hace dos años y su familia acaba de entablar una demanda federal. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) informan que al menos setecientas catorce personas contrajeron la enfermedad durante ese brote en cuarenta y seis estados. Este organismo afirma que millones de personas por año contraen enfermedades que se transmiten a través de los alimentos, de las cuales, ciento veintiocho mil deben ser hospitalizadas y tres mil pierden la vida, lo que representa más de ocho personas por día.

La Asociación Estadounidense de Salud Pública, integrante de la coalición por la seguridad alimentaria Make Our Food Safe, celebró la nueva ley que, según dice: “finalmente comenzará a ocuparse de los peligrosos vacíos que ha dejado el lamentablemente obsoleto sistema de seguridad alimentaria de nuestro país.” Pero que un proyecto sea promulgado y se transforme en ley no significa que vaya a recibir financiación. Los republicanos en el Congreso pueden aún impedir el financiamiento (como parece que van a hacer con algunos artículos de la ley de reforma del sistema de salud aprobada el año pasado). El congresista republicano Jack Kingston de Georgia, integrante del Subcomité de Gastos de la Cámara de Representantes que financia la FDA, declaró al periódico The Washington Post: “Nadie quiere que la gente se enferme, y deberíamos esforzarnos siempre por garantizar que los alimentos sean seguros. Sin embargo, eso no es motivo para un gasto de mil cuatrocientos millones de dólares.”

¿De veras? Es un consuelo saber que Kingston no quiere que nadie se enferme, pero eso no cambia el hecho de que millones de personas sí se enferman. Cuando se trata de seguridad alimentaria, así como de seguridad aérea, seguridad minera, o cualquier industria, las regulaciones salvan vidas.

Sin embargo, según informó Politico, Darrell Issa envió cartas a ciento cincuenta asociaciones de comercio, compañías y grupos de especialistas pidiendo que le aconsejaran sobre qué regulaciones debe investigar. Un fragmento de la carta, que fue publicada por NBC News, dice: “Solicito su colaboración para identificar aquellas regulaciones existentes y propuestas que hayan tenido un impacto negativo en el crecimiento de la tasa de empleo dentro de la actividad industrial de sus miembros. Se agradecen además sugerencias para la reforma de las regulaciones que se identifiquen y del proceso legislativo.”

El enfoque de Issa es similar al del nuevo jefe del Comité de Servicios Financieros de la
Cámara de Representantes, el congresista republicano Spencer Bachus de Alabama. Bachus declaró a The Birmingham News: “En Washington, la opinión es que se debe regular a los bancos; en mi opinión Washington y los reguladores deben estar al servicio de los bancos.”

Debería estar claro ahora por qué la Cámara de Comercio de Estados Unidos y las corporaciones que la integran pusieron tanto dinero en las elecciones. Una nueva encuesta realizada por el grupo Union of Concerned Scientists revela que muchos científicos e inspectores del gobierno creen que los intereses corporativos están socavando la seguridad alimentaria en Estados Unidos.

Darrell Issa es el miembro más rico de la cámara de representantes y cuenta con un capital neto de ciento sesenta millones de dólares que ganó con el sistema de alarmas para autos Viper, ese que dice a todo volumen (con la voz del mismo Issa) “Aléjese del auto.”

Señor Presidente del comité Darrell Issa, proteja a los estadounidenses, aléjese de las corporaciones.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 650 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

“Assanginato”: Del asesinato del personaje a la realidad

Por Amy Goodman

A pesar de haberle sido otorgada la libertad bajo fianza, el fundador y editor de WikiLeaks, Julian Assange, permanece detenido en Londres a la espera de los trámites de extradición a Suecia, para responder al pedido de un fiscal de ese país. Formalmente, no se le ha acusado de ningún delito. Sus abogados se enteraron de que en Estados Unidos se confeccionó en secreto la lista de un gran jurado y que es muy probable que se esté preparando una acusación federal.

Al mismo tiempo, políticos y analistas insisten en que Assange debería ser asesinado.

Por ejemplo, el estratega y analista del Partido Demócrata Bob Beckel declaró a Fox Business: “¿Quién resulta dañado por todo esto? El pueblo estadounidense y la seguridad nacional de Estados Unidos. La forma de ocuparse de este tema es muy simple. Tenemos fuerzas especiales. Un muerto no puede filtrar nada. Este hombre es un traidor, es desleal y ha violado todas las leyes de Estados Unidos. No estoy a favor de la pena de muerte, por lo que habría sólo una forma de hacerlo, por fuera de la ley, pegarle un tiro al hijo de puta.”

El congresista republicano de larga data de Nueva York, Peter King, calificó a WikiLeaks de “organización terrorista extranjera.” Afirmó además que la página web “claramente representa un peligro a la seguridad nacional de Estados Unidos en este momento” y agregó: “Esto es incluso peor que un ataque físico a los estadounidenses, es peor que un ataque militar.”

En respuesta, una de las abogadas de Assange en Londres, Jennifer Robinson, dijo: “Obviamente tomamos este tipo de declaraciones públicas muy en serio. Quienes las hacen deberían ser denunciados a la policía por incitación a la violencia.”

Uno de los co-panelistas de Bob Beckel en Fox afirmó que lo que había que hacer era: “cortarle la cabeza a la serpiente”, frase que irónicamente adquirió mayor significado cuando a los pocos días apareció en uno de los cables filtrados. En ese cable, el embajador saudí en Estados Unidos Adel al-Jubeir “recordó que el Rey con frecuencia había exhortado a Estados Unidos a atacar Irán y poner fin de esa manera al programa de armamento nuclear. ‘Él les dijo que le corten la cabeza a la serpiente.’”

Por otra parte, Julian Assange ha obtenido apoyos sorprendentes. El conservador Jack Goldsmith, Profesor de Derecho de la Universidad de Harvard, publicó en su blog: “Me doy cuenta de que estoy de acuerdo con quienes creen que Assange está siendo excesivamente vilipendiado. No resulta obvio cuál es la ley que ha violado; no entiendo por qué están tan enfurecidos con Assange y tan poco con el New York Times.” (WikiLeaks se asoció a varias agencias de noticias, entre ellas el periódico New York Times, para la publicación de sus documentos.)

El Coronel Lawrence Wilkerson, ex jefe de despacho del Secretario de Estado Colin Powell, junto a un grupo de ex funcionarios de gobierno escribieron una carta de apoyo a Assange en la que expresan: “WikiLeaks ha logrado que el genio de la transparencia salga de su oscura botella, y por eso, hay fuerzas poderosas en Estados Unidos, fuerzas que funcionan mejor en secreto, que intentan desesperadamente guardar al genio nuevamente en la botella.”

Lo mismo ocurre con un grupo feminista británico. Dado que el principal motivo que se hizo público para el arresto de Assange se relaciona con un interrogatorio en Suecia por presuntos delitos sexuales, Katrin Axelsson, del grupo Women Against Rape escribió en una carta al periódico británico The Guardian: “Muchas mujeres de Suecia e Inglaterra nos preguntamos acerca de la inusual vehemencia con la que se persigue a Julian Assange por denuncias de violación. A las mujeres no nos agrada ver cómo se utilizan nuestras demandas de seguridad para otros fines, mientras que en el mejor de los casos las violaciones siguen siendo ignoradas, y en el peor, incluso encubiertas.”

En una columna de opinión publicada en el periódico The Australian poco después de su arresto, Julian Assange señala que en el Departamento de Estado estadounidense hay un coro de voces que dice: ‘¡Arriesgarás vidas! ¡La Seguridad Nacional! ¡Pondrás en riesgo a los soldados!’ con la publicación de esa información; y ‘después dicen que no hay nada importante en lo que publica WikiLeaks. O una cosa, o la otra.’”

En declaraciones para la televisión australiana Assange dijo: “Mis convicciones son firmes. Sigo fiel a los ideales que he expresado y si algo creció durante este proceso, es mi certeza de que los mismos son verdaderos y correctos.”

Los trámites de extradición son complejos y llevan tiempo. Por ese motivo, WikiLeaks, que no es solamente Julian Assange, sino una red de personas y servidores distribuida geográficamente, ha prometido continuar facilitando la publicación de documentos de gobiernos y corporaciones. El Departamento de Justicia de Estados Unidos, si abre una causa, tendrá que responder a esta pregunta: Si WikiLeaks es una organización delictiva, ¿qué serían sus socios mediáticos como el New York Times?

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe, Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 650 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

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Cancún, Cambio Climático y WikiLeaks

Por Amy Goodman

Cancún, México. Esta semana, se llevan a cabo aquí en Cancún, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, negociaciones de vital importancia para revertir el calentamiento global provocado por los seres humanos. Se trata de la primera reunión de gran importancia desde el fracaso de la Cumbre de Copenhague del año pasado y se desarrolla al término de la década más calurosa de que se tenga registro. Aunque es mucho lo que está en juego, las expectativas son muy pocas y según hemos sabido gracias a los cables diplomáticos clasificados publicados por WikiLeaks recientemente, Estados Unidos, el mayor contaminador de la historia del planeta, está involucrado en lo que un periodista ha llamado aquí “un negocio muy, muy sucio.”

Un negocio sucio de verdad. El año pasado en Copenhague, apenas arribó a la ciudad, el Presidente Barak Obama logró aislar del resto de la cumbre a un grupo selecto de países, al que sólo se podía acceder con invitación, para negociar lo que se dio a conocer como el “Acuerdo de Copenhague.” Este acuerdo esboza un plan para que los países “se comprometan” públicamente a reducir las emisiones de carbono, al tiempo que aceptan comprometerse a algún tipo de proceso de verificación. También, según este acuerdo, los países ricos y desarrollados se comprometerían a pagar miles de millones de dólares a países pobres en vías de desarrollo para ayudarlos a adaptarse al cambio climático y para que tengan economías basadas en energías ecológicas en su camino hacia el desarrollo. Puede que esto suene bien, pero en realidad el acuerdo fue diseñado para reemplazar al Protocolo de Kyoto, un tratado vinculante a nivel mundial que cuenta con más de ciento noventa países signatarios. Llama la atención que Estados Unidos nunca lo haya firmado.

Los cables del Departamento de Estado estadounidense publicados por WikiLeaks ayudan a esclarecer lo que sucedió. Uno de los principales críticos de los países desarrollados en la etapa previa a la cumbre de Copenhague fue el Presidente Mohamed Nasheed de la República de Maldivas, un país formado por pequeñas islas en el Océano Índico, quien finalmente suscribió el Acuerdo de Copenhague. Un memorando secreto del Departamento de Estado de EE.UU. filtrado a través de WikiLeaks, fechado 10 de febrero de 2010, resume las consultas que hizo el entonces recientemente nombrado embajador de Maldivas en Estados Unidos, Abdul Ghafoor Mohamed. El memorando informa que durante su encuentro con el enviado especial adjunto de Estados Unidos para el cambio climático Jonathan Pershing, el embajador dijo:

“A Maldivas le gustaría que los países pequeños como Maldivas que están en la primera línea del debate sobre el cambio climático, reciban una ayuda concreta por parte de las economías mayores. De esa manera, otros países se darían cuenta de que pueden obtener ventajas a partir de su expresión de conformidad”. Mohamed pidió cincuenta millones de dólares para desarrollar proyectos tendientes a proteger Maldivas del aumento del nivel del mar.

Pershing figura en un memorando relacionado al de Maldivas, y fechado una semana después, que refiere a una reunión que tuvo con Connie Hedegaard, Comisaria Europea de Acción por el Clima que desempeñó un papel clave en Copenhague, al igual que ahora en Cancún. Según el memorando “Hedegaard sugirió que los países de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus silgas en inglés) ‘podrían ser nuestros mejores aliados’ ya que necesitan financiamiento.” En otro memorando, fechado 17 de febrero de 2010, se informó que “HEDEGAARD respondió que debemos hacer algo respecto a los países que no cooperan, como Venezuela o Bolivia.” Las declaraciones provenían de una reunión con el Asesor Adjunto de Seguridad Nacional para Asuntos Económicos Internacionales Michael Froman. El memorando continúa diciendo: “Froman estuvo de acuerdo en que necesitamos neutralizar, cooptar o marginar a estos y otros países como Nicaragua, Cuba o Ecuador.”

El mensaje es claro: Si juegan con Estados Unidos, recibirán ayuda. Si se oponen, recibirán castigo.

Aquí, en Cancún, pregunté a Jonathan Pershing y al principal negociador estadounidense y enviado especial para el cambio climático Todd Stern acerca de los memorandos y acerca de si el papel de Estados Unidos equivalía a soborno o democracia: “Se discute mucho aquí, dentro y fuera de la cumbre, acerca de la coerción que se ejerce tanto para que los países firmen el acuerdo como para castigar a aquellos que no lo firman, como Bolivia y Ecuador. La pregunta que va y viene es: ‘¿Esto es soborno o democracia?’ ¿Qué podemos esperar de esto? ¿Cuáles son sus comentarios acerca de las publicaciones de WikiLeaks?”

Stern respondió: “Acerca de las publicaciones de WikiLeaks, en sí mismas, no tengo comentarios, es la postura del gobierno de Estados Unidos. En relación a su pregunta más amplia, le contaré una breve anécdota. Ha de recordarse una de las intervenciones más enérgicas, elocuentes y fuertes de la noche final de la Cumbre de Copenhague del año pasado, cuando el ministro de Noruega, Eric Solheim, se puso de pie tras haber sido acusado directamente de que Noruega incurría en soborno por ser tan generosos en sus contribuciones de asistencia para paliar los efectos del cambio climático. Solheim se puso de pie y dejó sin argumentos a quien había sugerido tal cosa, al decirle que no podía, por un lado, pedir ayuda y exponer una sólida causa legítima de necesidad de asistencia por el cambio climático; y por otro lado darnos la espalda y acusarnos de soborno. Si desean acusarnos de soborno, eliminemos entonces la causa de cualquier acusación de soborno, eliminemos el dinero. Estuve completamente de acuerdo con él en ese momento y lo sigo estando ahora.”

Le pregunté: “Entonces ¿qué sucede con los países que fueron castigados? Bolivia y Ecuador…”

Y Stern dijo: “Pasemos a la próxima pregunta.”

El moderador dijo: “Creo que pasaremos a la próxima pregunta, por este otro lado de la sala…”

Sí, esta pregunta se refería a los países a los que Estados Unidos retiró el dinero de asistencia destinado a minimizar los efectos climáticos, como Ecuador y Bolivia, por oponerse al Acuerdo de Copenhague. Tanto él, como Pershing, como el moderador ignoraron la pregunta.

Sin embargo, Pablo Solón, embajador de Bolivia para las Naciones Unidas, sí tiene una respuesta. Solón dijo que los hechos hablan por sí mismos: “Sólo puedo referirme a los hechos, porque una cosa que puedo decir respecto a las publicaciones de WikiLeaks es que no contienen hechos, por tanto no quiero juzgar a ningún país en base a eso, pero lo que les puedo asegurar es que han cortado la asistencia a Bolivia y Ecuador. Eso es un hecho. Además lo dijeron muy claramente: ‘Vamos a cortarla porque ustedes no apoyan el Acuerdo de Copenhague.’ Y eso es chantaje.” El Embajador Solón no se muestra optimista respecto al resultado de las negociaciones que se desarrollan en Cancún.

Solón dijo: “Los compromisos que se plantean en este momento implican un aumento de la temperatura de cuatro grados Celsius. Eso es una catástrofe para la vida humana y para la Madre Tierra”.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe, Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 650 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

WikiLeaks y el fin de la “diplomacia” estadounidense

Por Amy Goodman

Una vez más WikiLeaks ha publicado una enorme cantidad de documentos. Esta vez, se trata de cables diplomáticos del Departamento de Estado estadounidense. El sitio web de revelación de datos secretos anunció que publicará gradualmente más de doscientos cincuenta mil documentos durante los próximos meses. De esta manera, los documentos podrán ser analizados y recibir la atención que merecen. Los cables son comunicaciones internas escritas entre embajadas de Estados Unidos de todo el mundo y también con el Departamento de Estado. WikiLeaks habla de la filtración como “el mayor conjunto de documentos confidenciales que jamás se hayan dado a conocer, que proporcionan una visión sin precedentes de las actividades en el exterior del gobierno estadounidense.”

Los críticos sostienen, al igual que lo hicieron cuando se filtraron documentos secretos referidos a Irak y Afganistán, que habrá víctimas fatales como resultado de estas filtraciones. Sin embargo, se podría, en realidad, salvar vidas, dado que la forma en que Estados Unidos hace diplomacia se encuentra más expuesta que nunca – así como la aparente facilidad con la cual el gobierno de Estados Unidos cumple (o no) con el dicho del periodista pionero I.F. Stone: “Los gobiernos mienten.”
Observemos el caso de Khaled El-Masri. El-Masri fue secuestrado en Macedonia en el marco del llamado «programa de rendición extraordinaria» de la CIA, por medio del cual el gobierno de Estados Unidos secuestra personas en cualquier parte del mundo y las entrega secretamente a un tercer país, adonde puedan ser objeto de torturas. Khaled El-Masri cuenta lo que le sucedió: “Me llevaron a una habitación, estaba esposado y me habían vendado los ojos. Cuando la puerta se cerró, recibí golpes por todas partes. Entonces fui humillado. Pude oír que me tomaban fotos durante el proceso, mientras estaba completamente desnudo. Luego me ataron las manos por detrás de la espalda, me pusieron cadenas en los tobillos y una bolsa en la cabeza. Luego fui introducido brutalmente en un avión y en el aeropuerto me tiraron al piso. Cuando desperté, estaba en Afganistán. Me sacaron brutalmente del avión y me pusieron en el cofre de un automóvil.”
Khaled El-Masri estuvo prisionero y fue torturado en una cárcel secreta en Afganistán durante meses hasta que la CIA lo dejó abandonado en una carretera desierta de Albania. Esto sucedió a pesar de que la CIA sabía desde hacía tiempo que había secuestrado al hombre equivocado. El-Masri, ciudadano alemán, intentó que se hiciera justicia en los tribunales alemanes y todo indicaba que trece agentes de la CIA enfrentarían cargos. En ese momento intervino la embajada de Estados Unidos en Berlín y realizó, según uno de los cables, la siguiente amenaza: “la emisión de órdenes de captura internacional tendría un impacto negativo en las relaciones bilaterales.” Nunca se presentaron cargos en Alemania, lo que sugiere que la amenaza diplomática funcionó. Aún así, los trece agentes enfrentan todavía cargos en España, donde los fiscales gozan de un poco más de libertad con respecto a las presiones políticas.
O al menos eso creíamos. De hecho, España también se destaca en los documentos filtrados. Entre los cables, hay uno de fecha 14 de mayo de 2007 escrito por Eduardo Aguirre, un banquero cubano-estadounidense conservador nombrado embajador en España por George W. Bush. En el cable, Aguirre escribió: “Para nosotros, tendrá consecuencias importantes que se continúe planteando el caso Couso, por el que tres soldados estadounidenses enfrentan cargos en relación a la muerte del camarógrafo español José Couso, ocurrida durante la batalla por Bagdad en 2003.”
Couso era un joven camarógrafo de la cadena española de televisión Telecinco que estaba filmando desde el balcón del Hotel Palestina en Bagdad el 8 de abril de 2003, cuando un tanque del ejército estadounidense disparó sobre el hotel, en el que se alojaban principalmente periodistas, causando la muerte a Couso y a un camarógrafo de la agencia de noticias Reuters. El Embajador Aguirre intentaba invalidar el juicio iniciado por la familia Couso en España.
El hermano de José Couso, Javier Couso, inició el proceso judicial por su hermano José junto a su madre. Aunque un tribunal español ha reabierto la causa recientemente, Javier Couso reaccionó ante el cable filtrado en estos días por WikiLeaks y dijo: “Nosotros estamos en primer lugar indignados y horrorizados; horrorizados porque no podemos creer que el gobierno de mi país y la fiscalía actúen conspirando con un gobierno extranjero para impedir la investigación de lo que le pasó a un ciudadano español; e indignados porque nos han mentido continuamente, nos hemos reunido con todas esas personas del gobierno y de la fiscalía y ellos decían que no iban a obstaculizar el caso.”
Además, el embajador estadounidense presionó al gobierno español para que desistiera de realizar un juicio, que sentaría precedente, contra el ex Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y otros funcionarios del gobierno de Bush. En el mismo memorando Aguirre escribe: “El Vice Ministro de Justicia dijo también que el gobierno español se opone firmemente a la acusación presentada contra el ex Ministro Rumsfeld y tratará de que sea desestimada. El juez que entiende en la causa nos ha dicho que ha iniciado ya los procedimientos para desestimar el caso.”
Estas revelaciones han convulsionado al gobierno de España, ya que los cables muestran claramente los intentos de Estados Unidos por incidir en el sistema de justicia de ese país.
Hace varios años, el Embajador Aguirre declaró al periódico español El País: “Soy el plomero de George Bush, voy a resolver todos los problemas que George ponga en mis manos.”
En otra serie de cables, el Departamento de Estado de Estados Unidos ordena a su personal de las Naciones Unidas y del resto del mundo que espíen a funcionarios gubernamentales, e increíblemente, también da instrucciones de que recaven información biométrica de los diplomáticos. El cable dice textualmente: “Los datos deben incluir direcciones de correo electrónico, números de teléfono y fax, huellas digitales, imágenes faciales, escaneo de iris y de ADN.”
WikiLeaks sigue asociada a un grupo de medios de comunicación de todo el mundo: el periódico inglés The Guardian, El País, de España, el New York Times, la revista alemana Der Spiegel y el periódico francés Le Monde. David Leigh, editor de investigaciones del periódico The Guardian me dijo: “Esta serie de revelaciones no ha terminado aún. Desde el periódico The Guardian y otras cadenas de noticias del mundo iremos haciendo revelaciones, a partir de ahora y día a día, posiblemente durante toda la semana próxima y quizás más. Por lo cual, todavía no hemos visto nada.” Queda más de un cuarto de millón de cables que no han sido dados a conocer públicamente aún.
Hace cuarenta años, Noam Chomsky, reconocido analista político y lingüista, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ayudó a Daniel Ellsberg, el primer informante de Estados Unidos, a revelar los Documentos del Pentágono. Le pregunté a Chomsky acerca de los cables recientemente publicados por WikiLeaks y respondió: “La principal importancia de los cables que han sido publicados hasta ahora radica en lo que nos dicen sobre el liderazgo occidental. Lo que revelan es un profundo odio a la democracia.”

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Un grito desde Argentina: ‘Cierren Guantánamo’


18 de noviembre de 2010–“Guantánamo va a seguir abierto en el futuro inmediato”, le dijo esta semana un funcionario no identificado de la Casa Blanca al Washington Post. Para tener un ejemplo de cómo proceder con la tristemente célebre base naval estadounidense en Cuba, el Presidente Barack Obama debería fijarse en un viejo edificio de la armada argentina en Buenos Aires.

Por Amy Goodman

“Guantánamo va a seguir abierto en el futuro inmediato”, le dijo esta semana un funcionario no identificado de la Casa Blanca al Washington Post. Para tener un ejemplo de cómo proceder con la tristemente célebre base naval estadounidense en Cuba, el Presidente Barack Obama debería fijarse en un viejo edificio de la armada argentina en Buenos Aires.
Cuando Ana María Careaga tenía 16 años y estaba embarazada, matones de las Fuerzas Armadas argentinas la secuestraron en la calle, la llevaron a un centro clandestino de detención y la torturaron durante cuatro meses. Era el año 1977 y las Fuerzas Armadas acababan de dar un golpe de Estado en Argentina. Treinta mil personas fueron “desaparecidas” entre 1976 y 1983 por la brutal Junta Militar en Argentina. La Junta gozaba del apoyo entusiasta del entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, a quien se le atribuye haber autorizado la creación de una red de terrorismo de Estado integrada por varios gobiernos militares de la región y denominada “Plan Cóndor” que asesinó a 60.000 personas en América del Sur.
Décadas más tarde, Argentina salió de la dictadura y de la reciente debacle económica como una de las nuevas democracias progresistas de América Latina. Ana María Careaga, que ahora tiene 50 años, es la directora del Instituto Espacio para la Memoria en la vieja Escuela de Mécanica de la Armada en pleno Buenos Aires, donde 5.000 personas fueron detenidas, torturadas y, en su mayoría, luego fueron asesinadas. El objetivo del instituto es preservar la memoria de este capítulo nefasto de la historia argentina.
Ana temía perder a su bebé. Entre los horrores que tuvo que soportar se cuentan reiteradas descargas eléctricas con una picana en la vagina. Mientras estaba detenida, su madre, Esther Careaga, se unió a otras madres de jóvenes que habían sido desaparecidos. Se reunían en la Plaza de Mayo, llevando las fotografías de sus hijos desaparecidos y marchaban en círculo para concientizar, protestar y lograr apoyo internacional contra la violencia y el terrorismo de Estado argentino.
Luego de que Ana fue liberada y recibió asilo político en Suiza, Esther Careaga no dejó de marchar alrededor de la Plaza de Mayo. Estuve en Buenos Aires esta semana y le pregunté a Ana por qué: “Cuando yo salí en libertad, mi mamá volvió a la Plaza de Mayo y las madres le dijeron ‘qué hacés acá si vos ya recuperaste a tu hija’ y ella dijo ‘yo voy a seguir hasta que aparezcan todos, porque todos los desaparecidos son mis hijos’. Eso mostraba que lo de ella no era una búsqueda individual, sino una búsqueda colectiva”.
Esther Careaga, otras dos Madres de la Plaza de Mayo y dos monjas francesas fueron desaparecidas, torturadas y asesinadas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977. Fueron llevadas a la vieja Escuela de Mecánica de la Armada, donde con macabra sofisticación, el gobierno militar argentino llevaba adelante lo que se conoce como «vuelos de la muerte»: luego de torturar a sus víctimas, las drogaban y, mientras estaban aún con vida, apilaban sus endebles cuerpos en aviones. Los aviones sobrevolaban las aguas costeras y lanzaban los cuerpos de las víctimas desde el avión. Tiempo después, un viento y una marea poco frecuentes arrastraron el cuerpo de Esther Careaga y de otras personas a la orilla, y finalmente fueron identificados.
Desde el lugar donde su madre fue vista con vida por última vez en el centro de tortura, Ana me mostró un libro que contiene un memorando diplomático de Estados Unidos, obtenido en virtud de la Ley de Libertad de Información. El documento demuestra que la embajada de Estados Unidos en Argentina sabía que su madre había sido asesinada y que su cuerpo había sido recuperado, cosa que Ana y su padre no supieron durante décadas.
En la actualidad, los sobrevivientes de los campos de detención y el gobierno argentino están juzgando, – y en la mayoría de los casos condenando–a muchos de los represores y torturadores (Kissinger aún no fue juzgado, y se dice que toma muchos recaudos antes de viajar al exterior para evitar ser arrestado). Ana asiste a dos juicios a la vez: los lunes, martes y miércoles asiste al juicio de quienes torturaron y asesinaron a su madre. El resto de la semana, en la misma sala de audiencias, asiste al juicio de sus propios torturadores. Ella es un testimonio viviente de la búsqueda paciente y disciplinada de justicia.
Lo que nos lleva de vuelta a Guantánamo. Mientras Estados Unidos sermonea a Cuba acerca de su falta de democracia y mantiene el bloqueo contra el país desde hace décadas, uno pensaría que debería dar un ejemplo de democracia en la parte de la Isla que está bajo su control. Sin embargo, instaló allí un campo de concentración que ha recibido un enérgico repudio a nivel internacional, un territorio kafkeano fuera del alcance de la ley.
El nuevo Relator Especial de la ONU sobre la Tortura está exhortando a Estados Unidos a que investigue y condene la tortura cometida durante el gobierno de George W. Bush. En la primera entrevista que brindó desde que asumió el cargo como nuevo Relator Especial de la ONU sobre la Tortura, Juan Ernesto Méndez dijo: “Estados Unidos tiene el deber de investigar todos los actos de tortura. Lamentablemente no hemos visto muchas señales de que asuman responsabilidad”. Méndez tiene planes de visitar Guantánamo. Él mismo fue víctima de tortura durante la dictadura argentina.
Hay todavía alrededor de 180 hombres detenidos en la Bahía de Guantánamo, con cada vez menos perspectivas de ser juzgados algún día por un tribunal real. Durante años fueron sometidos a interrogatorios y aislamiento prolongado, lo que se considera tortura tanto de hecho, como en términos legales. El Presidente Obama prometió cerrar la prisión de Guantánamo. Es poco probable que el Congreso financie ahora el cierre de Guantánamo y el traslado de los prisioneros, lo cual deja al presidente encadenado a Guantánamo, condena a los prisioneros allí a la detención y desesperación por tiempo indeterminado, y profundiza la indignación con la que muchos en el mundo miran a Estados Unidos.
Ana María Careaga es una sobreviviente de la tortura que trabaja en el mismo lugar en que su madre fue torturada y donde pasó sus últimas horas. Su consejo al Presidente Obama es simple: “Cierren Guantánamo”.