Archivo de la etiqueta: Amy Goodman

Las guerras de Obama no se toman vacaciones

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Amy Goodman y Denis Moynihan.

Mientras la familia Obama se prepara para pasar las vacaciones en la isla Martha’s Vineyard, alguien debería recomendarle al Presidente que lleve el libro “Trampa 22” (cuyo título original en inglés es Catch-22) como lectura de verano. Esta clásica sátira contra la guerra del escritor Joseph Heller, publicada en 1961 y basada en las experiencias del autor como piloto de un avión de combate en la Segunda Guerra Mundial, lamentablemente es muy pertinente en la actualidad, cuando las guerras de Obama en Afganistán y otras partes del mundo continúan prolongándose.
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Edward Snowden y el programa de espionaje inconstitucional de Estados Unidos

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Amy Goodman

Edward Snowden admitió públicamente esta semana ser el responsable de lo que podría ser la filtración más importante de documentos secretos del gobierno en la historia de Estados Unidos. El ex funcionario de la CIA y analista de la empresa privada de consultoría de inteligencia Booz Allen Hamilton habló en Hong Kong con Glenn Greenwald, del periódico The Guardian, con la cineasta independiente Laura Poitras y con Barton Gellman, del Washington Post. Snowden les proporcionó pruebas fehacientes de que el gobierno de Estados Unidos, principalmente a través de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), está llevando a cabo un amplio programa de vigilancia y espionaje a nivel mundial y, lo que es quizá más controvertido, de prácticamente todos los ciudadanos estadounidenses, por fuera de las atribuciones constitucionales.
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Las víctimas que los medios ignoraron: la explosión de la planta de fertilizantes de West, Texas

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Por Amy Goodman

La Maratón de Boston y sus repercusiones han acaparado la atención de los medios de Estados Unidos. Sin embargo, otra serie de explosiones ocurridas dos días más tarde, y en las que el número de víctimas mortales fue cuatro veces mayor, tuvo mucho menos cobertura mediática. Fue el peor accidente industrial en años, aunque llamarlo accidente no tiene en cuenta que era evitable y que posiblemente se trate de un acto negligente, como suele suceder en muchos lugares de trabajo peligrosos.
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Huelga de docentes en Chicago: un desafío para la reelección de Obama

Por Amy Goodman

En Estados Unidos, los sindicatos están siendo víctimas de ataques políticos no solo por parte de personas como el gobernador republicano de Wisconsin, Scott Walker, sino que ahora también, a raíz de la huelga de profesores en Chicago, por parte del propio círculo íntimo del Presidente Barack Obama. Esta vez, los embates han llegado de parte del ex jefe de Gabinete de Obama y actual alcalde de la ciudad, Rahm Emanuel. En Chicago, 25.000 docentes y trabajadores de la educación están en huelga y han paralizado el sistema de educación pública del tercer distrito escolar más grande del país. La lucha que se está desatando en estos momentos en Chicago, la ciudad natal de Obama, tiene su base en este histórico bastión de trabajadores organizados y en el movimiento iniciado exactamente hace un año en el país: Occupy Wall Street. El conflicto representa una situación difícil para Obama, que necesitará el apoyo de los sindicatos para ganarle las elecciones a su rival, Mitt Romney, pero que, a su vez, tiene un estrecho vínculo político con su grosero ex colaborador, el alcalde ‘Rahm-Ney’ Emanuel (apodado así por su cercanía con las posturas de Mitt Romney).
Una de las principales causas del conflicto es cómo serán administradas las escuelas en Chicago: a nivel local, desde las bases, mediante el control de padres y docentes; o en forma vertical, por parte de una junta escolar designada por Emanuel. Karen Lewis, presidenta del Sindicato de Docentes de Chicago, trabajó como profesora de química en la secundaria preuniversitaria King College, en Chicago. Sabe cómo funciona el sistema. Meses antes de la huelga, le pregunté acerca de la situación en Chicago. Emanuel, quien había sido electo alcalde recientemente, había designado a una junta escolar que estaba integrada en su mayoría por empresarios vinculados a la organización Academia para el Liderazgo de las Escuelas Urbanas (AUSL, por sus siglas en inglés). Lewis me dijo: “Uno de los problemas más graves es que, cuando quien está a cargo del sistema educativo es el presidente de una empresa, en lugar de un funcionario de la educación, de un verdadero educador, lo que termina sucediendo es que literalmente no tienen idea de cómo administrar una escuela. Tenemos a una organización que afirma que ellos tienen la solución y que va a funcionar. Y en los papeles se ve maravilloso. Pero se trata de personas que han sido capacitadas de una manera determinada y, sinceramente, esa agenda no tiene en cuenta a una gran proporción de nuestros alumnos”. La Academia para el Liderazgo de las Escuelas Urbanas no solo depende de ejecutivos de empresas sin experiencia en administrar escuelas, sino que también contrata a egresados universitarios recién recibidos para enseñar. Contratar a estas personas no es costoso, pero llegan con muy poca o ninguna experiencia en la educación.
Pauline Lipman es docente de Educación y estudios políticos de la Universidad de Illinois, en Chicago. Lipman me explicó: “Chicago fue la ciudad donde nació esta reforma educativa neoliberal con orientación empresarial, con su sistema de pruebas estandarizadas, denominadas ‘high stakes tests’, que afectan las posibilidades futuras de docentes y alumnos, que le paga a los profesores en función de los resultados de sus estudiantes y retira el dinero de las escuelas barriales y las termina cerrando para convertirlas en escuelas ‘chárter’, gestionadas por empresas privadas”.
La profesora Lipman le atribuye a Arne Duncan haber impulsado esta iniciativa empresarial en las escuelas públicas de Chicago. Duncan, Secretario de Educación del gobierno de Obama, fue el director del sistema de escuelas públicas de Chicago, donde dirigió la creación de las denominadas “escuelas chárter” (escuelas públicas gestionadas de manera privada, que se rigen por una normativa diferente a las demás). Un 90% de estas escuelas no permiten la sindicalización. Lipman me dijo: “Arne Duncan promovió esta agenda, que incluye cerrar las escuelas barriales para entregarlas a operadores privados, ampliar o impulsar la creación de más escuelas ‘chárter’…y presionar cada vez más a los profesores para que respondan a las pruebas estandarizadas. Esa agenda que ha sido realmente perjudicial en Chicago, y que ya había sido muy perjudicial en 2008 luego de cuatro años, fue la agenda que Duncan impulsó a nivel nacional cuando fue nombrado Secretario de Educación”.
Chicago también es el epicentro de una iniciativa comunitaria en contra de la ofensiva de Duncan, Obama y Emanuel contra las escuelas públicas y los sindicatos de docentes. Lewis es miembro del Comité de Educadores de Base (CORE, por sus siglas en inglés), que asumió la dirección del sindicato con el compromiso de una administración transparente de las escuelas. La oposición a las medidas de Emanuel llevó al sindicato a iniciar esta huelga histórica. Phil Cantor es profesor y uno de los líderes huelguistas del grupo Profesores por la Justicia Social (Teachers for Social Justice). Explicó: “Rahm Emanuel ha impulsado leyes en Illinois que, en mi opinión, fueron básicamente diseñadas para su beneficio político. Legalmente se nos permite hacer huelga solamente por temas vinculados al salario. Sin embargo, a los profesores no nos interesa tanto el salario, sino que lo que más nos interesa es poder hacer nuestro trabajo para los estudiantes a quienes nos debemos”.
Gracias a la organización de los grupos de base previa a la huelga (en las mismas calles de Chicago donde Obama fue hace tiempo un líder comunitario), los profesores en huelga cuentan con todo el apoyo de los padres y los alumnos. Rhoda Rae Gutiérrez es madre de dos niños que acuden a la escuela primaria en Chicago. Forma parte del grupo Parents 4 Teachers (Padres a favor de los maestros) y está acompañando la movilización de los profesores. Me dijo: “Creemos que las condiciones de trabajo de los profesores se ven reflejadas en las condiciones de aprendizaje de nuestros alumnos. Y cuando luchamos por los derechos de los profesores a un contrato justo, a un salario digno, a clases con menos alumnos, a escuelas con mayores recursos, es decir, a tener psicólogos, tener suficientes trabajadores sociales, suficiente personal de apoyo, suficientes colaboradores en el aula, enfermeras… Estamos luchando por todo esto. Cuando los profesores tienen estos recursos en sus escuelas, sabemos que nuestros niños pueden hacer cosas increíbles”.
Esta lucha refleja la esencia del movimiento Occupy Wall Street: miembros de la comunidad de todas las clases sociales, raza y origen que se unen para oponerse en forma organizada al poder de las empresas. El autor y periodista Chris Hedges, quien ha observado de cerca al movimiento Occupy, contextualizó la huelga:
“La huelga de docentes en Chicago probablemente sea una de las acciones sindicales más importantes en décadas. Si fracasa, pueden estar seguros de que este modelo de ataque a los sindicatos se extenderá a todo el país, en contra de otros sindicatos de maestros y en contra del último reducto de actividad sindical, que está en el sector público, por supuesto: los bomberos y la policía”.
Para quienes se preguntan dónde está el movimiento Occupy hoy en día, simplemente miren las calles de Chicago.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2012 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

El pueblo de España exige “¡democracia real, ya!”.

Por Amy Goodman.

Luego del anuncio realizado el miércoles por el Presidente de España sobre los profundos recortes y las medidas de austeridad que aplicará para poder asegurar los fondos de la Unión Europea para rescatar a los bancos españoles que están al borde de la quiebra, el pueblo de España salió a las calles una vez más para exigir lo que denominan “¡democracia real ya!”. La medida tiene lugar una semana después de que el gobierno anunciara el lanzamiento de una investigación penal contra el ex presidente ejecutivo del cuarto banco más grande de España, Bankia, Rodrigo Rato. Rato es lo que se dice un pez gordo: antes de dirigir Bankia fue director del Fondo Monetario Internacional. Lo que los medios no mencionan es que esta investigación oficial del gobierno fue iniciada por la acción popular.
Al movimiento de indignados en España (el equivalente al movimiento Occupy estadounidense) se lo llama 15-M, por el día en que comenzó: el 15 de mayo de 2011. Conocí a uno de sus integrantes la semana pasada en Madrid, el día en que se anunció la investigación de Rato. El activista me sonrió y dijo: “Por fin está sucediendo. Tal vez uno de estos tipos pague por sus actos. Porque nosotros, los ciudadanos, tenemos la impresión de que a ninguno de estos peces gordos jamás les sucederá nada. Hacen lo que quieren, roban, mienten y no pasa nada. Pero ahora, hoy, quizá suceda algo y me pone muy contento”.
El activista, Stephane Grueso, es un realizador cinematográfico que está haciendo un documental acerca del movimiento 15 de Mayo. Es un profesional talentoso, sin embargo, al igual que el 25 por ciento de la población española, está desempleado: “No nos gustaba lo que veíamos, hacia donde nos dirigíamos. Sentimos que estábamos perdiendo nuestra democracia, que estábamos perdiendo nuestro país y nuestro modo de vida. Entonces diferentes personas nos unimos con intereses diferentes bajo una misma consigna: queremos ‘¡democracia real, ya!’, igual que su programa. Y nos unimos y salimos a la calle, pero no teníamos demandas concretas ni acciones concretas. Se trataba simplemente de unirse y ver lo que sucedía y de hecho sucedió que nos quedamos protestando en las calles. Cincuenta personas decidimos pasar la noche en la Puerta del Sol, en esta plaza, y luego la policía trató de sacarnos. Pero regresamos. Y luego esto comenzó a multiplicarse en otras ciudades de España. En tres o cuatro días éramos decenas de miles de personas en decenas de ciudades españolas, acampando en medio de la ciudad, un tanto similar a lo que sucedió en la Plaza Tahrir en Egipto”.
La ocupación de la Puerta del Sol y de otras plazas en toda España continuó. Sin embargo, como sucedió con los campamentos del movimiento Occupy Wall Street en todo Estados Unidos, finalmente fueron desmantelados. A pesar de ello continuaron organizándose a través de grupos de trabajo y asambleas de vecinos centrados en diferentes temas. Uno de los grupos de trabajo del 15-M decidió demandar a Rodrigo Rato y reclutó a abogados que trabajaron en forma honoraria e identificaron a más de 50 demandantes, personas que se sintieron personalmente defraudadas por Bankia. Si bien los abogados trabajan en forma honoraria, una demanda tan grande es costosa, de modo que el movimiento, que tiene amplia difusión en las redes sociales, recurrió a la llamada “microfinanciación colectiva”: solicitaron pequeñas donaciones a la masa de seguidores del movimiento. En menos de un día recaudaron 25.000 dólares. La demanda fue presentada en junio de este año.
Olmo Gálvez es otro líder del movimiento 15-M que conocí en Madrid. Gálvez, un joven empresario con experiencia en varios países del mundo, fue uno de los “indignados” que apareció en la revista Time cuando la publicación eligió a “El manifestante” como personaje del año 2011. El supuesto fraude de Bankia cometido por Rato implicó la venta de “acciones preferenciales” de Bankia a pequeños ahorristas, denominados inversores minoristas, debido a que los inversores sofisticados no las estaban comprando. Gálvez explicó lo sucedido: “Estaban vendiendo esas acciones a personas que, en algunos casos, no sabían leer, algunos tenían dificultades para entender el producto y muchos eran ancianos. Fue un gran escándalo que no apareció en los medios”. Algunas de las personas que invirtieron en esta trampa creada por Bankia tuvieron que firmar el contrato con sus huellas dactilares porque no podían leer ni escribir y mucho menos comprender en qué estaban metiendo sus ahorros.
Esta semana, miles de mineros marcharon hacia Madrid. Algunos caminaron 380 kilómetros desde Asturias, en la costa norte de España. Según informó el periódico electrónico ElDiario.es, cuando los mineros llegaron a Madrid el martes por la noche coreando “somos el 99 por ciento”, fueron recibidos como héroes. El miércoles por la mañana, el Presidente Mariano Rajoy, del derechista Partido Popular, realizó su más reciente anuncio sobre las medidas de austeridad: el aumento del impuesto al consumo, una disminución del sueldo de los empleados públicos y la reducción del período de cobertura del seguro de desempleo a seis meses.
Mientras Rajoy realizaba su anuncio en el Parlamento, los mineros estaban en la calle junto a miles de ciudadanos que se sumaron, todos para exigir que se ponga fin a los recortes impulsados por el gobierno. Los manifestantes se enfrentaron a la policía antidisturbios, que les lanzó balines de acero recubiertos de goma y gases lacrimógenos. Algunos manifestantes regresaron con petardos y otros proyectiles y en medio del tumulto que siguió, al menos 76 personas resultaron heridas y ocho fueron arrestadas.
Stephane Grueso resume el movimiento de la siguiente manera: “Decimos que esta es una revolución popular. Nosotros somos el pueblo. No somos un partido. No somos un sindicato. No somos una asociación. No somos ‘indignados’. No estamos enojados. Somos el pueblo. Estamos en todas partes. Aquí, en Madrid, cada fin de semana hay 104 asambleas de vecinos. En cada una de las asambleas hay de cinco a quince personas que se reúnen para hablar de política a gran escala, de lograr la paz en el mundo, pero también de política a pequeña escala: qué problemas enfrentamos en nuestro vecindario. Esto sucede cada semana y esto es el 15-M. Estamos conectados y trabajamos juntos en España y con otros países. Estamos logrando cosas, no nos hemos detenido. No somos tan visibles ahora pero seguimos trabajando y volveremos a salir a las calles”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2012 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Una vez más, debemos reivindicar el sufragio universal

Por Amy Goodman

A medida que se intensifica la campaña electoral, un creciente número de estados intenta limitar la cantidad de personas que pueden votar. El porcentaje de personas con derecho al voto y que de hecho participan en las elecciones en Estados Unidos es, de por sí, vergonzosamente bajo. Florida, un estado disputado por ambos partidos, se prepara para la Convención Nacional Republicana: cinco días de pompa promocionada como una celebración de la democracia. Mientras organizan su fiesta, el gobernador republicano de Florida, Rick Scott, junto con su secretario de Estado, Ken Detzner, están eliminando sistemáticamente a personas del padrón electoral a través de bases de datos desactualizadas del propio estado, que contienen información errónea.
Muchos votantes de Florida recibieron hace poco una carta que decía que fueron eliminados del padrón electoral y que les queda poco tiempo para demostrar que son ciudadanos en regla. Han surgido cientos de casos de personas que, a pesar de tener ciudadanía estadounidense desde hace mucho tiempo, han sido eliminadas del padrón. Según la filial de Florida de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), “de las personas que han sido obligadas a demostrar su ciudadanía, un 61% es de origen hispano, cuando en realidad tan solo un 14% de los votantes registrados en Florida son hispanos”, lo que sugiere que hay un intento de eliminar a los latinos, que tienden a votar por los demócratas. Algo similar ocurrió en el año 2000, cuando la entonces Secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, eliminó sistemáticamente a afroestadounidenses del padrón electoral. El Departamento de Justicia le ordenó a Detzner que detuviera la purga de votantes. Sin embargo, tanto Detzner como el gobernador Scott prometieron continuar. El Departamento de Justicia, al igual que la ACLU y otros grupos, demandó al estado de Florida ante un tribunal federal.
Para el congresista de Georgia John Lewis, los intentos de limitar el acceso al voto no solo son burocráticos. “Es increíble, es inconcebible que a esta altura de nuestra historia, cuarenta y siete años después de que se aprobara la Ley de Derecho al Voto, estemos tratando de retroceder. Creo que se trata de un ataque sistemático y deliberado por parte de muchos de estos estados. No solo en Florida, no solo en los estados del sur, sino que en todo el país le están impidiendo a la gente la participación. Creo que es un intento de hacer trampa en esta elección incluso antes de que suceda. Para complicar aún más las cosas, para hacer aún más difícil que los ciudadanos de la tercera edad, que nuestros estudiantes, que las minorías, que los discapacitados puedan participar en un proceso democrático. Me da ganas de llorar. Después de que la gente dio su vida, luego de que muchas personas fueron golpeadas, heridas y asesinadas por ayudar a registrar a personas para que pudieran votar. Jamás olvidaré a los tres luchadores por los derechos civiles que fueron asesinados en el estado de Mississippi en la noche del 21 de junio de 1964”, declaró. El congresista Lewis se refería a James Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner, que fueron asesinados mientras registraban a afroestadounidenses para votar.
En 1961, Lewis, que tenía tan solo 21 años, era uno de los líderes de las denominadas “Freedom Rides”, que verificaban que las nuevas leyes federales que prohibían la segregación se cumplieran en todos los estados. Lewis, al igual que muchos otros, fue golpeado brutalmente cuando sus autobuses cruzaron las fronteras estatales hacia el sur profundo. Pero eso no lo detuvo. Se sentó en los mostradores segregados de las cafeterías, se unió al Comité Coordinador Estudiantil No Violento, del que pronto se convertiría en presidente. Me contó acerca de un momento clave en su vida y en la historia del país, la marcha por el Puente Edmund Pettus:
“El 7 de marzo de 1965, algunos de nosotros intentamos marchar desde Selma a Montgomery, Alabama, para demostrarle al país que la gente quería votar. Un joven afroestadounidense había sido asesinado de un disparo unos días antes en un condado vecino denominado Condado de Perry, en el cinturón negro de Alabama, el condado de donde son originarios Martin Luther King Jr., Juanita Abernathy y Andrew Young. Y su asesinato nos impulsó a tomar la decisión de marchar. En Selma, Alabama, en 1965, tan solo un 2,1% de la población negra en edad de votar figuraba en los registros de votación. El único lugar donde uno podía intentar registrarse era en un tribunal, donde había que pasar un denominado examen de ‘alfabetización’. Y le decían a la gente una y otra vez que no podrían aprobar el examen. Una vez le pidieron a un hombre que contara la cantidad de burbujas que hay en una barra de jabón. En otra oportunidad se le pidió a un hombre que contara la cantidad de frijoles que había en un frasco. Hubo abogados, médicos, maestros, amas de casa, catedráticos afroestadounidenses que no aprobaron el llamado ‘examen de alfabetización’”.
Lewis recordó que cuando él y muchos otros intentaron cruzar el puente Pettus, en Selma, al inicio de su marcha de 80 quilómetros hacia Montgomery: “Llegamos a la cima del puente y vimos una multitud de policías del estado de Alabama con sus uniformes azules y continuamos marchando, llegamos a acercarnos lo suficiente como para escucharlos. Y un oficial se identificó, dijo: ‘Soy el Mayor John Cloud de la policía estatal de Alabama. Esta marcha es ilegal y no permitiremos que continúe. Les doy tres minutos para dispersarse y regresar a sus iglesias’. Uno de los jóvenes que marchaba junto a mí, que lideraba la marcha, un hombre llamado José Williams, que trabajaba con Martin Luther King Jr., replicó: ‘Mayor, denos un momento para arrodillarnos y rezar’. Y el mayor dijo: ‘Oficiales: al ataque’. Vimos que se ponían las mascarillas anti-gas y luego se acercaron a nosotros y nos golpearon con sus cachiporras y sus látigos y nos aplastaron con sus caballos. Un oficial de la policía estatal me golpeó en la cabeza con su porra y sufrí una conmoción cerebral en el puente. No sentía mis piernas. Sentí que iba a morir, creí ver la muerte”.
Cuando le pregunté a Lewis qué fue lo que lo impulsó a seguir adelante a pesar de tanta violencia, me dijo: “Mi madre, mi padre, mis abuelos, mis tíos, la gente que me rodeaba nunca había podido votar. Había trabajado en todo el sur. En el estado de Mississippi la población negra en edad de votar ascendía a 450.000 personas y tan solo alrededor de 16.000 estaban registradas para votar. En aquella época no teníamos opción. Creo que nos persiguió lo que llamo el ‘espíritu de la historia’ y no podíamos darle la espalda”. El sufragio universal, el derecho al voto, nunca está a salvo, seguro. Nunca está completo. En este período electoral el dinero de unos pocos tendrá una gran influencia. Mientras tanto, los votos de muchos son eliminados y sus voces son silenciadas.
A menos que la gente luche para ampliar la participación en las elecciones, y no solamente para evitar la eliminación de votantes del padrón electoral, nuestra democracia correrá grave peligro.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2012 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

WikiLeaks vs. Stratfor: Persigamos la verdad y no a quienes la revelan

Por Amy Goodman

WikiLeaks, el sitio web de divulgación de información clasificada, publicó nuevamente una gran cantidad de documentos, esta vez de una empresa de inteligencia privada conocida como Stratfor. La fuente de la filtración fue el grupo de hackers “Anonymous”, que afirmó haber obtenido más de 5 millones de correos electrónicos de los servidores de Stratfor. Anonymous obtuvo el material el 24 de diciembre de 2011 y se lo proporcionó a WikiLeaks, que a su vez trabajó junto a 25 organizaciones de medios de todo el mundo para analizar los correos electrónicos y publicarlos.

Entre los correos electrónicos filtrados se encuentra un mensaje de una oración que sugiere que el gobierno estadounidense emitió un auto de procesamiento confidencial contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, mediante un gran jurado secreto. Además de mostrar a Stratfor como una empresa de inteligencia privada que realiza actividades ilícitas, que tiene estrechos vínculos con organismos de inteligencia de Estados Unidos y que brinda información tanto a empresas como a las Fuerzas Armadas estadounidenses, los correos electrónicos confirman la creciente convicción de que el gobierno de Obama, lejos de alejarse del secretismo de la era Bush/Cheney, está obsesionado con ocultar cierta información al público y se opone fuertemente a la transparencia.

Viajé a Londres el 4 de julio del año pasado para entrevistar a Assange. Cuando le pregunté acerca de la investigación del gran jurado, respondió: “No puede considerarse un jurado. Es una especie de tribunal medieval. Son entre 19 y 23 personas que juran mantener el secreto y no pueden consultar el asunto con nadie más. No hay juez ni abogado defensor pero hay cuatro fiscales. Es por eso que la gente que conoce bien el modo de proceder de un gran jurado en Estados Unidos afirma que éste acusaría a cualquiera que el fiscal considere pertinente”.

Cuando estaba por regresar de Londres, el periódico The Guardian publicó más información acerca del escándalo de escuchas telefónicas de la empresa News Corp. de Rubert Murdoch, que provocó el cierre de su periódico sensacionalista News of the World, el periódico dominical británico de mayor tirada en el Reino Unido. La coincidencia es pertinente ya que News of the World informaba acerca de todo menos de lo que proclamaba su nombre: las verdaderas noticias del mundo. Se centraba, en cambio, en detalles morbosos acerca de la vida privada de las celebridades, crímenes sensacionalistas y fotografías de mujeres semi desnudas. Gracias a este y a sus otros emprendimientos, Murdoch amasó una fortuna personal de 7.600 millones de dólares.

Tanto Murdoch como Assange nacieron en Australia, aunque Murdoch renunció a su nacionalidad australiana para obtener la ciudadanía estadounidense y así poder comprar más licencias de difusión de radio y televisión en Estados Unidos. Pero a diferencia de Murdoch, Assange ha protagonizado uno de los actos más valientes de la historia de las publicaciones al fundar wikileaks.org, un sitio web que permite a las personas entregar documentos en forma segura mediante la utilización de Internet de un modo que hace que sea casi imposible rastrear al informante. Assange y sus compañeros de WikiLeaks han publicado millones de documentos filtrados, los más importantes acerca de las guerras y ocupaciones de Estados Unidos en Irak y Afganistán, y miles de cables diplomáticos, verdaderas “noticias del mundo”. La fundación Sydney Peace le otorgó una medalla de oro a Assange por su “valentía excepcional y su defensa de los derechos humanos”. En cambio, el gobierno de Estados Unidos lo persiguió, posiblemente en virtud de la Ley de Espionaje. Murdoch es venerado como un pionero del mundo de las noticias, mientras que los expertos de los medios de televisión por cable de los que Murdoch es propietario piden abiertamente la muerte de Assange.

Los correos electrónicos de Stratfor se irán publicando de a poco, junto con el contexto brindado por los socios mediáticos de WikiLeaks. Los documentos ya revelan conexiones cercanas y potencialmente ilícitas entre empleados de Stratfor y funcionarios policiales y de inteligencia. La revista Rolling Stone informó que el Departamento de Seguridad Nacional vigiló las protestas de Occupy Wall Street a nivel nacional y que el Departamento de Seguridad Pública de Texas tiene un agente encubierto en Occupy Austin que reveló información a empleados de Stratfor. Stratfor es también contratada por empresas multinacionales para conseguir supuesta “información” acerca de sus críticos. Algunas de las empresas que han contratado los servicios de Stratfor son Dow Chemical, Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon y Coca-Cola.

Fred Burton, vicepresidente de inteligencia de Stratfor y ex director de contrainteligencia del cuerpo diplomático del Departamento de Estado de Estados Unidos, escribió en un correo electrónico: “No publicar. Tenemos un auto de procesamiento secreto contra Assange. Por favor, proteger”. Burton y otros empleados de Stratfor han mostrado un profundo interés en WikiLeaks a partir de 2010 y en sus correos se expresa una fuerte aversión hacia Assange en particular. Burton escribió: “Assange va a ser una linda novia en prisión. Revienten al terrorista. Va a comer alimento para mascotas toda su vida”. Otro empleado de Stratfor quería que a Assange se lo sometiera a tortura mediante la técnica del submarino.

Michael Ratner, asesor legal de Assange y WikiLeaks me dijo: “El gobierno de Obama ha perseguido a seis personas en virtud de la Ley de Espionaje, seis casos diferentes, el número más elevado desde que la ley entró en vigor en 1917. Entonces somos testigos de un esfuerzo del gobierno de Obama, a pesar de que afirmen lo contrario, de que quiere un gobierno cerrado y que está dispuesto a perseguir a los periodistas. Pueden discutir todo lo que quieran sobre violaciones técnicas a la ley, pero finalmente lo que sucede es que Estados Unidos quiere ocultar la verdad”.

1917 también fue el año en que el Senador estadounidense Hiram Johnson pronunció una frase célebre: “La primera víctima de la guerra es la verdad”. La Casa Blanca realizará una cena de gala esta semana en homenaje a los veteranos de la guerra de Irak. Bradley Manning es un veterano de la Guerra de Irak que no fue invitado. Está siendo juzgado por un consejo de guerra y podría ser condenado a cadena perpetua o a pena de muerte por supuestamente haber entregado miles de documentos militares y diplomáticos a WikiLeaks que revelaban información acerca de las víctimas de la guerra. El presidente Obama honraría más al país si también homenajeara a Assange y a Manning.

Debemos perseguir la verdad, no a quienes la revelan.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2012 Amy Goodman

Occupy Wall Street y el nuevo mundo feliz

Por Amy Goodman

Apenas pasada la 1 de la madrugada del martes recibimos la noticia de que la policía de la ciudad de Nueva York estaba haciendo una redada en el campamento de Occupy Wall Street. Fuimos rápidamente con el equipo de noticias de Democracy Now! hasta Zuccotti Park, ahora bautizado Plaza de la Libertad. Cientos de policías antidisturbios ya habían rodeado el área. Mientras la policía destrozaba las carpas, trabajadores de limpieza de la ciudad lanzaban las pertenencias de los manifestantes a los camiones de basura. Más allá de las barricadas, en el centro del parque, entre 200 y 300 personas se tomaban de los brazos formando una cadena humana y se negaban a ceder el espacio que habían ocupado durante casi dos meses. Fueron esposados y arrestados uno a uno.

Los pocos miembros de la prensa que logramos atravesar las barreras policiales fuimos enviados al área asignada a los periodistas, al otro lado de la calle frente al Zuccotti Park. Cuando nuestras cámaras comenzaron a grabar, estacionaron dos autobuses delante para impedirnos ver lo que sucedía del otro lado. Mis compañeros y yo logramos pasar entre los autobuses e ingresar al parque tras atravesar una montaña de carpas desarmadas, toldos y sobres de dormir. La policía casi logra impedir que los medios vean la destrucción.

Entre una pila de cosas amontonadas vimos una biblioteca destrozada. Ya dentro del parque encontré un libro en el suelo. Tenía inscripta la sigla “OWSL” de Occupy Wall Street Library, también conocida como la Biblioteca del Pueblo, una de las principales instituciones que había surgido de la dinámica democrática del movimiento. Según los últimos datos de los que se tenía registro, la biblioteca contaba con un total de 5.000 libros recibidos a través de donaciones. El que encontré entre los escombros de la democracia que estaba siendo arrojada a la basura fue “Nueva visita a un mundo feliz”, de Aldous Huxley.

A medida que avanzaba la noche aumentaba la ironía de haber hallado el libro de Huxley. Lo escribió en 1958, casi 30 años después de su famosa novela distópica “Un mundo feliz”. La obra original describía una sociedad del futuro donde la gente estaba estratificada entre pudientes y desposeídos. A los habitantes del “mundo feliz” se les proporcionaba placer, distracción, publicidad y drogas intoxicantes para volverlos complacientes: un mundo de perfecto consumismo donde las clases bajas hacían todo el trabajo para la élite.

“Nueva visita a un mundo feliz” fue el ensayo de Huxley en respuesta a la velocidad en que observó que la sociedad moderna se dirigía hacia ese futuro desolador. Haberme topado con ese libro no podía ser más pertinente: el campamento, que había sido motivado en gran medida por la oposición a la supremacía del comercio y la globalización, estaba siendo destruido.

Huxley escribió en su libro: “La Gran Empresa, hecha posible por el avance de la tecnología y la consiguiente ruina de la Pequeña Empresa, suele ser gobernada por el Estado, es decir, por un reducido grupo de jefes de partido y los soldados, policías y funcionarios públicos que cumplen sus órdenes. Una democracia capitalista, como la de los Estados Unidos, suele ser gobernada por lo que el profesor C. Wright Mills ha llamado la Élite del Poder”. Y continúa: “Esta Élite del Poder procura directamente ocupación en sus fábricas, oficinas y comercios a varios millones de los trabajadores del país, domina a muchos millones más prestándoles dinero para la compra de lo que ella produce y, como dueña de los medios de comunicación en masa, influye en el pensar, el sentir y el obrar de virtualmente todo el mundo”.

Uno de los trabajadores voluntarios de la Biblioteca del Pueblo, Stephen Boyer, estaba allí cuando allanaron el parque. Tras evitar ser arrestado y brindar primeros auxilios a sus compañeros, escribió: “Destruyeron todo lo que trajimos al parque. Nuestra hermosa biblioteca fue destruida. Nuestra colección de 5.000 libros desapareció. Nuestra carpa, que fue una donación, también fue destruida al igual que todo el esfuerzo que hicimos para levantarla”.

Poco después, la oficina del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, publicó una foto de una mesa con algunos libros y afirmó que los libros fueron bien conservados. Mientras tanto, la Biblioteca del Pueblo escribía el siguiente mensaje en tweeter: “Estamos contentos de ver que algunos libros están en buen estado. Ahora bien, ¿dónde están el resto de los libros y nuestra carpa y nuestras cajas?”. La carpa había sido donada a la biblioteca por la ganadora del Premio Nacional del Libro y leyenda del rock Patti Smith.

Muchos otros sitios de protesta del movimiento Occupy en otras ciudades fueron allanados recientemente. La alcaldesa de Oakland, Jean Quan, confesó a la BBC que había participado en una conferencia telefónica junto a los alcaldes de otras 18 ciudades para hablar de la situación. Otro informe de prensa observó que el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional habían asesorado a las autoridades de las ciudades.

Un juez del estado de Nueva York falló el martes a favor del desalojo y dictaminó que los manifestantes no pueden regresar al Parque Zuccotti ni con sus sobres de dormir ni con sus carpas. Tras el fallo, un abogado constitucionalista me envió un mensaje de texto que decía: “Solo recuerda: el movimiento está en las calles. Los tribunales siempre son el último recurso”. O como canta Patti Smith: “El pueblo tiene el poder”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur

El 99 por ciento que ocupó Wall Street

Por Amy Goodman

Si 2.000 activistas del movimiento conservador Tea party se manifestaran en Wall Street, probablemente habría la misma cantidad de periodistas cubriendo el acontecimiento. 2.000 personas de hecho ocuparon Wall Street el sábado. No llevaban pancartas del Tea party ni la bandera de Gadsden con la serpiente en espiral y la amenaza ‘No te metas conmigo’. Pero su mensaje era claro: “Somos el 99 por ciento de la población que ya no tolerará la codicia ni la corrupción del 1 por ciento restante”, dijeron. Allí estaban, la mayoría de ellos jóvenes, protestando contra la especulación prácticamente no regulada y descontrolada de Wall Street, que provocó la crisis financiera mundial.
Uno de los multi-millonarios más conocidos de Nueva York, el alcalde Michael Bloomberg, comentó acerca del momento en que vivimos: “Muchos jóvenes que salen de la universidad no encuentran trabajo. Eso es lo que sucedió en El Cairo, es lo que sucedió en Madrid. No queremos ese tipo de disturbios aquí”. ¿Disturbios? ¿De eso realmente se trataron la Primavera Árabe y las protestas en Europa?
Quizá para desilusión del Alcalde Bloomberg, lo que sucedió en Egipto y en Europa es justamente lo que inspiró a muchas personas a ocupar Wall Street. En un reciente comunicado, la coalición de organizaciones que se están manifestando en Wall Street dijo: “El sábado realizamos una asamblea general de dos mil personas. El lunes a las 8 de la noche aún estábamos ocupando la plaza, a pesar de la constante presencia policial. Estamos construyendo el mundo que queremos, en base a la necesidad humana y a la sustentabilidad, en lugar de a la codicia de las empresas”.
Hablando del Tea party, el gobernador de Texas, Rick Perry, viene provocando altercados en forma permanente durante los debates presidenciales republicanos con su declaración de que el venerado sistema de seguridad social de Estados Unidos es “una estafa de tipo Ponzi”. Charles Ponzi se dedicó a estafar a miles de personas en 1920 mediante la promesa fraudulenta de que recibirían grandes ganancias a partir de inversiones. Una típica estafa Ponzi consiste en tomar el dinero de una serie de inversores y pagarles con el dinero de nuevos inversores, en lugar de pagarles a partir de ganancias reales. El sistema de seguridad social de Estados Unidos es de hecho solvente: tiene un fondo fiduciario de más de 2,6 billones de dólares. La verdadera estafa que amenaza al pueblo estadounidense es la insaciable codicia de los bancos de Wall Street.
Entrevisté a uno de los organizadores de la protesta “Ocupemos Wall Street”. David Graeber es profesor en Goldsmiths, Universidad de Londres, y es autor de varios libros. Su obra más reciente es: “Deuda: Los primeros 5.000 años”. Graeber señala que, en medio de la crisis financiera de 2008, se renegociaron deudas enormes entre bancos. Sin embargo muy pocas hipotecas recibieron el mismo trato. Graeber dice: “Las deudas entre los muy ricos o entre gobiernos siempre pueden ser renegociadas y, de hecho, siempre ha sido así en la historia mundial. No están grabadas en piedra. En términos generales, cuando los pobres tienen deudas con los ricos, de pronto las deudas se convierten en una obligación sagrada, más importante que ninguna otra cosa y la idea de renegociarlas se vuelve impensable”.
El Presidente Barack Obama recientemente propuso un plan de creación de empleo y mayores esfuerzos para reducir el déficit. Una de las propuestas es el llamado “impuesto a los millonarios”, que cuenta con el apoyo del multi-millonario y partidario de Obama, Warren Buffet. Los republicanos denominaron al impuesto “guerra de clases”.
Graeber comenta: “Durante los últimos 30 años hemos visto a los más ricos de nuestra sociedad librar una guerra política contra todos los demás y esta es la jugada más reciente de esa guerra, una medida que es totalmente disfuncional desde el punto de vista político y económico. Y este es el motivo por el cual los jóvenes simplemente han abandonado cualquier idea de recurrir a los políticos. Todos sabemos lo que sucederá. Los impuestos propuestos son una especie de simulación de gesto populista, que todos saben que será desechado. En realidad, lo que probablemente suceda es que habrá más recortes a los servicios sociales”.
Afuera, en la fría mañana del martes, los manifestantes iniciaron su cuarto día de protestas con una marcha en medio de una fuerte presencia policial e hicieron sonar la campana de apertura de “la bolsa del pueblo” a las 9.30 de la mañana, exactamente a la misma hora que suena la campana de la Bolsa de Nueva York. Mientras los banqueros permanecen seguros dentro de sus bancos rescatados, afuera, la policía arresta a manifestantes. En un mundo justo, con una economía justa, cabría preguntarse, ¿quién debería estar pasando frío afuera? ¿Quién debería ser arrestado?

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Cheney, Rumsfeld y el oscuro arte de la propaganda

Por Amy Goodman

“Cuando se miente, se debe mentir a lo grande y ser fiel a esa mentira”, escribió Joseph Goebbels, el ministro de propaganda del Reich alemán en 1941. El ex Vicepresidente Dick Cheney parece haber tomado el famoso consejo nazi en su nuevo libro: “En mi tiempo”. Cheney continúa siendo fiel a sus convicciones en temas que van desde la invasión a Irak hasta el uso de la tortura. Durante una entrevista en el programa Dateline de NBC News, dijo en referencia a las revelaciones del libro: “Harán rodar muchas cabezas en Washington”. Las memorias de Cheney siguen a las de su colega y amigo Donald Rumsfeld. Mientras ambos promueven su propia versión de la historia, hay gente que los desafía y enfrenta.
El título del libro de Rumsfeld, “Conocido y desconocido”, proviene de una tristemente célebre respuesta que dio durante una conferencia de prensa en el Pentágono cuando era ministro de Defensa. El 12 de febrero de 2002, cuando intentaba explicar la falta de evidencias que vincularan a Irak con armas de destrucción masiva, Rumsfeld dijo: “Hay conocidos que conocemos, hay cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que hay conocidos a los que desconocemos, lo que quiere decir que sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. Pero también hay cosas desconocidas que desconocemos, aquello que no sabemos que no sabemos.”
La enigmática declaración de Rumsfeld se hizo famosa y emblemática de su desdén por los periodistas. Es considerada como un símbolo de las mentiras y manipulaciones que llevaron a Estados Unidos a la desastrosa invasión y ocupación de Irak.
Una persona que se convenció gracias a la retórica de Rumsfeld fue Jared August Hagemann.
Hagemann se enlistó en el ejército para servir a su país, para hacer frente a las amenazas que repetidamente mencionaba el Ministro de Defensa Rumsfeld. Cuando el soldado de comando del ejército de Estados Unidos recibió la citación para su más reciente despliegue (su esposa no recuerda si era el séptimo o el octavo), la presión fue demasiada. El 28 de junio de 2011, Jared Hagemann, de veinticinco años de edad, se disparó a sí mismo en la Base Conjunta Lewis-McChord, cerca de Seattle. El Pentágono indica que Hagemann murió a causa de una herida de bala “auto infligida”, pero aún así no lo llamó suicidio.
Jared había amenazado con suicidarse varias veces antes. No era el único. Según se informó, cinco soldados cometieron suicidio en Fort Lewis en julio. Se estima que más de trescientos mil soldados que volvieron de la guerra padecen trastornos de estrés post traumático o depresión.
La viuda de Hagemann, Ashley Joppa-Hagemann, se enteró de que Rumsfeld firmaría ejemplares de su libro en la base. El viernes 26 de agosto, Ashley entregó a Rumsfeld una copia del programa de los servicios fúnebres en memoria de su fallecido esposo. Ella me contó: “Le dije que quería que viera a mi esposo, y así conocería, así podría poner rostro a al menos uno de los soldados que han perdido sus vidas debido a sus mentiras en relación al 11/S.”
Le pregunté acerca de la respuesta de Rumsfeld: “Todo lo que recuerdo es a él diciendo ‘Ah sí, oí algo de eso.’ Y luego, todo lo que recuerdo es haber sido acosada por personal de seguridad, empujada hacia afuera y advertida de no regresar.” Desafortunadamente es el Sargento del Estado Mayor Hagemann el que nunca va a regresar a su esposa y a sus dos pequeños hijos.
En su entrevista para la NBC, Cheney afirmó haber desempeñado un rol en la renuncia del entonces Secretario de Estado Colin Powell. Consulté al respecto al ex jefe de despacho de Powell, el Coronel Lawrence Wilkerson, quien respondió: “Por los extractos que leí, vale decir que no he leído el libro completo, lo más penetrante que dice el vicepresidente en su libro es que tuvo algo que ver con el alejamiento de Colin Powell de su cargo en enero de 2005. Eso es un disparate total.” Más importante, sin embargo, resulta el decidido llamado de Wilkerson exhortando a que los involucrados en llevar al país a la guerra en Irak sean responsabilizados por sus actos, lo que implicaría castigo para él mismo. Un pilar central de la invasión a Irak fue el discurso de Powell del 5 de febrero de 2003 ante Naciones Unidas, en el que se expuso el caso de las armas de destrucción masiva. Wilkerson asume plena responsabilidad por la coordinación del discurso de Powell: “Desafortunadamente, y lo he reconocido muchas veces públicamente y en privado, fui la persona que preparó la presentación de Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el 5 de febrero de 2003. Probablemente fue el mayor error de mi vida. Lo lamento hasta el día de hoy. Lamento no haber renunciado en ese momento.”
Pregunté al Coronel Wilkerson qué piensa de grupos como el Centro por los Derechos Constitucionales y el abogado y bloguero Glenn Greenwald que han pedido el juicio penal de Cheney, Rumsfeld y otros funcionarios del gobierno de Bush. Me respondió: “Estaría dispuesto a testificar, y estaría dispuesto a enfrentar cualquier castigo que merezca.”
El Coronel Wilkerson dijo sobre el libro de Cheney: “Es un libro escrito sin miedo. Sin miedo de que un día alguien haga de Dick Cheney un ‘Pinochet’”. El Coronel Wilkerson se refiere al caso del dictador chileno Augusto Pinochet, que fue arrestado en Inglaterra y detenido durante un año antes de ser liberado. Un juez español quería que lo extraditaran para juzgarlo por crímenes contra la humanidad.
A pocos días del décimo aniversario del 11 de Septiembre y mientras aumentan las víctimas en todos los bandos, los libros de Rumsfeld y Cheney nos recuerdan una vez más cuál es la primera víctima de la guerra: la verdad.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español. Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

San Francisco, Mubarak y la libertad de expresión

Por Amy Goodman

¿Qué tienen en común el asesinato por parte de la policía de un hombre sin techo en San Francisco y los levantamientos populares de la Primavera árabe, de Túnez a Siria?: el intento de eliminar las protestas que siguieron a esos acontecimientos. En este mundo digitalizado, la libertad de comunicación es visualizada cada vez más como un derecho fundamental. La comunicación abierta provoca revoluciones y puede derrocar dictadores. Cuando los gobiernos temen al poder del pueblo, reprimen, intimidan e intentan silenciarlo, ya sea en la Plaza Tahrir o en el centro de San Francisco.

Charles Blair Hill murió el 3 de julio tras recibir un disparo del policía James Crowell en la estación Centro Cívico del sistema de transporte público de la ciudad de San Francisco, conocido como BART. Aparentemente, la policía del BART habría respondido a llamadas de denuncia acerca de un hombre ebrio en la plataforma de trenes subterráneos. Según la policía, Hill les lanzó una botella de vodka a los dos oficiales y luego los amenazó con un cuchillo, momento en el cual Crowell le disparó. Hill murió en el hospital.

El asesinato de Hill provocó de inmediato fuertes protestas en contra de la policía del BART, similares a las que siguieron al asesinato de Oscar Grant por parte del mismo cuerpo policial el día de Año Nuevo de 2009. Grant estaba esposado, con la cabeza contra el piso en una plataforma del subterráneo. Un policía lo tenía agarrado cuando otro oficial le disparó a quemarropa por la espalda y lo mató. El incidente fue filmado por al menos dos teléfonos celulares. El oficial del BART que le disparó, Johannes Mehserle, cumplió una condena de apenas poco más de siete meses de prisión por el asesinato.

El 11 de julio, una masiva protesta interrumpió el servicio en la estación del Centro Cívico de la ciudad de San Francisco. Cuando estaba por tener lugar otra gran protesta el 11 de agosto, la policía del BART tomó una medida sin precedentes en la historia de Estados Unidos: inhabilitó el servicio de telefonía celular dentro del sistema de trenes subterráneos.

“Sin duda lo que sucedió en San Francisco sienta un terrible precedente. Es el primer incidente conocido en que el gobierno inhabilita una red de telefonía celular para impedir que la gente participe en protestas políticas”, me dijo Catherine Crump, de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés). “Todos dependemos de las redes de telefonía celular. La gente las utiliza para todo tipo de comunicación que no tiene nada que ver con una protesta. Y esta es realmente una reacción excesiva y exagerada de la policía”.

El corte del servicio de celulares fue defendido por las autoridades del BART, que afirmaron que fue realizado para proteger la seguridad pública. Las reacciones de activistas por la libertad de expresión en todo el mundo no se hicieron esperar. Quienes se oponen a la censura que efectuó el BART comenzaron a utilizar la etiqueta #muBARTak en Twitter para vincular el incidente a lo sucedido en Egipto.

Cuando el sitiado dictador egipcio Hosni Mubarak interrumpió el servicio de telefonía celular e Internet, los manifestantes que se encontraban en la Plaza Tahrir idearon nuevas formas de hacer circular las noticias sobre lo que estaba sucediendo. Un grupo activista denominado Telecomix, una organización de voluntarios que apoya la libertad de expresión y aboga por una Internet libre y abierta, habilitó 300 cuentas de Internet a través de telefonía fija y mediante conexión dial up que permitió a militantes y periodistas egipcios tener acceso a Internet para publicar tweets, fotos y videos de la revolución.

“En Túnez, Egipto, Libia y Siria estuvimos muy activos para tratar de mantener Internet en funcionamiento a pesar de los enormes esfuerzos de los gobiernos por interrumpir el servicio.”, me dijo Peter Fein, activista de Telecomix. “Telecomix cree que la mejor forma de apoyar la libertad de expresión y la libre comunicación es mediante la construcción de herramientas que podamos utilizar para proveernos de esos derechos, en lugar de esperar a que los gobiernos los respeten”.

Así como los grupos de activismo hacker (popularmente conocido como ‘hacktivismo’) apoyan revoluciones en el extranjero, pueden ayudar a movimientos de protesta también en Estados Unidos. Como represalia ante la inhabilitación de los celulares llevada a cabo por el BART, un colectivo de hackers decentralizado llamado Anonymous hackeó su sitio web. En una jugada controvertida, Anonymous también publicó información acerca de más de 2.000 pasajeros del BART para dejar en evidencia las lamentables normas de seguridad informática de este servicio.

El cuerpo de policía del BART dice que el FBI está investigando el ataque de Anonymous. Entrevisté a un miembro de Anonymous que se hace llamar “Comandante X” en Democracy Now! Su voz fue distorsionada para proteger su anonimato. Me dijo por teléfono: “Una pequeña organización como BART mata a gente inocente, dos o tres personas en los últimos años, y luego tiene el tupé de además cortar el servicio de celulares y actuar igual que un dictador en Medio Oriente. ¿Cómo se atreven a hacer esto en Estados Unidos de América?”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español. Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

La guerra, la deuda y el presidente

Por Amy Goodman

“El Congreso acaba de aprobar un acuerdo para reducir el déficit y evitar un default que hubiera devastado nuestra economía. Fue un debate largo y acalorado. Y quiero agradecer al pueblo estadounidense por presionar a sus funcionarios electos para que dejaran a un lado la política y trabajaran juntos por el bien del país”.

El Presidente Barack Obama elogió el acuerdo sobre la deuda el martes con las siguientes palabras: “No podemos equilibrar el presupuesto sobre las espaldas de las mismas personas que han soportado la mayor carga de esta recesión”. Sin embargo eso es precisamente lo que él y su círculo de asesores de Wall Street han hecho.

Alexander Hamilton escribió en 1790 que en los asuntos de las naciones “los préstamos en épocas de peligro público, especialmente en tiempos de una guerra externa, son un recurso indispensable”. Fue su primer informe realizado como secretario del Tesoro al nuevo Congreso de Estados Unidos. El país había pedido préstamos para luchar la Guerra de la Independencia, y Hamilton propuso un sistema de deuda pública para pagar dichos préstamos.

La historia de la deuda nacional estadounidense está inexorablemente vinculada a sus muchas guerras. La resolución de esta semana de la llamada crisis del techo de la deuda no es la excepción. El sumiso Congreso no solo acordó financiar las guerras del Presidente George W. Bush en Irak y Afganistán a través sucesivas partidas para “gastos de emergencia”, sino que también aceptó hacerlo con dinero prestado, aumentando sin objeciones el tope de endeudamiento en 10 ocasiones desde 2001.

¿Cómo le fue al Pentágono en la actual batalla presupuestaria? Parece que le fue bien. Pero a no confundirse con los soldados y los veteranos de guerra que han peleado en esas guerras.

“Este año se cumplen 50 años del discurso de [Dwight] Eisenhower sobre el complejo industrial-militar. Habló de la necesidad de una economía equilibrada, para una población próspera. Básicamente, está a la izquierda de Barack Obama con respecto a estos temas”, dijo William Hartung del Centro de Política Internacional a Democracy Now! mientras el Senado estaba reunido para votar el proyecto de ley sobre el tope de la deuda. Se refería, claro está, al difunto general devenido presidente republicano de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower.

Michael Hudson, presidente del Instituto para el Estudio de Tendencias Económicas de Largo Plazo, explicó la relación entre el tope de endeudamiento y la guerra desde una perspectiva histórica:

“[El tope] fue impuesto en 1917 durante la Primera Guerra Mundial, y la idea era impedir que el Presidente Wilson destinara aún más soldados y dinero estadounidense a la guerra. En todos los países europeos —en Inglaterra, en Francia— se introdujo el control parlamentario del presupuesto para impedir que reyes o gobernantes ambiciosos iniciaran guerras. De manera que la finalidad era limitar la capacidad de un gobierno de endeudarse para ir a la guerra, debido a que era el único motivo por el cual los gobiernos se endeudaban”.

La Ley de Control Presupuestario de 2011 dispone recortes drásticos en la red de seguridad social de Estados Unidos. El Congreso designará un comité de 12 miembros, denominado “Super Congreso”, con igual cantidad de miembros republicanos y demócratas, que debe determinar recortes por 1,2 billones de dólares para el Día de Acción de Gracias. Si el comité no logra cumplir esa meta, habrá amplios recortes obligatorios y generalizados. Los servicios sociales serían recortados, pero también se recortaría el presupuesto del Pentágono.

O tal vez no. El Comité Negro del Congreso y el Comité Progresista del Congreso se opusieron al proyecto de ley. El Presidente del Comité Negro del Congreso, Emanuel Cleaver, lo denominó “un sándwich satánico con baño de azúcar”. Para los años de ejercicio 2012 y 2013, el financiamiento discrecional aprobado se divide en dos categorías: las “vinculadas a la seguridad” y las “no vinculadas a seguridad”. Las categorías “no vinculadas a seguridad”, como los programas de alimentación, vivienda, los programas de asistencia de salud Medicare y Medicaid (la base de cualquier seguridad nacional verdadera), probablemente sean recortados. Pero el presupuesto de “seguridad” también se verá afectado, lo cual según los demócratas podría ser un incentivo para que los republicanos cooperen con el proceso.

La categoría de organismos y programas vinculados a seguridad incluye al “Departamento de Defensa, el Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento de Asuntos de los Veteranos, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, los servicios de inteligencia y asuntos internacionales”. Esto establece una dinámica en la que los halcones tratarán de recortar lo más posible el presupuesto de los cuerpos diplomáticos del Departamento de Estado y la ayuda extranjera para favorecer a sus patrocinadores del Pentágono y de la industria armamentista.

Bill Hartung habla del poder de los contratistas militares: “No querían que pareciera que tenían intereses especiales, pero trabajaron desde adentro. Y tenían al Presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, de su lado. Tenían a Buck McKeon, el director del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, cuyo mayor donante es Lockeed Martin, que obtuvo grandes instalaciones militares en su distrito. Tenían gente como Randy Forbes, cuyo distrito está cerca del complejo de astilleros Newsport News Shipbuilding, donde se construyen submarinos de ataque y portaaviones. Utilizaron su influencia para tener gente dentro, para tener a sus aliados en la Cámara Baja, para promover su agenda”.

El acuerdo sobre el tope de deuda del Presidente Obama es ampliamente considerado como una derrota histórica para los progresistas y un ataque exitoso contra los logros del New Deal y de la Gran Sociedad del siglo pasado. La Congresista demócrata de Maryland, Donna Edwards, que comparte con la mitad de los diputados demócratas el haber votado en contra del presidente, resumió en Tweeter su decepción: “Nada de los multimillonarios; muchos vacíos impositivos para las corporaciones; ¿Solamente el sacrificio de las clases más bajas? ¿Sacrificio compartido? ¿Equilibrio? Parece broma.”

La congresista Edwards explica, “Solo creo que sienta un mal antecedente para el futuro, ya sea que el recorte que comenzará a regir este año sea de 20.000 millones o de un billón de dólares. El marco que indica que podemos recortar el gasto del gobierno casi a cero y no aumentar los ingresos es realmente un mal acuerdo para el pueblo estadounidense. Claramente, represento al distrito progresista, pero también creo que es la voz del pueblo estadounidense que está diciendo ‘No estamos de acuerdo con que el dos por ciento de las personas que tienen mayores ingresos se salga con la suya, mientras el 98 por ciento restante tenemos que soportar toda la carga del gobierno’. Y no solo eso, sino que los factores que contribuyen a nuestra deuda a largo plazo son esas exenciones impositivas para los ricos, la factura de una receta del Presidente Bush que nunca se pagó y las guerras en Irak y Afganistán, y luego agregan a eso una crisis financiera que fue provocada por la irresponsabilidad del sector financiero. El pueblo estadounidense, gente pobre y de clase media, está diciendo ‘Un momento. Nosotros no hicimos nada de esto. No nos hemos beneficiado con nada de esto. Y no deberíamos tener que pagar por esto’.”

El grupo independiente Proyecto de Supervisión del Gobierno (POGO, por sus siglas en inglés) dice acerca del “Super Congreso” que “la creación del comité no incluye muchos requisitos de transparencia”. ¿Quién será el guardián? Mientras se acercan las elecciones de 2012, que prometen ser las más caras de la historia, es esperable que la propuesta de reducción de déficit del comité, que vence en el Día de Acción de Gracias y que está sujeta a votación directa, no de muchos motivos para dar gracias.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español. Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Rupert Murdoch no da el brazo a torcer

Por Amy Goodman

Julian Assange me dijo hace poco en Londres “La gente dice que Australia le dio dos personas al mundo: Rupert Murdoch y yo.” Assange, el fundador del sitio web WikiLeaks, que difunde información filtrada por informantes, respondió con modestia al modo en que lo presenté ante un público de 1.800 personas en el teatro Troxy del este de Londres. En la presentación sugerí que Assange posiblemente había publicado más que nadie en el mundo. Assange replicó que Murdoch es quien se lleva ese premio.

Dos días más tarde, explotó la noticia de la intervención del teléfono de Milly Dowler, lo que provocó que en una semana Murdoch cerrara News of the World, uno de los periódicos más grandes del mundo.

El martes, Rupert Murdoch afirmó ante el Comité de Cultura, Medios de Comunicación y Deportes de la Cámara de los Comunes británica que era el día en que se sentía “más humilde”. Pero, ¿qué significa para un hombre sin humildad vivir su día más humilde? Quizás el principal resultado de la audiencia del comité fue confirmar que Rupert Murdoch no se considera responsable de las actividades delictivas que están siendo investigadas, desde soborno a la policía hasta escuchas telefónicas ilegales. Cuando se le preguntó si él era responsable en última instancia, su respuesta fue simple: “No”. “¿Quiénes son los responsables entonces?”, le preguntaron: “La gente en la que confié para que administrara el periódico y quizá la gente en la que ellos confiaron”, dijo.

Las negativas monosilábicas contrastaron con la habilidad retórica de su hijo, James Murdoch, quien le recordó a cada rato al comité que él no estaba a cargo de News of the World durante los oscuros días de las intervenciones telefónicas y los sobornos. En más palabras James dijo básicamente lo mismo: no sé nada.

La actuación, por ahora, parece haber funcionado. La culpa la tendrán otros, pero seguramente el dinero sigue ingresando a las arcas de Murdoch. El precio de las acciones de News Corp. aumentó durante el día. El aparente éxito de Murdoch en la audiencia puede atribuirse al abogado que permaneció todo el tiempo sentado detrás de James con cara de piedra: el Vicepresidente Ejecutivo de News Corp., Joel Klein.

Klein es una de las más recientes incorporaciones al equipo de dirección del imperio mediático de Rubert Murdoch. Fue contratado, según un comunicado de prensa de News Corp. como “alto asesor del Sr. Murdoch para una amplia variedad de iniciativas, como el desarrollo de estrategias empresariales para el emergente mercado educativo”. Klein fue consejero de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton.

Algo que probablemente esté más vinculado con su contratación por parte de Murdoch es que hasta hace poco Klein ocupaba el cargo de Director General de Escuelas de la Ciudad de Nueva York, el sistema de enseñanza más grande de Estados Unidos, que tiene una matrícula de más de 1 millón 100 mil estudiantes en más de 1.600 escuelas. Klein, durante el gobierno del alcalde Michael Bloomberg, realizó una polémica restructuración del sistema escolar. Mi colega de “Democracy Now!”, Juan González, que es columnista del New York Daily News (el principal competidor del New York Post de Murdoch), documentó de manera sistemática los fracasos de la gestión de Klein e informó acerca de “numerosos padres y maestros que hace mucho tiempo se cansaron de su estilo autocrático e irrespetuoso”, escribió Juan. El intento de Klein de cerrar 19 escuelas en algunos de los barrios más pobres de la ciudad fue revocado por la Corte Suprema del Estado de Nueva York. Así mismo, se demostró que las afirmaciones realizadas durante la gestión de Klein de que hubo una mejora en el desempeño de las pruebas estandarizadas estaban basadas en calificaciones infladas.

Menos de dos semanas después de haber anunciado la contratación de Klein, News Corp. compró la empresa privada Wireless Generation. Murdoch dijo acerca de la compra por 360 millones de dólares: “En lo que respecta a la educación inicial, primaria y secundaria, vemos un sector de
500.000 millones de dólares solamente en Estados Unidos”.

Esto preocupa a la titular de una de las principales cuentas de tweeter sobre educación, Leonie Haimson, madre de un alumno de una escuela pública de Nueva York y directora ejecutiva de Class Size Matters. Dijo en Democracy Now!: “Luego de todas estas acusaciones acerca de las escuchas telefónicas ilegales y todo lo que salió a la luz realmente nos preocupa la privacidad de los alumnos del estado de Nueva York porque cualquiera que tenga acceso a esa información deberá cuidarla con atención. Y en segundo lugar, todo el asunto de que no se otorguen contratos a grandes empresas nos preocupa porque obviamente queremos que se utilice bien el dinero de los contribuyentes. No queremos abrir las arcas públicas para que las empresas de Murdoch hagan dinero con nuestros hijos”.

Las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York ya le otorgaron a la empresa un contrato por 2,7 millones de dólares, y el Departamento de Educación del Estado de Nueva York está a punto de otorgar a Wireless Generation un contrato sin llamado a licitación por 27 millones de dólares.

News Corp. anunció la formación de un Comité de Administración y Normas que responderá directamente a Joel Klein. Klein, quien forma parte de la junta directiva de News Corp., estará bajo las órdenes de Viet Dinh, también miembro de la junta directiva y ex subsecretario del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Dinh fue vicefiscal general del gobierno de George W. Bush y uno de los principales autores de la Ley Patriota de Estados Unidos que, entre otras cosas, dio lugar a una ampliación sin precedentes de las escuchas telefónicas del gobierno. Según archivos recientes de la Comisión de Valores e Intercambio, Dinh y otros directores de News Corp. hicieron cola el 3 de julio para vender acciones. Dinh obtuvo alrededor de 25.000 dólares justo cuando estallaba el escándalo.

News Corp. está lejos de convertirse en un cadáver mediático, aunque el término es tristemente pertinente, dado que el escándalo se inició con la revelación de la horrible noticia de que News of the World había intervenido el correo de voz de la víctima de asesinato Milly Dowler, dando falsas esperanzas a su familia de que estaba viva. El FBI está investigando si los periódicos de Murdoch trataron de lucrar con la intervención de correos de voz de víctimas de los atentados del 11 de Septiembre. Los periodistas estadounidenses deben ahora profundizar la investigación sobre las operaciones de News Corp en Estados Unidos, para denunciar no solo posibles delitos cometidos por la empresa, sino también la amenaza que representan para la democracia los conglomerados mediáticos desenfrenados como el imperio de Murdoch.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español. Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

El suicidio de soldados y la política de condolencias del presidente Barack Obama

Por Amy Goodman

El Presidente Barak Obama anunció recientemente que será revertida la política de larga data por la que se negaban cartas de condolencia del presidente a las familias de soldados que se hubieran suicidado. Los familiares de soldados muertos en combate reciben cartas del presidente. Sin embargo, el silencio oficial ha significado durante mucho tiempo el estigma de los que se quitan la vida. Esta medida significa un cambio de postura que se esperaba desde hacía mucho tiempo respecto al reconocimiento de la epidemia de suicidios de soldados y veteranos de guerra en este país, así como de la cantidad de heridas ocultas que deja la guerra.

La negación de cartas de condolencia en los casos de suicidio cobró relevancia a nivel nacional cuando Gregg y Jannett Keesling hablaron acerca del suicidio de su hijo Chancellor Keesling. Chance Keesling se integró al ejército en el año 2003. Luego de prestar servicio activamente en Irak, fue transferido a las Fuerzas de Reserva del Ejército y llamado nuevamente para prestar servicio en Irak en el año 2009. Los años de guerra habían dejado sus huellas en el joven de veinticinco años de edad. Como me dijo su padre, Gregg: “Fue entrenado para la reconstrucción de Irak. Era un ingeniero de combate entrenado. Operaba equipos grandes y amaba dirigir esos grandes equipos. Sin embargo, al final, fue entrenado nuevamente como artillero táctico para sentarse sobre un todoterreno militar, un Humvee. Y todo esto, porque en realidad allá no se estaba haciendo mucha reconstrucción.”

Cuando Chance Keesling regresó a su hogar, intentó acceder a un tratamiento psiquiátrico a través del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Guerra. Su matrimonio había fracasado y sabía que necesitaba sanar. Rechazó la oferta del Ejército de recibir un pago extra de veintisiete mil dólares para servir nuevamente en Irak. Finalmente, fue de todos modos enviado a Irak. Dos meses después de ser desplegado nuevamente, Chance llevó su revólver a una letrina y se disparó. En el informe que emitió, el Pentágono consideró su muerte como “un incidente no vinculado al combate”. Cinco meses después de su muerte y sumando a la herida el agravio, el Departamento de Asuntos de los Veteranos envió una carta a Chance, la cual fue recibida por sus padres, solicitándole completar su “Reajuste post despliegue.”

Kevin y Joyce Lucey entienden bien de qué se trata todo esto. Su hijo Jeffrey formó parte de la invasión a Irak en el año 2003. Luego de regresar a su hogar en Massachusetts, presentó síntomas de trastorno de estrés postraumático. A él y a su familia les fue casi imposible acceder a los servicios que necesitaban recibir a través del Departamento de Asuntos de los Veteranos. Jeffrey decidió automedicarse: se volcó al alcohol. Se vestía con ropas de camuflaje y caminaba por el barrio con su arma en la mano. Destruyó el automóvil de la familia. Una noche, tras cumplir veintitrés años, Jeffrey se acurrucó en el regazo de su padre, afligido. Kevin, su padre, recordó lo sucedido: “Esa noche me pidió si podía sentarse en mi regazo. Lo acuné durante tres cuartos de hora y luego se fue a su cuarto. Al día siguiente, el 22 de junio, lo tuve nuevamente en mi regazo mientras cortaba la soga que lo sujetaba a una viga.” Jeffrey Lucey se colgó en el sótano de la casa familiar. Sobre su cama yacían las chapas de identificación que había quitado a los soldados iraquíes a los que dijo haber matado.

Dado que Jeffrey era técnicamente un veterano y no estaba en servicio, su suicidio es uno más entre los miles que se sospecha que ocurren. Con frustración, Kevin Lucey resumió: “La cifra formal de suicidios que escuchamos nos parece tremendamente baja con respecto a la real. Debido a que, como decías, el suicidio de Jeff se encuentra entre los que no figuran en los cálculos, entre los que no son conocidos, los que no son reconocidos; es que en este momento ponemos el tema sobre la mesa ante la opinión pública, ya que sentimos, al igual que la familia Keesling, que es una situación que necesita ser discutida. Aunque hayan pasado los años, nuestro hijo murió en 2004, pero casi todos los años se anuncia la creación de una comisión presidencial de investigación. ¿Qué tan seguido es necesario investigar una epidemia de suicidios?”

No existe un sistema para llevar registro de los suicidios de los veteranos. Algunos estudios epidemiológicos llevados a cabo por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, así como otros estudios, sugieren que la tasa de suicidios en veteranos de guerra es siete u ocho veces mayor que en la población en general. Un informe del año 2005 y restringido a dieciséis estados estableció que los suicidios de veteranos de guerra representaban el veinte por ciento del total, un hallazgo extraordinario, considerando que los veteranos representan menos del uno por ciento de la población. Actualmente se cree que el trastorno de estrés postraumático afecta al treinta por ciento de los casi dos millones de soldados en actividad y veteranos de las guerras de Irak y Afganistán. La tasa de desempleo de veteranos de guerra de sexo masculino supera actualmente el veintidós por ciento.

Pensemos en una base: Fort Hood, Texas. El Mayor Nidal Hasan se enfrenta a la pena de muerte por presuntamente haber asesinado a trece personas en noviembre del año 2009 en el marco de un horrendo ataque sumamente difundido por los medios masivos de comunicación. Mucho menos conocida es la epidemia de suicidios que hay en esa base. Veintidós personas se quitaron la vida en ese lugar, tomando en cuenta sólo el año 2010.

Ni la familia Lucey, ni la familia Keesling recibirán una carta de condolencia del presidente a pesar del cambio respecto a esa política. La familia Keesling no la recibirá porque la medida no es retroactiva. La familia Lucey no la recibiría aunque lo fuera, ya que sólo se aplica a los suicidios cometidos por soldados en actividad desplegados en zonas de combate activo.

Quienes padecen trastorno de estrés postraumático pueden abandonar el campo de batalla. Lamentablemente, el campo de batalla nunca los abandona a ellos. Algunos ven en el suicidio su única salida. Ellos también son bajas de guerra.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Rápida y Furiosa: La guerra contra las drogas impulsada por Estados Unidos se cobra más vidas

Por Amy Goodman

Las muertes violentas de Brian Terry y Juan Francisco Sicilia, con apenas meses de diferencia, en la cada vez más peligrosa frontera entre México y Estados Unidos, provocaron el inicio de una revisión tardía de la llamada “Guerra contra las drogas” y un cuestionamiento del modo en el que el gobierno de Estados Unidos está, en definitiva, empeorando el problema.

La noche del 14 de diciembre de 2010, el agente Brian Terry se encontraba en el desierto de Arizona, patrullando como parte de la Unidad Táctica del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (BORTAC, por sus siglas en inglés), una fuerza policial altamente entrenada y armada, descrita como la fuerza paramilitar de élite de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Esa noche el grupo participó en un tiroteo, en el que Terry murió. A pesar de que su muerte podría haberse convertido tan solo en otro acto violento asociado con el tráfico de drogas en la frontera, un detalle provocó que diera lugar a un fuerte enfrentamiento entre el gobierno de Obama y el Congreso de Estados Unidos: las armas halladas en la escena del crimen, fusiles AK-47, fueron probablemente vendidas a delincuentes mexicanos en el marco de una operación encubierta de la Agencia Estadounidense de Control del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés).

Conocido con el nombre de “Operación Rápido y Furioso”, el programa secreto tenía como finalidad rastrear armas vendidas en Estados Unidos a supuestos intermediarios, personas que compran armas a nombre de otros. La operación de la ATF permitió que las armerías vendieran gran cantidad de armas a intermediarios que la ATF sospechaba compraban para cárteles de drogas mexicanos. En lugar de arrestar al intermediario, considerado por la ATF como un criminal relativamente menor, rastreaban las armas que ingresaban a México permitiría a la ATF arrestar a los cabecillas de los cárteles criminales. Al menos, ese era el plan.

Según el informe del Centro para la Integridad Pública, en el marco del programa “Rápido y Furioso” se vendieron al menos 1.756 armas. Alrededor de 300 fueron vendidas antes de que comenzara la operación. De esas más de 2.000 armas, tan solo 800 fueron recuperadas. Dos de las armas recuperadas fueron halladas en la escena del asesinato de Terry, en una región conocida como Peck Canyon, en la parte estadounidense de la frontera entre Nogales, México, y Tucson, Arizona.

El agente especial John Dodson de la ATF fue uno de los tantos agentes de campo que le dijo a sus superiores que la operación encubierta era imprudente. Sus preocupaciones no fueron atendidas y la operación continuó. Luego del asesinato de Terry, Dodson denunció la operación en primer lugar al Departamento de Justicia, luego al Senador republicano Charles Grassley. Grassley le pidió explicaciones al Fiscal General Eric Holder y ahora el Comité de Supervisión y Reforma del Gobierno de la Cámara de Representantes —presidido por el representante republicano Darrell Issa— está llevando a cabo una serie de audiencias sobre el caso.

Al sur de la frontera, Juan Sicilia y otros seis jóvenes fueron brutalmente asesinados en marzo de este año, apenas otras siete víctimas inocentes de la arrasadora violencia que está padeciendo México y que ya se ha cobrado las vidas de 35.000 personas desde diciembre de 2006, cuando el Presidente mexicano Felipe Calderón comenzó su ofensiva contra los cárteles de droga. Javier Sicilia, el padre de Sicilia, es un reconocido poeta e intelectual mexicano. Poco después del asesinato de su hijo, Sicilia escribió su último poema, dedicado a él. Ahora está comprometido con la lucha contra la violencia y el derramamiento de sangre en su país. Encabezó una manifestación en mayo desde Cuernavaca, su ciudad natal, hasta la famosa plaza del Zócalo en Ciudad de México, en la que participaron 200.000 personas. El fin de semana pasado, encabezó otra marcha hacia la frontera, y luego hasta El Paso, Texas.

Sicilia está en contra de los cárteles, por supuesto. Pero también culpa a Calderón y a Estados Unidos. Pide que se ponga fin a la “Iniciativa Mérida”, a través de la cual Estados Unidos proporciona armas y entrenamiento a las fuerzas militares mexicanas para la lucha contra el narcotráfico. Sicilia también pide la legalización de las drogas, una petición en la que es acompañado sorprendentemente por el ex presidente mexicano conservador, Vicente Fox y cada vez más por el propio Calderón.

El Presidente Calderón viajará a Estados Unidos esta semana. Recientemente cuestionó a la industria armamentista estadounidense por lucrar con la venta de armas que terminan en México. También criticó el levantamiento de la prohibición de las armas de asalto en Estados Unidos, lo que provocó un gran aumento de la violencia con armas en México.

Un nuevo informe publicado por tres senadores demócratas de Estados Unidos establece que aproximadamente el 70 por ciento de las armas incautadas en México entre 2009 y 2010 provinieron de Estados Unidos. De las casi 30.000 armas incautadas en México durante ese período, más de 20.000 provinieron de Estados Unidos.

Si algo debería ser rápido y furioso en Estados Unidos es el impulso de políticas sensatas y prudentes sobre control de armas y drogas. Quizá cuando eso suceda, Javier Sicilia vuelva a escribir poesía.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Una perfecta tormenta de estupidez

Por Amy Goodman.

“El cielo alborotado revela el dolor que siente.”

Estos versos fueron escritos por Henry Wadsworth Longfellow en su poema “Copos de Nieve”, publicado en 1863 junto a su célebre poema épico “La cabalagata de Paul Revere”. Gran parte del parloteo informativo de esta semana se centró en el desafortunado comentario de Sarah Palin acerca de la historia de la famosa cabalgata de Revere en abril de 1775. Revere estaba en una misión clandestina de medianoche para alertar a los revolucionarios estadounidenses sobre un inminente ataque británico. La versión incorrecta de Palin indica que Revere, montado a caballo, hizo sonar una campana y disparó un arma como advertencia para que los británicos se retiraran.

También es lamentable que los medios hayan gastado horas y horas en habar de la noticia de una serie de indiscreciones sexuales en Internet del congresista de Nueva York Anthony Weiner. Para aumentar el sensacionalismo–y entre comerciales de las industrias de petróleo, gas, carbón y energía nuclear-, se ve una noticia tras otra acerca de eventos climáticos extremos. Aquí reside el verdadero escándalo: ¿Por qué los meteorólogos de la televisión no acompañan cada noticia acerca de “condiciones climáticas extremas” con las palabras “cambio climático”? Necesitamos un Paul Revere de nuestro tiempo, ecologista, que advierta a la población sobre esta inminente amenaza.

Quién mejor para cumplir esa función que Bill McKibben, que ha hablado y escrito sobre el cambio climático y ha impulsado una organización a nivel mundial para combatirlo desde hace más de dos décadas. Le pregunté recientemente acerca de la vinculación entre las condiciones climáticas extremas y el cambio climático:

“Lo que sucede es que estamos haciendo de la Tierra un lugar más dinámico y violento. Eso es en esencia de lo que se trata el calentamiento global. Hemos retenido más energía solar dentro esta delgada capa atmosférica, y eso ahora se está expresando de diferentes maneras. No tenemos la certeza de que cierto tornado en particular haya sido provocado por el cambio climático. Siempre ha habido tornados. Pero sí sabemos que somos testigos de grandes niveles de actividad de tormentas eléctricas, inundaciones, sequías, de todas las cosas de las que los climatólogos nos vienen advirtiendo”.

McKibben, fundador de 350.org, una organización de base de acción por el clima, critica la cobertura que hacen los medios de los desastres climáticos: “Usted vio las fotos de Queensland en Australia, porque en Queensland, Australia hay mucha población blanca y cámaras de televisión. Pero no se han visto fotos similares de Sri Lanka, de Vietnam, de Filipinas, del noroeste de Río en Brasil, ahora tampoco de Colombia, lugares que han sufrido grandes inundaciones similares”.

Cuando McKibben habla de la Tierra como un “lugar más dinámico y violento”, se está refiriendo al clima. Pero el cambio climático podría provocar cada vez más violencia política real. Esta semana tuvo lugar en Oslo la Conferencia Nansen sobre Cambio Climático y Desplazamiento, en la que expertos de diferentes países se reunieron para trabajar sobre el creciente problema de los refugiados climáticos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, advirtió de dos amenazas: los desastres de evolución lenta, como las sequías y la desertificación, que llegan a “un punto de inflexión en el que las vidas y el sustento de las personas se ven seriamente amenazados hasta tal punto que no tienen otra opción que abandonar sus hogares” y “los desastres naturales que desarraigan a grandes cantidades de personas en cuestión de horas”.

Una de las principales preocupaciones es que a esos millones o quizá miles de millones de personas, que son o serán desplazadas, se les negará un refugio seguro. Como Naomi Klein, una verdadera Paula Revere, advirtió recientemente: “El cambio climático es la mayor crisis de todas, y mi temor es que si no somos cuidadosos, si no planteamos una visión positiva de cómo el cambio climático puede hacer que nuestras economías y nuestro mundo sean más justos, habitables, limpios y equitativos, entonces esta crisis será explotada para militarizar nuestras sociedades, para crear continentes fortificados”.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ha advertido también que la mayoría de los refugiados climáticos serán desplazados en sus propios países. Y no hace falta ir a Pakistán para ver pruebas de ello. Esta semana en Estados Unidos, la gente se vio obligada a huir de tornados en el oeste de Massachusetts, de inundaciones en Iowa y Colorado, e incendios forestales en Arizona. En Washington, D.C. y Texas los niveles históricos de calor están amenazando la vida de la gente, cuando aún no han llegado los meses más calurosos del verano.

No muy lejos de Oslo, en Bonn, Alemania, más de 3.000 delegados de 180 países se encuentran reunidos para definir un plan de trabajo de cara a la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU, que se realizará en Durban, Sudáfrica en diciembre. En el discurso que pronunció en el encuentro, Tove Ryding, de Greenpeace dijo: “De lo que estamos hablando aquí es de hecho de millones de puestos de trabajo ecológicos, de transformar a nuestras sociedades a sistemas de energía seguros, estables y basados en energía renovable y eficiencia energética”.

Esa iniciativa, dejar de depender de los combustibles fósiles y de la energía nuclear para volcarse a la energía renovable, está siendo apoyada cada vez por más países, especialmente tras el desastre de Fukushima. Japón acaba de confirmar la fusión de los núcleos de tres de los reactores nucleares de Fukushima.

Suiza y Alemania anunciaron que eliminarán progresivamente la energía nuclear. China, Alemania y Japón, tres de las cinco economías más importantes del mundo, están adelantándose a invertir en la investigación y utilización de fuentes de energía renovables.

El irrisorio financiamiento del gobierno de Obama para investigación en energía renovable es opacado por las decenas de miles de millones de dólares en subsidios a las industrias del petróleo, el carbón y la energía nuclear.

El clima mundial está cambiando, y los seres humanos son la principal causa. Nosotros, en Estados Unidos, el mayor contaminador histórico del mundo, ¿haremos caso a las advertencias de nuestros Reveres ambientales, o el cielo alborotado, como escribió Longellow, revelará cada vez más el dolor que siente?

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Esperanza y resistencia en Honduras

Por Amy Goodman

Mientras en Estados Unidos se conmemoraba el Día de los Caídos con un fin de semana largo, el pueblo hondureño vivía un acontecimiento histórico: el regreso del Presidente Manuel Zelaya, 23 meses después de su exilio forzado a punta de pistola en el primer golpe de Estado en Centro América en 25 años. Si bien Zelaya ya no es presidente, su regreso pacífico es una gran victoria para el movimiento de resistencia al golpe. A pesar de esto, el gobierno instaurado tras el golpe de Estado, bajo el mando del Presidente Porfirio “Pepe” Lobo, es cada vez más represivo, lo que suscitó que esta semana 87 miembros del Congreso estadounidense enviaran una carta a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, para exigir la suspensión de la ayuda a las fuerzas armadas y a la policía hondureñas.

Fui la única periodista estadounidense en el vuelo que llevó a Zelaya de regreso a Honduras. Allí le pregunté cómo se sentía acerca de su inminente regreso. “Lleno de optimismo, de fe, de esperanza. Todavía el diálogo y la acción política es posible ante las armas. No a la violencia. No a golpes militares. Golpes de Estado nunca jamás”.

Cuando el Presidente Zelaya aterrizó en Honduras, se arrodilló y besó el suelo. Fue recibido por decenas de miles de personas que lo ovacionaron mientras flameaban la bandera negra y roja del movimiento surgido tras el golpe, el Frente Nacional de Resistencia Popular, “la resistencia”, que ahora lidera Zelaya. Su primera parada: una concentración multitudinaria frente al monumento en memoria del joven Isis Obed Murillo, de 19 años de edad, que fue asesinado una semana después del golpe de 2009 cuando Zelaya intentó por primera vez regresar al país. Murillo se encontraba entre las decenas de miles de personas que esperaban el regreso de Zelaya en el aeropuerto. Los militares bloquearon la pista de aterrizaje y dispersaron a la multitud disparando balas de plomo, que mataron al adolescente.

Desde entonces, la violencia y la impunidad han sido moneda corriente. Campesinos, periodistas, estudiantes, maestros y cualquier otra persona en Honduras que se atreva a disentir se expone a intimidación, arresto y asesinato. Al menos 12 periodistas fueron asesinados allí desde el golpe, según el Comité para la Protección de los Periodistas. Muchos campesinos fueron asesinados. Esta semana, estudiantes de secundaria que protestaban contra el despido de maestros y la privatización de la educación fueron atacados violentamente por la policía a balazos y con gases lacrimógenos.

En el discurso que pronunció en el acto de bienvenida, el Presidente Zelaya dijo: “La presencia de ustedes esta tarde demuestra el apoyo de la comunidad internacional, que no se derramó la sangre en vano porque estamos en pie de lucha, manteniendo nuestras posiciones. Resistencia pacífica, compañeros, resistencia es hoy el grito de victoria del retorno a Honduras de todos los derechos y las garantías de la democracia hondureña”.

El actual gobierno de Honduras aceptó permitir el regreso de Zelaya para lograr la readmisión del país en la Organización de Estados Americanos en un intento de despojarse de la condición de paria que se ganó en América Latina debido al golpe.

Paria en América Latina, pero no en Estados Unidos. A pesar de que el Presidente Barack Obama incialmente calificó el derrocamiento de Zelaya como un “golpe”, el gobierno estadounidense pronto abandonó el uso del término. Pero no hay otra palabra que describa lo ocurrido. El domingo hablé con Zelaya en su casa, donde me contó lo sucedido.

Eran alrededor de las 5 de la madrugada del 28 de junio de 2009, cuando soldados hondureños encapuchados irrumpieron en su casa luego de haberle disparado a la puerta trasera.

“Me amenazaron que iban a disparar. Y yo les dije: ‘Si tiene orden de disparar, dispare. Pero sepa que le está disparando al Presidente de la República y usted es un subalterno’. Y ellos no dispararon sino que solo me sometieron a que los acompañara al vehículo, así, en ropa de cama. Aterrizamos en la base militar norteamericana de Palmerola. Ahí se reabasteció de combustible. Hubieron movimientos afuera, yo no sé con quién hablaron. Como quince o veinte minutos estuvimos ahí. Y después a Costa Rica. Lo demás es público.”.

En última instancia, lo más importante para Honduras no es el regreso de Zelaya, sino el regreso de la democracia. Zelaya estaba logrando apoyo popular para políticas como un aumento del 60% del salario mínimo, un plan para asumir el control de la base aérea estadounidense Palmerola con el objetivo de utilizarla como aeropuerto civil en lugar del peligroso Aeropuerto Internacional Toncontin, planes de distribuir tierra a campesinos y unirse al ALBA, el bloque cooperativo regional creado para disminuir el dominio económico de Estados Unidos. El día en que fue derrocado, Zelaya iba a realizar una consulta popular no vinculante para preguntarle a la población si quería llevar a cabo una asamblea nacional constituyente para evaluar posibles reformas a la Constitución. Ese, explica Zelaya, fue el motivo por el cual fue derrocado.

La Secretaria de Estado Clinton y su íntimo amigo Lanny Davis, que lleva adelante un poderoso lobby a favor del régimen golpista, ejercieron una fuerte presión a favor de la legitimación del actual gobierno de Lobo, a pesar de un cable interno del propio Departamento de Estado que comanda Clinton titulado “Asunto ineludible: El caso del golpe en Honduras”. El cable fue recientemente publicado por WikiLeaks y en él se afirma que el golpe fue claramente ilegal.

Cuando me dirigía al aeropuerto para tomar mi vuelo de regreso luego de este fin de semana histórico en Honduras, me topé con un grupo de maestros que llevaban un mes haciendo huelga de hambre frente al Congreso hondureño. Ellos, al igual que una amplia red de grupos de la sociedad civil hondureña, al tiempo que celebran el regreso de su presidente derrocado, tienen claras sus exigencias–que cuentan ahora además con el apoyo de 87 miembros del Congreso estadounidense: que se ponga fin a la violencia y a la represión en Honduras.

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Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Cumplir con la misión: Traer a los soldados de regreso a casa

Por Amy Goodman
Democracy Now en Español.

Un 1º de mayo, el presidente de Estados Unidos se dirigió al país y anunció una victoria militar. El 1º de mayo del año 2003, el Presidente George W. Bush vestido con un ajustado traje de piloto de guerra ingresó con aire resuelto a la cubierta del portaaviones USS Lincoln. Bajo una pancarta que decía “Misión Cumplida,” Bush declaró: “Compatriotas estadounidenses, las principales operaciones de combate en Irak han finalizado. En la guerra de Irak, Estados Unidos y nuestros aliados hemos triunfado.”
Eso sucedió ocho años antes del día en que el Presidente Barak Obama, sin traje de piloto y sin paso decidido y arrogante, diera el sorpresivo anuncio de que Osama bin Laden había sido asesinado durante una misión militar estadounidense (en un barrio residencial de una ciudad de Pakistán, no de Afganistán, cabe remarcar): “Esta noche puedo informar al pueblo estadounidense y al mundo que Estados Unidos llevó a cabo una operación que dio muerte a Osama bin Laden, líder de Al Qaeda y terrorista responsable del asesinato de miles de hombres, mujeres y niños inocentes.”
La guerra de Estados Unidos en Afganistán se ha transformado en la más larga en la historia de Estados Unidos. Los noticieros informan sumariamente que “El Talibán dio inicio a su ofensiva de primavera” como si fuera el lanzamiento de la línea de primavera de una marca de ropa. El hecho es que esta primavera viene dando señales de que va a ser la más violenta de la guerra, o como me dijo el valiente periodista Anand Gopal desde Kabul el martes: “Cada año fue más violento que el año anterior, por lo que sólo se trata de la continuación de esa tendencia. Sospecho que lo mismo se podrá decir del próximo verano. Muy probablemente sea el verano más violento desde 2001.”
Regresemos a aquel fatídico año. Poco después de los ataques del 11 de septiembre, el Congreso aprobó dar autorización al Presidente Bush para iniciar la guerra. La resolución fue aprobada en el Senado con 98 votos a favor y ninguno en contra, luego fue aprobada en la cámara baja con 420 votos a favor y 1 en contra. Ese único voto contra la invasión a Afganistán fue emitido por la Congresista de California Barbara Lee. El discurso de oposición a la Resolución Conjunta del Congreso n° 64 que dio en la cámara aquel 14 de septiembre debería ser de lectura obligatoria:
“Me pongo de pie hoy con el corazón apesadumbrado, lleno de tristeza por las familias y los seres queridos que fueron asesinados y heridos en Nueva York, Virginia y Pennsylvania. Solo los más tontos o los más despiadados no comprenderían el dolor que ha paralizado al pueblo estadounidense y a millones de personas en todo el mundo. El 11 de septiembre cambió al mundo. Ahora nos acechan nuestros miedos más profundos. Sin embargo, estoy convencida de que la acción militar no evitará otros actos de terrorismo internacional contra Estados Unidos. Esta resolución será aprobada aunque sabemos que el presidente puede declarar una guerra incluso sin ella. Sin embargo, por más difícil que sea esta votación, algunos de nosotros debemos exhortar a la moderación. Nuestro país está de luto. Algunos de nosotros debemos decir: retrocedamos un momento, hagamos una pausa, tan sólo por un minuto, y pensemos bien en las repercusiones de nuestras acciones de hoy, para que esto no se salga de control. Dudé muchísimo acerca de esta votación, pero hoy logré hacerle frente con sensatez. Durante el profundamente doloroso y aún así muy bello servicio en memoria de las víctimas comprendí que debía oponerme a esta resolución. Como dijo muy elocuentemente un miembro del clero: ‘En nuestras acciones, no permitas que nos convirtamos en el mal que deploramos.’”
Diez años después de su valiente discurso, la Congresista Lee, cuya postura contraria a la guerra se está convirtiendo cada vez más en la norma, pretende la revocación de esa resolución de guerra.
“Esa resolución fue un cheque en blanco, Amy. Al leer la resolución se observa que no estaba orientada a Al Qaeda ni a país alguno. Decía que el presidente está autorizado a usar la fuerza contra cualquier país, organización o individuo que considere responsable o vinculado a los ataques del 11/9. Era un cheque en blanco que autorizaba a usar la fuerza. No era una declaración de guerra, y sin embargo desde ese momento hemos llevado adelante la guerra más larga de la historia estadounidense hasta el momento, diez años, y aún no hay definido un plazo para su finalización.”
La Congresista Lee reconoce que Obama “se comprometió a comenzar una retirada significativa de tropas en julio”. Pero, ¿qué significado tiene la retirada de soldados en una guerra cuando permanecen en el terreno una gran cantidad de contratistas militares? En este preciso momento, los cien mil contratistas (a quienes muchos llaman “mercenarios”) superan en número a los soldados estadounidenses desplegados en Afganistán.
Gopal afirma que: “Estados Unidos es en realidad una fuerza fundamental de inestabilidad en Afganistán. Esto se da en dos sentidos. Estados Unidos y sus aliados se alían con actores locales como caudillos, comandantes y funcionarios del gobierno que se han convertido en una verdadera pesadilla para los afganos, en especial en el campo. Por otra parte están las acciones militares, redadas nocturnas, irrupciones en los hogares de la población, ataques aéreos, de eso se trata la vida cotidiana bajo la ocupación.”
El realizador de cine Robert Greenwald se asoció a veteranos del ejército contrarios a la guerra para producir el documental “Repensar Afganistán”, una serie de varias películas sobre la guerra que se encuentra disponible en rethinkafghanistan.com. En respuesta a la muerte de bin Laden, lanzaron una nueva petición para presionar al gobierno a que traiga de regreso a los soldados. Lee apoya esta petición: “No exagero al afirmar lo importante que es para nuestra democracia. Todas las encuestas demuestran que actualmente más de un 65 o 70 por ciento de la población está cansada de la guerra y entiende que es necesario poner a nuestros jóvenes hombres y mujeres, fuera de peligro. Se han comportado valientemente y bien. Han hecho todo lo que les hemos pedido. Ya es tiempo de traerlos de regreso a casa.”
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Un derramamiento de sangre respaldado por Estados Unidos mancha la “primavera árabe” en Bahrein

Por Amy Goodman

Tres días después de la renuncia de Hosni Mubarak a su larga dictadura en Egipto, el pueblo de Bahrein, pequeño estado del Golfo, se lanzó masivamente a las calles en Manama, capital del país, y se congregó en la Plaza de la Perla, su versión de la plaza egipcia de Tahrir. Bahrein ha sido gobernado por la misma familia, la dinastía de Khalifa, desde la década de 1780, hace más de doscientos veinte años. Con las manifestaciones, los bahreiníes no reclamaban el fin de la monarquía, sino una mayor representación en su gobierno.
A un mes del levantamiento, Arabia Saudita envió fuerzas militares y policiales a través del puente de más de 25 km que une el territorio continental saudí a la isla de Bahrein. Desde ese momento, se reprime cada vez con más fuerza y violencia a los manifestantes, la prensa y las organizaciones de derechos humanos.
Una valiente joven activista bahreiní a favor de la democracia, Zainab al-Khawaja, ha visto la brutalidad de cerca. Para su horror, fue testigo de cómo su padre, Abdulhadi al-Khawaja, un destacado activista por los derechos humanos, fue golpeado y arrestado. Desde Manama, así describió lo sucedido:
«Fuerzas de seguridad atacaron mi casa. Llegaron sin previo aviso. Derribaron la puerta del edificio, derribaron la puerta de nuestro apartamento y directamente atacaron a mi padre, sin explicar los motivos de su arresto ni darle oportunidad de hablar. Arrastraron a mi padre por las escaleras y lo golpearon frente a mí. Lo golpearon hasta que quedó inconsciente. Lo último que le oí decir fue que no podía respirar. Cuando traté de intervenir, cuando intenté decirles ‘Por favor, dejen de pegarle. Irá con ustedes voluntariamente. No necesitan golpearlo así.’ Básicamente me dijeron que cerrara la boca, me tomaron y me arrastraron escaleras arriba hasta el apartamento. Cuando volví a salir, el único rastro que había de mi padre era su sangre en la escalera.»
La organización de derechos humanos Human Rights Watch ha reclamado la inmediata liberación de Al-Khawaja. El esposo y el cuñado de Zainab también fueron arrestados. Zainab publica en Tweeter como «angryarabiya» y en protesta por las detenciones, inició una huelga de hambre a base de líquidos únicamente. También escribió una carta al Presidente Barack Obama en la que dice: «Si algo le pasa a mi padre, a mi esposo, a mi tío, a mi cuñado o a mí, lo declaro a usted tan responsable como al régimen de Al Khalifa. Su apoyo a esta monarquía hace que su gobierno sea cómplice de sus crímenes. Todavía albergo la esperanza de que usted se de cuenta de que la libertad y los derechos humanos significan lo mismo para una persona bahreiní que para una persona estadounidense.»
En el discurso de condena al gobierno de Gadafi, Obama justificó los recientes ataques militares a Libia con estas palabras: «Asesinaron a personas inocentes. Atacaron hospitales y ambulancias. Arrestaron, violaron y asesinaron a periodistas.» Ahora sucede lo mismo en Bahrein pero Obama no tiene nada para decir.
Al igual que en los levantamientos de Egipto y Túnez, el sentir es nacionalista y no religioso. El país es en un 70% chiíta pero gobernado por una minoría sunita. Sin embargo, una de las principales consignas presentes en las protestas ha sido «Ni chiíta, ni sunita, bahreiní.» Esto desacredita el argumento que esgrime el gobierno bahreiní acerca de que el actual régimen es la mejor defensa contra la creciente influencia de Irán, un país chiíta, en el rico en petróleo Golfo Pérsico. Súmese a esto el papel estratégico de Bahrein: es allí donde se encuentra la base de la 5ta flota naval estadounidense a cargo de proteger los «intereses estadounidenses» como el Estrecho de Ormuz y el Canal de Suez, y de brindar apoyo en la guerra de Irak y Afganistán. ¿No se encuentra también entre los intereses estadounidenses apoyar la democracia y no a los déspotas?
Nabeel Rajab es el presidente del Centro por los Derechos Humanos de Bahrein, organización que fue dirigida por el recientemente secuestrado Abdulhadi al-Khawaja. Rajab podría enfrentar un juicio militar por publicar la fotografía de un manifestante que murió mientras permanecía detenido. Rajab me dijo: «Cientos de personas están presas y son torturadas por ejercer su libertad de expresión. Y todo por venganza, porque un día, hace un mes, casi la mitad de la población de Bahrein se volcó a las calles a exigir democracia y respeto por los derechos humanos.»
Rajab observó que la democracia en Bahrein podría implicar la lucha por la democracia en las vecinas dictaduras del Golfo Pérsico, especialmente en Arabia Saudita. Es por eso que la mayoría de los gobiernos regionales tienen interés en que se ponga fin a las protestas. Arabia Saudita está bien posicionada para la tarea ya que es reciente beneficiaria del mayor acuerdo de venta de armas en la historia de Estados Unidos. A pesar de las amenazas, Rajab fue firme: «Mientras respire, mientras viva, voy a seguir haciendo. Creo en el cambio. Creo en la democracia. Creo en los derechos humanos. Estoy dispuesto a dar mi vida. Estoy dispuesto a dar lo que sea para alcanzar esta meta.»
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Levantamientos populares: de Medio Oriente al Medio Oeste

Por Amy Goodman

Cerca de ochenta mil personas marcharon el sábado al Capitolio del estado de Wisconsin en Madison, como parte de una creciente protesta contra el intento del flamante gobernador republicano Scott Walker, no solo de acosar a los sindicatos que nuclean a los empleados públicos, sino de desarticularlos. El levantamiento popular de Madison sucede inmediatamente después de los de Medio Oriente. Un estudiante universitario veterano de la guerra de Irak, llevaba un cartel que decía “Fui a Irak y ¿volví a mi casa en Egipto?” Otro decía, “Walker: el Mubarak del Medio Oeste”.
Del mismo modo, en Madison circuló una foto de un joven en una manifestación en El Cairo con un cartel que decía “Egipto apoya a los trabajadores de Wisconsin: el mismo mundo, el mismo dolor”. Mientras tanto, en un intento por derrocar al eterno dictador Muammar Gaddafi, los libios siguen desafiando la violenta ofensiva del gobierno, al tiempo que más de 10.000 personas marcharon el martes en Columbus, Ohio para oponerse al intento del gobernador republicano John Kasich de dar un golpe de estado legislativo en contra de los sindicatos.

Hace apenas algunas semanas, la solidaridad entre jóvenes egipcios y policías de Wisconsin, o entre trabajadores libios y empleados públicos de Ohio, hubiera parecido increíble.

El levantamiento en Túnez fue provocado por el suicidio de un joven llamado Mohamed Bouazizi, egresado universitario de 26 años de edad, que no podía encontrar trabajo en su profesión. Mientras vendía frutas y verduras en el mercado, en repetidas oportunidades fue víctima de maltrato por parte de las autoridades tunecinas que en un momento le terminaron confiscando la balanza. Completamente frustrado se prendió fuego, chispa que encendió las protestas que se convirtieron en una ola revolucionaria en Medio Oriente y Norte de África. Durante décadas, la gente de la región ha vivido bajo dictaduras –muchas de las cuales reciben ayuda militar de Estados Unidos-, ha sufrido violaciones a los derechos humanos, además de tener bajos ingresos, altas tasas de desempleo y prácticamente ninguna libertad de expresión. Todo esto mientras las élites amasaban fortunas.

En los conflictos que vemos hoy en Wisconsin y Ohio hay un trasfondo semejante. La “Gran Recesión” de 2008, según el economista Dean Baker, ingresó en su trigésimo séptimo mes sin señales de mejoría. En un documento reciente, Baker dice que debido a la crisis financiera “muchos políticos argumentan que es necesario reducir en forma drástica las generosas jubilaciones del sector público, y de ser posible, no cumplir con las obligaciones jubilatorias ya asumidas. Gran parte del déficit en el sistema jubilatorio se debe a la caída de la bolsa de valores en los años 2007-2009”.

En otras palabras, los mercachifles de Wall Street que vendían las complejas acciones respaldadas por hipotecas que provocaron el colapso financiero, son quienes causaron el déficit en las pensiones. El periodista ganador del premio Pulitzer, David Cay Johnston dijo recientemente: “El empleado estatal promedio de Wisconsin gana 24.500 dólares al año. No se trata de una gran jubilación; el 15 por ciento del dinero destinado a esta jubilación anualmente es lo que se le paga a Wall Street por administrarlo. Es realmente un porcentaje demasiado alto para pagarle a Wall Street por administrar el dinero”.

Entonces, mientras la banca de inversión recorta un enorme porcentaje de los fondos jubilatorios, los trabajadores son demonizados y se les pide que hagan sacrificios. Los que provocaron el problema en cambio, luego obtuvieron rescates generosos, ahora reciben altísimos salarios y bonificaciones y no están siendo responsabilizados. Si rastreamos el origen el dinero, resulta que la campaña de Walker fue financiada por los tristemente célebres hermanos Koch, grandes patrocinadores de las organizaciones que forman el movimiento conservador tea party. Además donaron un millón de dólares a la Asociación de Gobernadores Republicanos, que otorgó un apoyo significativo a la campaña de Walker. Entonces, ¿acaso resulta sorprendente que Walker apoye a las empresas al otorgarles exenciones impositivas y que haya lanzando una gran campaña contra los empleados del sector público sindicalizados?

Uno de los sindicatos que Walter y Kasich en Ohio tienen en la mira es la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, de Condados y Municipales (AFSCME, por sus siglas en inglés). El sindicato fue fundado en 1932, en medio de la Gran Depresión, en Madison. Tiene 1,6 millones de afiliados, entre quienes hay enfermeros, personal penitenciario, personal de guarderías, técnicos de emergencias médicas y trabajadores de la salud. Vale la pena recordar, en este Mes de la Historia Negra, que la lucha de los trabajadores de la salud del local Nº 1733 de AFSCME hizo que Dr. Martin Luther King Jr. fuera a Memphis, Tennessee, en abril de 1968. Como me dijo el Reverendo Jesse Jackson cuando marchaba junto a los estudiantes y sus profesores sindicalizados en Madison el martes pasado: “El último acto del Dr. King sobre la tierra, su viaje a Memphis, Tennessee, fue por el derecho de los trabajadores a negociar convenios colectivos de trabajo y el derecho al descuento de la cuota sindical de su salario. No es posible beneficiar a los ricos, mientras se deja a los pobres sin nada”.

Los trabajadores de Egipto, formando una coalición extraordinaria con los jóvenes, tuvieron un papel decisivo en el derrocamiento del régimen de ese país. En las calles de Madison, bajo la cúpula del Capitolio, se está produciendo otra muestra de solidaridad. Los trabajadores de Wisconsin hicieron concesiones en sus salarios y jubilaciones, pero no renunciarán al derecho a negociar convenios colectivos de trabajo. En este momento sería inteligente que Walker negociara. No es una buena época para los tiranos.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.